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Ubrique, bolsos de lujo a golpe de ‘patacabra’

Esta localidad gaditana rebosa singularidad por todos lados: desde su peculiar geografía a un dialecto propio en el mundo de la piel. Los bolsos son el último artículo estrella de una industria local de la piel de tradición histórica.

S. Riera

26 abr 2019 - 04:45

Ubrique, bolsos de lujo a golpe de ‘patacabra’

 

 

Sabadell, Terrassa, Mataró, Inca, Arnedo, Zaragoza, Elche, A Coruña o Ubrique. La industria de la moda en España se abraza a nombres propios de la geografía del país. Se hace difícil explicar el desarrollo de la actividad manufacturera del sector sin conocer los lugares en los que se ha originado. Con motivo de las próximas elecciones municipales, previstas para finales de mayo, Modaes.es emprende un viaje por los principales polos del textil, la confección, la piel y el calzado de España para realizar una panorámica sobre el vínculo que han tenido y todavía tienen con las diferentes industrias de la moda.


 

 

 

Chanel, Dior, Loewe, Givenchy, Prada, Lanvin o Comme des Garçons son nombres habituales en Ubrique. No están escritos en ningún lugar, pero son un secreto a voces. Esta localidad gaditana, situada en medio de dos parques naturales, se ha erigido como uno de los polos manufactureros más importantes de Europa para la industria del lujo. En Ubrique, donde hay al menos 200 empresas dedicadas a la piel, todo el mundo está vinculado de una manera u otra al sector. La tradición artesanal pesa, pero el futuro pasa por evolucionar esta materia prima de manera técnica y conceptual.

 

Los ubriqueños dan media hora de margen a un recién llegado para una cita. Dan por hecho que, en algún punto entre el aeropuerto de Sevilla y el municipio, todo aquel que va por primera vez, va a perderse. Incluso con navegador. Ubrique no está de paso y está lejos de ser un enclave de caminos. A esta localidad gaditana hay que ir expresamente. Y pese a ello, este pueblo se ha erigido como una de las mayores fábricas de bolsos de lujo del continente. Entre sus pilares se encuentran Invercumbre, Dimopel, Hermepiel, Havana Piel, Artilab o Pérez Álvarez, entre otros.

 

Ubrique tiene una población de 16.615 habitantes. En las últimas dos décadas, el municipio ha perdido un 8% de su ciudadanía, tras superar a mediados de los noventa el listón de los 18.000 ciudadanos, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

 

 

 

En septiembre de 2018, había en la localidad 2.221 desempleados. Desde 2013, el paro en el municipio ha seguido una tendencia bajista continuada, según el Ministerio de Empleo y Seguridad Social. La renta media bruta en el municipio se situó en 2016 en 17.589 euros, un 2,7% más que en el año anterior.

 

Al frente del Ayuntamiento de Ubrique está Isabel Gómez García, quien tomó la alcaldía en las anteriores elecciones municipales de 2015 por el Psoe con mayoría absoluta. Licenciada en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad de Sevilla, Gómez ha desarrollado su trayectoria profesional en el ámbito de la administración pública. En 1999 entró en el consistorio de la localidad como concejala de Hacienda, Personal y Juventud.

 

La alcaldía de Ubrique ha estado reñida en los últimos años. Gómez arrebató hace cuatro años el puesto de principal edil a Manolo Toro, del Partido Popular (PP), y este, a su vez, sustituyó en 2011 a Antonio Jesús Ruiz, del Partido Andalucista (PA). En las próximas elecciones municipales, Gómez y Toro vuelven a batirse, mientras que por el Partido Andalucista se postula José Antonio Bautista.

 

El diálogo entre el sector y el consistorio es directo y fluido, a pesar de no haber un plan específico sobre la mesa. En el ámbito autonómico llegó a definirse una estrategia sectorial para el municipio con el anterior equipo de gobierno del Psoe, que se llamó Ubrique Creativa. Sin embargo, con el cambio de color al frente del Ejecutivo andaluz, el proyecto quedó en stand by y sin dotación presupuestaria.

 

 

 

A golpe de ‘patacrabra’

A Maribel Lobato, fundadora y actual responsable del Museo de la Piel de Ubrique, le hicieron hace unas semanas una curiosa petición: un ciudadano del municipio le pidió donar su patacrabra con la condición que se incluyera en el registro local de patacrabras con el número 200. Quedan sólo tres números para alcanzar este listón, así que Lobato accedió.

 

El patacrabra es el instrumento que tiene todo aquel ubriqueño que trabaje en la piel. En la recepción del museo, dan la bienvenida 196 patacrabras que cuelgan del techo en una instalación llamada La patacabra jubililada y que se trata de una puesta en valor de todos los trabajadores del pueblo en la industria de la piel. Todas tienen sus propios nombres y apellidos, y aunque de lejos parezcan herramientas de madera iguales, cada una de ellas está moldeada por el gesto repetitivo realizado durante años por su dueño.

 

Se trata de una herramienta desarrollada por los propios artesanos de Ubrique con un nombre tan singular como el resto de palabras que componen un lenguaje característico de esta localidad, que incluso ha dado lugar a una tesis doctoral. Chabetín, el cuchillo para cortar; pañete, el delantal, o liara, el recipiente para el almidón, forman también parte de este vocabulario particular de Ubrique.

 

 

 

 

Un estudio de la Universidad de Sevilla calificó la zona como la Comarca milagro por haber logrado apuntalar su crecimiento sobre sus propios recursos naturales. La propia industria de la piel es parte del entorno. Lozano empieza la visita hablando de alcornoques, lluvia y cal, argumentando que ha sido el lugar el que ha dado la piel.

 

Por un lado, el municipio está franqueado por el parque natural Los Alcornocales, una de las mayores reservas de alcornoques de Europa, y por otro lado, por el parque natural de la Sierra de Grazalema, uno de los enclaves más lluviosos de España y de piedra caliza. La sierra caliza ha dado un agua rica en cal que ha sido clave para curtir la piel, mientras que los alcornoques aportaron los taninos con que tratarla. Ubrique fue también lugar de paso y zona de bandoleros. Estos elementos, de por sí inconexos y arbitrarios, combinados entre sí con ingenio, arrojaron una de las mayores industrias de la piel en España.

 

Lozano asegura con firmeza que la piel en Ubrique ha existido “desde siempre”, remontándose al paso de los romanos por el lugar e incluso más allá. Del primer taller hay constancia en el Catastro de la Ensenada de Madrid y fecha de 1752. La pieza más antigua que recoge el museo es un preciso, un pequeño monedero con una larga hebilla que se ataba al cinturón y en el que se transportaba lo preciso para hacer fuego.

 

 

 

Después del preciso, el siguiente artículo estrella de la piel ubriqueña fue la petaca para llevar el tabaco de liar. Las petacas dieron nombre a los petaqueros y las petaqueras, con el que aún se conocen los trabajadores de la piel del lugar. El tercer elemento histórico de Ubrique fueron los pasaportes, que le dieron magnitud global.

 

El punto de inflexión llegó en la década de los sesenta con la construcción del pantano de los Hurones, que obligó a dejar a curtir por miedo a contaminar las aguas. En la actualidad, la mayoría de las pieles que se trabajan en Ubrique proceden de Igualada (Barcelona). El cese de esta actividad, sin embargo, surgió con el auge de otro de sus productos fetiche: el bolso. Explica Lozano que fueron las mujeres que limpiaban las mesas de trabajo las que tuvieron la idea de crear bolsos con los cachitos de pieles restantes.

 

El boom empezó de la mano de dos estrasperlistas omacuteras que compraban mercancías en Gibraltar que luego revendían por los pueblos de los alrededores. En Gibraltar los bolsos desataron tal revuelo que empezó a apuntalarse el inicio de una nueva era industrial en el municipio. Poco después, el empresario ubriqueño Manuel Coronil fue el artífice de unir el saber hacer de la piel en el municipio con las grandes casas de costura de la época, acercando por primera vez a esta localidad gaditana a firmas como Christian Dior o Cartier.

 

En la actualidad, esta misma geografía que levantó la industria marroquinera en la localidad, también es la que está frenando su crecimiento. Uno de los retos con los que se topa actualmente el sector en el lugar es la falta de espacio para extender las factorías o abrir de nuevas. La bonanza actual por la que atraviesa el sector ha empezado a extender la manufactura más allá de las fronteras ubriqueñas hacia las poblaciones colindantes.

 

 

 

La tabla de salvación del lujo ‘made in Europe’

En Ubrique, los grandes grupos internacionales del lujo que fabrican en el lugar mantienen una relación cada vez más estrecha con sus proveedores locales e incluso con los talleres de dimensiones más reducidas que les dan servicio. La estacionalidad no es tan acusada como en épocas anteriores, con la entrada de colecciones cápsula, lo que ha dado una mayor estabilidad al sector.

 

La localidad vive en primera persona la neo relocalización. Después del éxodo de la producción hacia China que empezó a mediados de la década de los noventa, las grandes marcas internacionales de lujo regresan a Ubrique, pero con otras reglas. “Ya no hacen producciones largas, como las que se llevaron a China, sino que vienen a Europa para realizar series más cortas con las que asumir menos riesgos”, apunta Javier Gallego, director general del Centro Tecnológico de la Piel de Andalucía (Movex).

 

Según Gallego, también les ha beneficiado que China se haya convertido en el segundo mayor mercado del mundo para la industria del lujo y demande producto hecho en Europa y no en su país. El directivo no recuerda con nostalgia el boom de la piel en la localidad de las décadas de los setenta y los ochenta, sino que se empeña en mirar hacia el futuro. “Muchas marcas trasladaron gran parte de su producción a Asia y sirvió de criba natural para el sector, para dejar en activo sólo a los más profesionales”, afirma.

 

 

 

 

Según datos de Movex, existen en Ubrique 200 altas en el Índice de Actividades Económicas. Una cifra nada desdeñable para una localidad que no alcanza los 17.000 habitantes. Las grandes factorías pueden llegar a emplear hasta 2.000 trabajadores y a producir hasta 12.000 unidades al mes. Las pequeñas, por su parte, se han ido especializando para dar servicios muy concretos a las de mayor tamaño.

 

Sin embargo, pese al buen momento por el que atraviesa esta industria en la localidad, debe encarar también varios retos de futuro para garantizar su continuidad. Uno de estos pasa por desmarcarse del lujo y abordar otros segmentos del mercado, siempre en la gama más alta. “Para garantizar el futuro no podemos centrarnos sólo en el lujo”, defiende Gallego, quien sostiene que para mantener una cantera de personal muy cualificado es preciso continuar trabajando con piezas sofisticadas y complejas.

 

Según el directivo, están centrando su trabajo en la captación de marcas del segmento premium, pero con un elevado componente en tendencia. “Queremos aquellas marcas a los que todos los demás miran, incluso el lujo, aquellas a las que a veces se copia y, otras veces, se compra”, señala el ejecutivo. Algunas de este segmento que han empezado ya a trabajar en Ubrique son Inés Figueredo, Niels Peeraer, Palomo Spain o Jorge Penades.

 

 

 

Otro reto de la industria local es la creación de marcas propias. Hasta ahora, la propia actividad manufacturera ha arrojado algunas, como El Potro, Carla Sade, Barada, Pielfort, Petusco, El Trote o Esperanza Romero. Pero pese a tener la misma materia prima que los gigantes del lujo, su posicionamiento dista de ser el mismo.

 

Sin embargo, empieza a consolidarse una nueva horneada de diseñadores en torno a Ubrique que puede dar un vuelco a esta realidad. Entre ellos se encuentran start ups nacidas en el lugar, como Mr Handcraft, pilotada por Carlos Olmedo, o Colourfield, de Eduardo García.

 

En esta misma línea, Movex ha puesto en marcha otras dos iniciativas para avanzar técnicamente y conceptualmente el universo de la piel. Por un lado, el centro tecnológico ha empezado a estrechar lazos con escuelas de diseño para atraer al talento emergente, mostrarles la piel como una materia prima alternativa y sostenible y profundizar el trabajo creativo. La institución mantiene ya una colaboración continuada con el Flandes Fashion Institute, IED y el Instituto Francés de la Moda.

 

 

 

 

Por otro lado, ha creado un laboratorio de innovación en el que se invita a los creativos a experimentar con la tecnología de la que dispone el centro y con materiales que ceden las fábricas. De este trabajo han surgido innovaciones como la impresión digital sobre piel, una bandolera elástica o bolsos con base en 3D.

 

El relevo generacional es otro de los desafíos de la industria de Ubrique. A pesar de que mano de obra no falta en el sector, para los puestos que requieren de un mayor conocimiento, el relevo es complejo. “Falta la última generación”, asegura Gallego, quien explica que muchos de los jóvenes menores de treinta años subieron al boom de la construcción y ahora el sector aqueja una cierta falta de dignificación.

 

Por otro lado, la automatización de procesos y la robotización también han empezado a entrar en las factorías. Por el momento, sólo las mayores empresas lo han incorporado, aunque hacen de tractor del resto y empieza a percibirse en las plantillas un trasvase de batas azules a otras de blancas. Uno de los factores que presiona en este sentido es el interés cada vez mayor de los grandes grupos del lujo por medir y cuantificar a sus proveedores, ya sea por ganar eficiencia, transparencia y sostenibilidad.

 

“Antes se contrataba por unidades, pero esto está cambiando”, explica Gallego. “Cada vez es más habitual la contratación por horas, según sea la estructura de la fábrica, sus metros cuadrados, el personal, su capacidad, porque de esta manera se evita la subcontratación”, apunta el directivo, quien subraya que, al final, se trata de una cuestión de seguridad jurídica. La seriedad en esta cuestión ha llegado a tal punto que todos aquellos artículos que no llegan al mercado de consumo se destruyen bajo acta notarial.