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Zaragoza, de los supervivientes de la globalización a los auxiliares de Inditex

Durante el último tercio del siglo XX, la confección vivió una era dorada en la capital aragonesa. Ahora, es Inditex el que ha dinamizado al sector, aunque sea sólo en procesos logísticos.

S. Riera

12 abr 2019 - 04:47

Zaragoza, de los supervivientes de la globalización a los auxiliares de Inditex

 

 

Sabadell, Terrassa, Mataró, Inca, Arnedo, Zaragoza, Elche, A Coruña o Ubrique. La industria de la moda en España se abraza a nombres propios de la geografía del país. Se hace difícil explicar el desarrollo de la actividad manufacturera del sector sin conocer los lugares en los que se ha originado. Con motivo de las próximas elecciones municipales, previstas para finales de mayo, Modaes.es emprende un viaje por los principales polos del textil, la confección, la piel y el calzado de España para realizar una panorámica sobre el vínculo que han tenido y todavía tienen con las diferentes industrias de la moda.


 

 

Si algo tiene Zaragoza, son metros cuadrados de superficie. Y polígonos industriales. Su posición geográfica, a medio camino entre Barcelona y Madrid, entre el sur de España y Europa, la hace estratégica para ello. Inditex levantó en la ciudad uno de sus hubs logísticos, cual platillo volante de gigantescas dimensiones aterrizado en el desierto de Nevada. No obstante, el titán gallego de la moda ha vivido de espaldas a un sector que en los últimos quince años no ha hecho otra cosa que adelgazar. Sea por la tozudez del maño, sea porque aún tiene sentido dedicarse a la moda en Zaragoza, el caso es que existe aún todo un tejido industrial en el municipio que compite en el nuevo orden mundial del sourcing.

 

Inditex aterrizó en Zaragoza en 2003, cuando la industria local de la confección todavía avanzaba a un a paso firme aunque empezaba a vislumbrar el tsunami que se le venía encima con la liberalización del comercio global del textil. Plaza, donde se encuentra el hub de Inditex, ha sido la última plataforma logística en levantarse en Zaragoza. Los viernes por la tarde, un goteo incesante de camiones procedentes de todo el mundo toman las calles y avenidas aparentemente desiertas de este polígono para ser los primeros en cargar el lunes a primera hora. Se ha improvisado hasta un parking de camiones para vigilar mejor las cargas durante la noche.

 

 

 

El movimiento de mercancía que genera el titán gallego desde su hub logístico de Zaragoza es tal que sitúa a esta provincia en la quinta posición entre las que más moda exportan, por detrás de Barcelona, A Coruña, Madrid y Alicante. La industria textil que permanece en la ciudad, con empresas como Ditex 2, Aneyron o Protocolo, apenas participa en los casi 1.600 millones de euros en exportaciones de artículos textiles, prendas de vestir, artículos de piel y calzado, perfumería, bisutería y relojería que genera Zaragoza, según datos del Instituto de Comercio Exterior (Icex).

 

Más allá de las empresas tradicionales y del movimiento que genera Inditex, en Zaragoza también se encuentra la filial en España de Adidas y la logística de Losan, hoy propiedad de Sonae. También se ubican en la ciudad Yudigar, especializado en decoración y montaje de tiendas, y Nurel, un fabricante de hilo sintético que ha ido dejando a un lado la industria textil para volcarse en muchos otros sectores manufactureros, desde la minería a la agroalimentación. El grupo de distribución de ropa y material deportivo Trendico Group (antes Twinner) tiene sede en Ejea de los Caballeros, a unos setenta kilómetros al norte de la capital aragonesa.

 

En 2019, la capital aragonesa volvió a superar el umbral de los 700.000 habitantes después de dos años perdiendo población. En 2017, la renta bruta media por habitante era de 27.158 euros, situándose por encima de los datos registrados en las otras de las principales ciudades de la comunidad: Teruel, con 25.126 euros, y Huesca, con 25.626 euros, según datos de la Agencia Tributaria. Además del sector logístico, otro de los principales motores económicos de Zaragoza es el automovilístico: la ciudad alberga desde principios de los ochenta una de las factorías de Opel en Europa. Sólo esta factoría genera 55.000 empleos directos e indirectos.

 

 

 

 

Al frente del Ayuntamiento de Zaragoza se encuentra el abogado penalista Pedro Santiesteve, que saltó a la escena política poco antes de las elecciones de 2015 como portavoz de Ganemos Zaragoza, una formación política constituida al calor del movimiento 15-M. Santiesteve, no obstante, optó a la alcaldía al frente de la candidatura Zaragoza en Común (ZeC), que sumaba Podemos, Izquierda Unida, Equo, Puyalón de Cuchas, Piratas de Aragón, Somos y Demos+.

 

A pesar de ser el segundo partido más votado en los comicios de hace cuatro años, Zaragoza en Común logró formar Gobierno con el apoyo del Psoe y de Chunta Aragonesista. Santiesteve le arrebató en 2015 la alcaldía a Juan Alberto Belloch, un histórico del Psoe, que fue alcalde de la ciudad durante doce años. Para las próximas elecciones, Santiesteve vuelve a presentarse a la alcaldía por ZeC, aunque Podemos en Aragón decidió desvincularse de ella.

 

 

Apoyo institucional para diversificar la economía

Del mismo modo que ocurre en otros municipios, la estrategia industrial de Zaragoza no depende de la política municipal sino de la del Gobierno autonómico. Así, según datos de Aragón Exterior (Arex), el organismo del Ejecutivo aragonés para impulsar la internacionalización de la economía local, entre 2008 y 2018, los talleres de confección en el conjunto de la comunidad autónoma han perdido al 60% de su mano de obra. En estos últimos diez años, el tejido empresarial de este sector en el territorio ha pasado de sumar 2.100 empresas a tener unas 900.

 

El director general de Arex, Fernando Fernández, indica que “el dato bueno de todo ello es que las empresas que se han quedado son unos cañonazos”. “Los que han sobrevivido son, de alguna manera, los reyes de la selva, son empresas que están preparadas para sobrevivir en cualquier entorno”, apunta. “Perdimos la mitad del sector, pero se quedó el bueno”, añade.

 

 

 

 

Según Fernández, el gran reto que tiene por delante este sector es que el grueso de las empresas dejó de invertir con la crisis y, en muchos aspectos, ha quedado obsoleto y necesita renovarse. De alguna manera, hay una industria a dos velocidades: una que está afianzada en la innovación, el diseño y la especialización, y otra intensiva aún en mano de obra, que continúa trabajando de la misma manera que lo hacía dos décadas atrás.

 

Fernández subraya que para el Ejecutivo de Aragón el objetivo es preservar la diversidad. “La industria textil no es relevante desde el punto de vista estadístico, pero sí de diversidad de la economía”, sostiene el directivo. “Es necesario tener una economía repartida para cuando haya un cambio de ciclo”, añade.

 

El año pasado, el Ejecutivo aragonés puso en marcha el Plan Moda y Hábitat, dotado con un presupuesto de 75.000 euros, para impulsar dos sectores que aún son estratégicos para la economía local: el textil y el mobiliario. Arex gestiona este proyecto que tiene como fin impulsar la promoción exterior a través de apoyo en la participación en ferias y showrooms, así como en la ejecución de planes de márketing y contactos directos para impulsar la comercialización en mercados como China, Rusia, Corea del Sur y Japón, además de afianzar la exportación en economías más tradicionales, como Francia, Italia y Reino Unido. El plan implica también acciones formativas y de acceso a marketplaces.

 

 

 

Especializarse y posicionarse

“Este es un sector muy atomizado y ya mi padre me decía que quien no se especialice no seguiría, y así ha sido”, explica Aparicio. “Me doy cuenta que los que estamos hemos buscado ese nicho, esa especialización, porque los que no lo hicieron, cayeron, y los hemos visto caer, uno detrás de otro”, apunta. Luis Aparicio es presidente de la Federación de Industrias Textiles y de la Confección de Aragón (Fitca) desde 2015.

 

Aparicio, propietario de la fábrica de moda deportiva Ditex 2, representa una segunda generación de empresarios, a los que les ha tocado capear las dos últimas crisis: la que conllevó el traslado de la producción a Asia y la financiera. El nuevo presidente representa también una etapa de cierta estabilidad en el sector después de que diesen un paso al lado Fernando Mayayo (cuya empresa, Cardenal Internacional, solicitó concurso) y su sucesor, Jorge Angleviel, que se mantuvo en el cargo sólo dos años.

 

Una de las puntas de lanza de su política al frente de la confección aragonesa es buscar que los talleres que aún persisten que diversifiquen para esquivar la temporalidad clásica de este sector, garantizarse los pedidos durante todo el año y apuntalar así su supervivencia. La base de la industria falla: los talleres grandes han desaparecido y los que quedan no tienen más de diez empleados.

 

 

 

 

La producción vuelve, en gran parte porque el comercio vende poco y busca la agilidad para reducir riesgos, pero el reto es tener capacidad para dar respuesta. El futuro de la industria en Zaragoza pasa así por abrir nuevos talleres y crear un mayor tejido industrial de base. Sin embargo, más allá de la inversión en este ámbito, el principal reto es dar con mano de obra cualificada. A estas alturas, ya no hay formación específica para cosedoras, cortadoras o patronistas y la mayoría de las empleadas que permanecen en estos talleres tienen más de 55 años y no hay relevo generacional.

 

Mariano García es el representante de la tercera generación de una saga familiar vinculada al textil. Ahora, García está al frente de Protocolo, una compañía zaragozana especializada en sastrería masculina. El empresario la puso en marcha en 1991 y, en la actualidad, cuenta con una plantilla de una treintena de personas. La compañía tiene filial en México, donde cuenta con una tienda en la Avenida Presidente Masaryk, el equivalente mexicano a la calle Serrano de Madrid. En la actualidad, el grupo ha empezado a tantear el mercado chino.

 

García subraya que subcontrata la producción en Portugal y en España, en concreto, en Teruel; los zapatos, en Almansa (Albacete), y la corbatería, en Agramunt (Lleida). El empresario, que iba para diplomático, subraya que una de las claves de la supervivencia de Protocolo durante la crisis fue precisamente esquivar la guerra de precios. “Yendo a precio la competencia era brutal y, si no hubiésemos mantenido nuestro posicionamiento, estoy seguro que hubiésemos caído también”, asegura.

 

 

 

 

Crealmat también optó por la especialización para defender el negocio. Jorge Mateo es el representante de la segunda generación de la familia fundadora de esta empresa que vivió su era dorada en el último tercio del siglo pasado y que, en los últimos años, se ha especializado en los trajes de comunión, uniformes de colegio y uniformes de gala para militares. La empresa creció fabricando y comercializando chaquetas en grandes almacenes de todo el mundo. Con la globalización, la empresa trasladó la producción fuera en búsqueda de mejores precios, pero al final, los propios retailers tejieron sus propias redes de aprovisionamiento en el exterior.

 

Ahora, la empresa juega la carta de la agilidad y la personalización, las tiradas pequeñas. “Antes, no cortábamos un pedido de menos de 500 piezas, mientras que ahora un volumen así sería una bendición del cielo”, señala Mateo.

 

Otro ejemplo de adaptación al mercado es Aneyron, una compañía especializada en aplicaciones termoadhesivas para la prenda deportiva. Los orígenes de la compañía se remontan más de tres décadas atrás, cuando empezaron producir para terceras marcas y crearon incluso la suya propia, Bemiser. Con la globalización, deslocalizaron y, más adelante, partieron el negocio en dos: una parte de la familia continua llevando el negocio de brokers en China, mientras que la otra parte se dedicó a los acabados textiles desde Zaragoza. Aneyron arrancó en 2004 y emplea en la actualidad a una treintena de personas.

 

“Nos hemos sabido mover bien, apostar por el nicho y ser los mejores en ello”, explica Berta García, al frente del negocio. “No somos unos simples proveedores de tránsfers o escudos y esto nos ha abierto las puertas a Nike, Adidas o La Liga”, asegura la empresaria, quien subraya que, si bien a veces el precio prima, al final, se termina por imponer la opción que evita problemas. En los últimos años, la empresa ha disparado el presupuesto en maquinaria y tecnología para ajustarse a las peticiones de sus clientes.

 

 

 

Los límites de Plaza

El aterrizaje de Inditex en Zaragoza no sólo ha dinamizado la actividad logística a su alrededor, sino que también ha desplazado a la localidad a las también gallegas Jevaso y Thinktextil, empresas que le da apoyo en este ámbito, y ha fomentado la creación de otras, como Lacor Textil, que echó a andar hace poco más de un año. El movimiento que genera el gigante de la distribución textil es tal que precisa de toda una industria auxiliar a su alrededor que le de servicio en los picos de trabajo.

 

Lacor, por ejemplo, en el primer año movió cinco millones de prendas; en el segundo, catorce millones, y prevé alcanzar los 24 millones de prendas en 2019.  En la actualidad, la compañía emplea ya a 250 trabajadores. Igual que ocurre en el sector textil tradicional, estas nuevas empresas enfocadas a acabados como el control de calidad de las prendas, el planchado o el embolsado acusan también una falta de trabajadores cualificados. En su caso, la empresa ha terminado por crear en sus instalaciones sus propias aulas para formar a sus trabajadores.

 

“Este ha sido un sector muy maltratado y ahora nos encontramos que buscamos un perfil ideal que ya no existe”, explica Luis Miguel Martínez, responsable de planta y cofundador de Lacor. El empresario ve este hándicap como uno de los mayores retos para afianzar el crecimiento no sólo de la empresa sino de la actividad de Inditex en el territorio.

 

Los logísticos empiezan a percibir también las costuras al aeropuerto de Zaragoza, cuya capacidad en ocasiones alcanza el límite con el trasiego de Inditex. Este escenario empieza a pasar a veces factura a la localidad como epicentro logístico, ya que por su ubicación podría atraer a más gigantes de la distribución minorista, online u offline.