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Suelas rojas, color azul y estampado de cuadros: la moda defiende sus iconos en los tribunales

Iria P. Gestal

10 sep 2015 - 04:51

Tiffany

 

 

H&M e Yves Saint Laurent se verán hoy en los tribunales para escuchar la sentencia que pondrá fin a una batalla de seis años, después de que el grupo sueco solicitara que se cancelara el registro de los diseños de dos bolsos de la casa francesa porque éstos no tenían valor distintivo. Este es sólo un caso más en la larga lista de disputas judiciales entre compañías de moda, siempre en guardia tratando de proteger los signos que las definen. La suela roja, un estampado de cuadros, el color azul o incluso el término vente privee (ventas privadas) pueden parecer señas comunes, pero para muchas marcas es un símbolo inequívoco de su identidad por el que luchan con uñas y dientes. Pero, ¿puede un color o un nombre común ser de uso exclusivo de una compañía?

 

La última en acudir a la justicia ha sido Tiffany, que ayer salió victoriosa en una demanda que había interpuesto a Costco en 2013 por el uso de la palabra tiffany en anillos de pedida. Costco defendía que tiffany se podía considerar un genérico para anillos estilo solitario, pero la corte falló a favor de la compañía de joyería.

 

“Estamos acostumbrados a marcas que son nombres, pero también hay otros signos, como colores o formas, que se pueden utilizar como marca”, explica Cristina Mesa, asociada senior en el departamento de propiedad industrial e Intelectual de Garrigues. Este es el caso, por ejemplo, del envoltorio con forma triangular de las chocolatinas Toblerone y también el de firmas como Tiffany o Louboutin que han tratado de defender su color como una marca registrada.

 

“Como son marcas muy raras, la gente no se da cuenta de que lo son, hasta que otro las utiliza”, explica Mesa. De hecho, este tipo de signos de identidad no se pueden registrar desde su creación, sino cuando ya se crea una conciencia en el consumidor de que ese color o esa forma corresponden a una marca.

 

 

 

 

“Hay que tener claro que una marca sirve para designar el origen de un producto, el fabricante”, continúa Mesa. “Un color no lo puedes registrar desde el principio, porque no tiene distintividad”, explica la abogada. Con el uso intensivo, esos signos logran distintividad sobrevenida, lo que ya permiten a sus creadores registrarlos como marca y defenderse de copias frente a los tribunales.

 

Ante el posible plagio, los abogados realizan a estudios demoscópicos y publicaciones para demostrar que el público reconoce el símbolo como distintivo de una compañía o fabricante, pero si no se demuestra, el juez puede incluso reconsiderar el registro del color o forma como una marca.

 

Eso fue lo que le ocurrió a la compañía de calzado Christian Louboutin, cuya batalla por la defensa de su suela roja tardó un año y medio y resolverse. En abril de 2011, la empresa francesa denunció a Yves Saint Laurent por utilizar suelas de color rojo en los modelos Tribute, Palais y Woodstock, y exigía una compensación de al menos un millón de dólares.

 

En agosto de ese mismo año, el juez rechazó su petición y cuestionó la validez del registro de la suela roja del creador. “Si Louboutin posee el rojo chino para la suela exterior en los zapatos femeninos de diseño, otro diseñador pude igualmente reclamar el uso exclusivo de otro tono de rojo, o incluso el color de Louboutin para la suela interna, mientras que otro podría, como lo colonizadores del mundo de eras pasadas dividiendo territorios y mercados conquistados, colocar su bandera sobre todo el tacón para su rojo chino”, apuntó entonces el juez.

 

Louboutin apeló la decisión del magistrado y, un año después, ganó la batalla. Los tribunales le dieron la razón, permitiéndole proteger el uso del color rojo en la suela de los zapatos, siempre y cuando esa parte del calzado no sea de ese color por sí misma.   

 

Sin embargo, la compañía francesa sí tuvo que pagar a la filial de Zara en Francia en compensación por una demanda similar. Louboutin denunció a la cadena de Inditex por supuesta falsificación y competencia desleal, al vender unos zapatos similares a su modelo Yo Yo también con la suela roja.

 

La corte de casación, la última instancia a la que apelar en Francia, ratificó la sentencia de 2011, en la que el juzgado decía que los términos de registro de marca del color de las suelas eran muy vagos y no contenían ni una referencia de color Pantone. Aunque para cuando se dictó la sentencia contra Zara, Louboutin ya había añadido ese requisito, la corte de casación falló a favor del gigante gallego porque no existía riesgo probado de que se confundieran los zapatos de Louboutin con los de la cadena de gran distribución, que se comercializaron a un precio de 49 euros.

 

Otro de los casos más sonados fue el de Louis Vuitton, que quería proteger como marca el dibujo del damero. La compañía alemana Nanu-Nana pidió la anulación de la marca registrada por la casa francesa, un dibujo de cuadros en beige y marrón. La división de anulación de la Oficina de Armonización del Mercado Interior (Oami) estimó la petición, considerando que Louis Vuitton no había demostrado que la marca había adquirido carácter distintivo por el uso.

 

 

 

 

La compañía francesa, propiedad de LVMH, recurrió sin éxito la decisión de la Oami, y después apeló al Tribunal General de la Unión Europea, que a comienzos de este año desestimó su demanda. Según el tribunal europeo, el damero es “un dibujo figurativo básico y banal”, que además coincide con el dibujo tradicional del damero, que ha existido siempre.

 

Caso diferente fue el de la plataforma de ecommerce Vente Privee. La compañía gala fue denunciada en 2013 por su competidor, Showroomprive, que denunció ante los tribunales que la expresión vente prive (ventas privadas, en francés) no puede ser marca y genérico a la vez.

 

En un principio los tribunales fallaron a favor de Showroomprive, pero finalmente la corte de apelación francesa falló que Vente Privee es una marca y que el grupo puede utilizarla y protegerla como tal. Sin embargo, el tribunal liberó el genérico vente privee, apuntando que no puede ser de uso exclusivo de Vente Privee.

 

En este sentido, Mesa apunta que lo que no se puede es “registrar una marca que haga referencia al producto, por ejemplo, registrar tabla de surf como el nombre de una marca de tablas de surf”, explica. “Eso garantiza que una persona no pueda monopolizar una palabra para el comercio que es necesaria para su uso”, apunta. “En el mismo ejemplo, no tendría sentido que cualquiera que quisiera vender tablas de surf, tuviera que pedir permiso al dueño de la marca para utilizar la palabra”, concluye.

 

Pero no sólo hay problemas cuando un genérico se convierte en marca, sino también (y esto es quizás más habitual), cuando ocurre en dirección contraria. “Lo llamamos ‘morirse de éxito’”, explica Mesa. Ocurre cuando el nombre de una marca se utiliza como genérico, generalmente cuando el producto es muy novedoso. Ocurrió con Lycra, papel Albal e incluso las chaquetas tipo Chanel.

 

“Cuando la marca se ha vulgarizado, ya nos e puede distinguir el origen”, señala Mesa. “Apple lo hizo muy bien en este aspecto: cuando crearon el iPad, no existía nada parecido, y lo que hicieron fue inventarse también el genérico, tablet”, añade.