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‘Show me the money’: moda y financiación, más allá de la banca

El sector se acerca a nuevas formas de captar recursos tras años con una excesiva dependencia de la marca y encuentra las puertas de los inversores abiertas.


Iria P. Gestal/ L. Molina

12 feb 2018 - 04:40

 ‘Show me the money’: moda y financiación, más allá de la banca

 

Business angels, Marf, bonos, bolsa o venture capital eran hasta hace muy poco palabras casi desconocidas en las compañías españolas de moda. Pero la etapa de dependencia casi total del sector bancario comienza a quedar atrás, y las posibilidades alternativas para captar recursos son cada vez más frecuentes en el sector, que encadena un récord de operaciones corporativas en apenas un lustro. Modaes.es realiza, a lo largo de una serie de reportajes, una radiografía de las fuentes de financiación al alcance del sector: desde el confirming hasta el asset based learning.

 

Tamaño, riesgo moda y poca profesionalización. Estos son tres de los principales vectores que, hasta ahora, habían mantenido alejados al sector de la moda y al capital, más allá de la clásica financiación bancaria y, por otro lado, a la baja disposición de las empresas a dar entrada a socios externos. Pero los polos comienzan a acercarse: el crecimiento del sector, la liquidez en el mercado y los casos de éxito han acelerado el acercamiento de la moda a nuevas y cada vez más complejas formas de financiación.

 

La diversificación del acceso a capital se ha acelerado en todos los sectores desde la crisis, motivada por el endurecimiento de las condiciones de los bancos y el riesgo de una excesiva dependencia de los créditos tradicionales, aunque España continúa yendo por detrás de Europa.

 

En la zona euro, los préstamos han pasado de copar el 70% de la financiación de las empresas entre 2002 y 2008 a representar sólo el 35% en 2016, según datos del Banco Central Europeo.

 

 

 

En Estados Unidos los canales alternativos a la banca siempre han tenido más peso, pero aun así también han aumentado. Antes de 2009, el crédito suponía el 40%, pero en los últimos años ha bajado hasta el 25%. En España, en cambio, la tasa se mantiene estancada en el 79%.

 

En moda, hay tres factores añadidos que tradicionalmente han motivado esta dependencia de las empresas de los recursos bancarios. El primero de ellos es el tamaño: el 45,65% de las compañías de textil, confección o calzado en España no tienen ningún trabajador en plantilla, y el 39,59% tienen menos de diez empleados.

 

Esto deja fuera gran número de mecanismos de financiación que sí han sido más utilizados en por empresas de moda de otros países, como la emisión de bonos o la salida a bolsa. “En España, en general, la financiación es menos sofisticada porque las empresas son más pequeñas y les da miedo acudir a fuentes menos conocidas; por otro lado, a los fondos tampoco les compensa”, asegura Gerhard van der Vorst, director de la oficina española de Gordon Brothers, especializada en financiación en base a activos.

 

 

 

 

Al tamaño se suma la poca profesionalización del sector, pilotado en gran parte por

emprendedores sin formación económica. Además, la moda tiene lo que los inversores llaman “riesgo moda”, señala Mikel Bilbao, socio de GBS Finanzas.

 

El experto explica este factor como el riesgo de que el cambio en las tendencias impacte en las ventas de una empresa. “Aunque, en la realidad, este riesgo no es tal porque no existen compañías que se hundan por no vender una colección, pero es muy difícil explicárselo a terceros”, apunta el Bilbao.

 

Sin embargo, el sector también tiene factores atractivos para la inversión, como su escalabilidad (si funciona una tienda, es muy replicable) o su capacidad de generar caja. A esto se suma que, en un contexto en que el consumo crece más que el Producto Interior Bruto (PIB), todos los ojos están puestos en las compañías de retail.

 

 

 

 

Los perfiles de las empresas también han cambiado: muchas se han visto obligadas a profesionalizarse durante la crisis y las empresas familiares están ya muchas en manos de la segunda o tercera generación.

 

Las empresas se han ido abriendo cada vez más, porque se han dado cuenta de que si viene otra crisis será mejor que te pille más profesionalizado e internacionalizado, aunque por el camino hayas tenido que abrir el capital”, apunta Juan Luis Ramírez, socio fundador de Portobello Capital y presidente de la Asociación Española de Capital, Crecimiento e Inversión (Ascri).

 

En paralelo, el nacimiento de nuevos modelos de negocio, en particular los nativos digitales, ha abierto la puerta a formas de financiación como los business angels, más reticentes a invertir en retail físico.

 

 

Aunque ya había habido casos puntuales, sobre el terreno, este cambio en los métodos de financiación comenzó a extenderse en plena crisis: sólo entre 2013 y 2014, Privalia dio entrada a un socio a su capital, Pepe Jeans se alió con Morgan Stanley para explorar su venta y Bimba y Lola recibió una inyección del Instituto de Crédito Oficial (ICO).

 

Los últimos años han concentrado un récord histórico de operaciones corporativas de la moda española, desde Desigual a Tous, pasando por El Corte Inglés, y, sólo en el último año, Grupo Cortefiel y Pronovias.

 

La tendencia se está extendiendo, además, más allá de los gigantes, y ha llegado a empresas como Ecoalf, El Ganso, Bimba y Lola o la empresa especializada en moda infantil Tuc Tuc, que pasó a manos del fondo Endurance Partners.

 

En paralelo, también ha habido operaciones de rescate de empresas que se han visto obligadas a buscar a contrarreloj financiación alternativa. Es el caso de Amichi y Marypaz, que fueron adquiridas por el fondo Black Toro.

 

La moda española abre una nueva etapa, en un entorno complejo, con nuevos canales, nuevos mercados, nuevos perfiles de directivo y, también, nuevas vías para captar recursos. Tras décadas dependiendo de los bancos, los fondos, los bonos, la bolsa, los business angels o las aceleradoras se convierten ahora en los nuevos aliados del sector.