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Un mariscal ‘trendsetter’, cuernos y paño belga: la fórmula del siglo de la trenca

Aunque la prenda se fabrica desde finales del siglo XIX, su popularidad llegó después de la Segunda Guerra Mundial, cuando los excedentes comenzaron a comercializarse.

Iria P. Gestal

17 abr 2019 - 04:55

Un mariscal ‘trendsetter’, cuernos y paño belga: la fórmula del siglo de la trenca

 

 

Ver una trenca es un viaje en el tiempo: sus cuernos como alamares, su paño camel, su capucha y su forro de cuadros se asocian, con sólo un vistazo, a los pupitres del colegio. Pero sus orígenes no están en las aulas, sino en la batalla. Aunque se fabricaban ya desde finales del siglo XIX, su popularidad llegó con la Segunda Guerra Mundial, cuando fueron elegidas como parte del equipamiento de la Royal Navy británica.

 

Entonces, a la trenca se le llamaba Duffle coat, un nombre tomado de otros abrigos similares elaborados de un paño grueso y negro, muy popular en la época, de la ciudad belga de Duffel. Aunque no está muy documentado, se cree que su origen deriva de otro chaquetón militar polaco, desarrollado en la década de los veinte del siglo XIX. En 1850, el fabricante de prendas de abrigo John Patridge introdujo el Duffle coat (todavía en negro) en Reino Unido y, cuatro décadas después, la marina británica comenzó a utilizarlo en sus uniformes, ya con una versión más similar a la actual.

 

Su popularidad llegó gracias al mariscal Bernard Law Montgomery, responsable de que se impusiera el Duffle en la marina y quien lo dio a conocer en todo el mundo. Montgomery, apodado el general espartano, le dio incluso su nombre a la prenda, que desde entonces se conoce en Reino Unido como Montgomery o Monty coat.

 

 

 

 

El salto definitivo a las masas se produjo una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, cuando los excedentes comenzaron a distribuirse en los comercios del mercado británico.

 

Con su llegada a Estados Unidos, en la década de los cuarenta, la prenda fue adoptada por jóvenes universitarios y se convirtió en una pieza clave del estilo Ivy League, que agrupa las universidades estadounidenses de élite. En España, su uso se popularizó, de la universidad a la escuela, con el nombre de trenca, cuyo origen es incierto. Aunque el modelo original ha variado, cuatro características continúan definiendo la prenda: su largo tres cuartos, la capucha y, sobre todo, los cuernos a modo de botones.

 

Aunque la mayoría de las marcas de distribución de moda, especialmente masculinas, han lanzado su propia versión de la trenca, hay también compañías especializadas únicamente en esta prenda. Es el caso de Gloverall, nacida en la década de los cincuenta de la mano de Harold y Freda Morris. Ambos compraron excedentes de la guerra, entre ellos trencas, que se vendieron en sólo unos días. Pusieron entonces en marcha su propia empresa especializada sólo en esta prenda, Gloverall, introduciendo algunos cambios sobre el original: reemplazando las cuerdas de yute por piel e incorporando un tejido italiano de cuadros para el forro.