Empresa

Adolfo Domínguez, prueba de fuego en el primer trimestre en plena sacudida de su cúpula

La compañía, que volvió a números negros el año pasado, ha despedido esta semana a su consejero delegado, Estanislao Carpio.

I. P. Gestal

14 jul 2016 - 04:57

Adolfo Domínguez

 

 

Adolfo Domínguez se enfrenta a su prueba de fuego. La compañía gallega tiene mañana como fecha límite para presentar sus resultados correspondientes al primer trimestre del ejercicio, después de regresar a números rojos en 2015. El grupo se encuentra en plena reorganización de su cúpula directiva, que ha supuesto incluso la salida de su consejero delegado, Estanislao Carpio, esta misma semana. El balance del primer trimestre será clave para valorar si el plan estratégico de la compañía para retomar la senda del crecimiento está dando de verdad sus frutos o si es hora de dar de nuevo un golpe de timón.

 

Con todo, los últimos resultados hechos públicos por la empresa invitaban al optimismo: Adolfo Domínguez cerró 2015 con un resultado neto positivo de 7,7 millones de euros, tras las pérdidas de casi once millones de euros de 2014. Sin embargo, el aumento no estuvo apoyado tanto en una mejora del desempeño de la compañía como en la venta, en enero de este año, del local que alberga su tienda insignia en Paseo de Gracia de Barcelona.

 

Por eso, los datos del primer trimestre son la auténtica prueba de fuego para comprobar si el grupo ha logrado mejorar de hecho su cuenta de resultados sin el oxígeno que le aportó el efectivo extraordinario de la venta del inmueble.

 

 

 

 

En el primer trimestre del ejercicio pasado, concluido el 31 de mayo de 2015, Adolfo Domínguez registró unas pérdidas de 1,19 millones de euros, prácticamente el doble que en el mismo periodo del ejercicio anterior. La empresa también logró entonces reducir su endeudamiento gracias a la venta por 1,8 millones de euros de uno de los locales comerciales que mantenía en propiedad. El grupo también redujo entonces sus ventas, con una caída del 9,2%, hasta 22,25 millones de euros, consecuencia del cierre de doce tiendas.

 

La empresa lleva cuatro años inmersa en una profunda reestructuración para dar la vuelta a su cuenta de resultados. La compañía ha visto cómo el posicionamiento que logró en la década de los ochenta y noventa se desvanecía y la marca quedaba a una tierra de nadie en medio de la gran distribución y las marcas premium internacionales que se hacía un hueco cada vez mayor en España. Al mismo tiempo, el descenso del consumo hizo mella en sus ventas en España, un mercado que hace tres años concentraba el 73% de sus ventas.

 

El nuevo escenario llevó a la compañía a encadenar expedientes de regulación de empleo (ERE) y cierres de tiendas, hasta que, en 2012, el grupo tomó una decisión inaudita para tratar de virar el rumbo: nombrar al primer director general de su historia, Estanislao Carpio, que esta misma semana ha salido definitivamente de la compañía.

 

Coincidiendo con su nombramiento, la empresa diseñó un plan estratégico hasta 2018 para ganar de nuevo tamaño e imitar el modus operandi del lujo para reposicionar sus dos marcas. Sin embargo, justo cuando Adolfo Domínguez se enfrentaba a esta reorganización, perdió a varios de sus ejecutivos más relevantes. En febrero abandonó la compañía Antonio Valls, hasta entonces director de operaciones, que dejó su puesto en la empresa ourensana cuando ni siquiera se habían cumplido dos años de su fichaje.

 

En junio, la empresa vio salir también a Leovigildo Puentes, director de IT y a Juan de Mora, responsable de recursos humanos, si bien en este caso la decisión fue tomada por el presidente del grupo, Adolfo Domínguez, según explicaron entonces fuentes de la compañía a Modaes.es.