Empresa

2016, doce meses para la agonía final de Blanco

Despidos de directivos, cambios de política comercial, un expediente de regulación de empleo (ERE), un concurso de acreedores y, finalmente, la liquidación. Blanco ha vivido en 2016 el que podría ser el último ejercicio de su historia.

C. Pareja/ P. Riaño

26 dic 2016 - 05:00

2016, el año de la agonía final de Blanco

 

 

Blanco ha cerrado el ejercicio 2016 igual que terminó 2013: en vilo. Sin embargo, el final de este año ha sido el definitivo. Si hace dos años la empresa ultimaba los detalles de su rescate por parte del grupo saudí Alhokair, en 2016 la empresa ha agotado las horas para encontrar un nuevo inversor y se ha enfrentado, finalmente, a la liquidación. Convertida ya en la mayor crisis de la distribución de moda de España, Blanco cierra en 2016 como el año final de su agonía.

 

El 7 de diciembre, la propiedad de la compañía comunicó a la plantilla la noticia con la que el sector especulaba desde hacía meses: la entrada en liquidación de la sociedad Global Leiva. Pocos meses antes, sus accionistas habían comenzado una búsqueda desesperada de recursos para sostener la actividad de la compañía española, poniendo como alternativa la finalización de su actividad en España y Portugal. A mediados de noviembre, Blanco, que suma una plantilla cercana al millar de empleados, volvió a entrar en los juzgados tras acogerse al concurso de acreedores.

 

Tres años en vilo

El ejercicio 2013 quedará siempre en la memoria histórica del negocio de la moda en España. En junio de dicho año, Blanco presentó concurso de acreedores, convirtiéndose en el mayor expediente concursal de la historia de la distribución de moda en el país. En julio, la empresa presentó un primer expediente de regulación de empleo (ERE), que afectó a 711 trabajadores y conllevó el cierre de medio centenar de establecimientos.

 

El grupo saudí Alhokair llegó a la empresa como un caballero blanco. Tras negociar con otros grupos españoles como Mango o Cortefiel, Blanco fue adquirida finalmente por Alhokair en 2014 por 40 millones de euros.

 

 

 

 

La operación debía servir a la cadena madrileña para tomar aire, pero no fue así. Con un cambio de sede, un nuevo equipo directivo (sin Bernardo Blanco, hijo del fundador, a la cabeza de la compañía) y una red de tiendas mucho más reducida, Alhokair decidió en abril de 2015 volver a sacudir la cadena madrileña con nuevas medidas, entre las que se encontraba un nuevo ERE, que en esta ocasión afectó a cerca de 150 empleados.

Antes de entrar en concurso de acreedores y ser adquirida por Alhokair, Blanco llegó a contar con una plantilla de 3.000 empleados y una red de distribución de más de 250 establecimientos.

 

La liquidación ha sido el punto y final de un año agitado, después de que la empresa haya tratado, sin éxito, de encontrar un nuevo encaje en el mercado bajo la batuta de Alhokair a lo largo de los últimos tres años.

En 2016, Blanco ha repetido los movimientos de 2013 (recorte de salarios, reducciones de personal y cierre de tiendas), que desembocaron en la presentación en su primer concurso. De la mano de Alhokair, Blanco debía haber vuelto a la rentabilidad, pero finalmente atravesó doce meses de agonía. ¿Qué ha pasado en ellos?

 

2016: tercer ere, concurso y liquidación

El principal movimiento llevado a cabo por Alhokair en 2016 fue, precisamente, el traspaso de Blanco. En junio, el grupo saudí anunció haber recibido una oferta de cerca de 83 millones de euros por la compañía española, que fue vendida al fondo AC Modus, participado por el presidente de Alhokair. Tras esta venta se escondía la necesidad de segregar a Blanco de su balance y evitar, así, una penalización de la evolución en bolsa del grupo saudí por los malos resultados de Blanco.

 

Pero, lejos de encaminarse a un nuevo rumbo, Blanco siguió a la deriva. La situación económica de la empresa se agravó en 2016, con paralización de las nóminas y bloqueos de las mercancías. Blanco finalizó 2015 con unas pérdidas de 21,72 millones de euros, frente a las de 7,4 millones de euros de un año antes. La compañía alcanzó unas ventas de 105,22 millones de euros, un 2,2% menos que en el ejercicio anterior.

 

 

 

 

Y, mientras, el producto seguía cambiando. Si Blanco fue antaño referencia para toda una generación de jóvenes españoles, la cadena ha perdido todo aquello que la hacía diferente. Ante la caída continuada de las ventas, los dueños de Blanco trataron de optimizar su cartera de marcas apalancándose en la cadena española y, en cierto modo, borrando su identidad.

 

El año pasado, Blanco lanzó al mercado colaboraciones con distintas marcas, pero todas ellas propiedad de Alhokair y sin notoriedad en España, como Inc y Quiz.

 

Este movimiento se descubrió, más tarde, como un modo de mantener llenas las tiendas de Blanco, desabastecidas por el bloqueo en la aduana de la colección por impago.

 

El nuevo dueño de la cadena madrileña exigió a la dirección de la compañía un nuevo ajuste de plantilla para encontrar la rentabilidad y asegurar un futuro a medio plazo. En septiembre, la empresa anunció la presentación de un ERE, el tercero desde 2013.

 

“El nuevo fondo de inversión cree en el producto y en el concepto de Blanco, pero ve necesario un nuevo ERE y redimensionar la empresa”, explicaban entonces fuentes de la compañía. “Este proceso de reestructuración es necesario para asegurar la competitividad y la rentabilidad de la empresa y asegurar su futuro a largo plazo; la caída de la rentabilidad ha llevado a la empresa a una situación insostenible”, decía Blanco a través de un comunicado.

 

Pero el futuro de Blanco ya estaba comprometido y su negocio era difícilmente corregible. Todos estos cambios se produjeron tras una reorganización del equipo directivo de la cadena. Alhokair sometió el año pasado a Blanco a un nuevo proceso de reestructuración de su cúpula directiva.

 

 

 

 

Si en 2015 Alhokair decidió dar un cambio de rumbo a Blanco con el fichaje de Stephen Craig (procedente de la británica All Saints) como primer ejecutivo y el despido de Bernardo Blanco (hijo del fundador de la empresa), en 2016 Craig y todo su equipo abandonaron la compañía. Además, Bernardo Blanco fue readmitido en la compañía tras ganar la demanda interpuesta contra el grupo por despido improcedente.

 

Tras el despido de Craig, el timón de Blanco lo tomaron Simon Marshall, consejero delegado de Alhokair, y Gerry Waters, vicepresidente del grupo. Finalmente, los dos directivos terminaron abandonando la compañía.

 

El ERE presentado en septiembre fue suspendido un mes después en busca de la paz social, mientras la propiedad negociaba una inyección de capital para evitar la liquidación. Pero el inversor no llegó y, tras acogerse al concurso de acreedores con un pasivo de más de 133 millones de euros, la empresa ha optado, finalmente, por la liquidación.

 

Durante los próximos meses, Blanco se enfrentará a un proceso escalonado de cierres de tiendas y de despidos, mientras los consumidores se despiden del que un día fue uno de los diez mayores grupos de distribución de moda de España, con el animal print y el dorado por bandera. Está por ver si, como sucedió en 2013, alguien rescatará a Blanco de los juzgados.