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‘Show me the money’: fondos de inversión, un ‘matrimonio de conveniencia’ para crecer o salir del atolladero

El número de operaciones de entrada a fondos en empresas españolas de moda se ha disparado. Pese a su naturaleza cíclica y el retorno tardío de la inversión, el sector ha atraído a los vehículos inversores gracias a ambiciosos planes de internacionalización y su escalabilidad.  

L. Molina / Iria P. Gestal

19 feb 2018 - 04:49

Fondos de inversión: un ‘matrimonio de conveniencia’ para crecer o salir del atolladero

 

 

Business angels, Marf, bonos, bolsa o venture capital eran hasta hace muy poco palabras casi desconocidas en las compañías españolas de moda. Pero la etapa de dependencia casi total del sector bancario comienza a quedar atrás, y las posibilidades alternativas para captar recursos son cada vez más frecuentes en el sector, que encadena un récord de operaciones corporativas en apenas un lustro. Modaes.es realiza, a lo largo de una serie de reportajes, una radiografía de las fuentes de financiación al alcance del sector: desde el confirming hasta el asset based learning.

 

La moda mira a los fondos de inversión con ojos renovados. Al calor de la recuperación económica en España y las mejores perspectivas para el consumo, estos vehículos se han alzado como una alternativa a la financiación bancaria. Su capacidad de aportar equity y  know how es un valor cada vez más buscado en compañías inmersas en planes de internacionalización o bien aquellas que atraviesan situaciones complejas.

 

“En Europa, más del 50% de la financiación a largo plazo proviene de fondos, mientras que en Estados Unidos el ratio alcanza el 90%”, explica Juan Luís Ramírez, socio fundador de Portobello Capital. 

 

En el último año, las operaciones de entrada a fondos de inversión en empresas del sector se han multiplicado, por el mayor interés de los unos y la necesidad de los otros. La familia Palatchi cedió el control de Pronovias al fondo BC Partners, Vivarte vendió Merkal a OpCapita, su primera incursión en calzado, y Eurozeo se hizo con una participación mayoritaria en el fabricante murciano de fragancias Iberchem. Sólo en 2017, se cerraron más de veinte operaciones en el país.

 

 

 

 

Se deben distinguir entre dos tipos de fondos: los de deuda y los de capital riesgo. Los primeros ofrecen financiación a las empresas a largo plazo para que desarrollen su plan de negocio, de modo que su permanencia en el capital de la compañía suele ser más extensa. En cambio, los de capital riesgo toman participaciones para luego venderlas con fuertes plusvalías, incluyen procesos de transformación profunda de las empresas participadas y planean su salida de la compañía con antelación.

 

Al contrario que lo que sucedía en la era precrisis, los inversores encuentran ahora empresas más maduras y estructuradas, que han atravesado los años más difíciles para la economía y el consumo en España desde hace décadas. Además, muchas de ellas se han internacionalizado a lo largo de los últimos años, elevando el peso de los mercados exteriores en el negocio en detrimento del doméstico.

 

“Frente al capital semilla, muy en boga hace cinco años, ahora la inversión se centra en el capital crecimiento o capital expansión”, explica Sergio Sánchez, de la aceleradora financiera Value-on, dedicada a ayudar a terceras empresas a crecer mediante la aportación de fondos o bien apoyando la gestión económica.

 

 

 

 

El principal factor que buscan los fondos a la hora de tomar participaciones es el potencial de crecimiento, así como si se ven claras oportunidades para acelerarlo. En segundo lugar, aunque no menos relevante, los vehículos inversores se fijan en el equipo directivo y su capacidad de gestión.

 

 “El que sea una empresa familiar puede ser un hándicap”, afirma Ramírez, de Portobello. En el caso de empresas con dificultades financieras, “un fondo que tiene experiencia seguramente lo hará mejor que un particular, que son incapaces de reestructurar una plantilla”, añade. El directivo señala además que uno de los requisitos que se demandan desde los fondos es la disciplina y el “ser exquisito a la hora de contabilizar, reportar y pagar los impuestos que corresponden”.

 

Más allá del crecimiento y el equipo, los fondos piden una cierta envergadura económica, si bien también los hay especializados en operaciones más pequeñas. “Un business angel suele invertir cuando rondas los tres millones de euros de ebitda; a partir de ahí, empiezas a hablar con fondos”, dice Mikel Bilbao, socio de GBS Finanzas desde 2008 y, anteriormente, al frente del sector consumo en el fondo británico 3i.

 

 

 

 

La financiación que aportan los fondos de inversión suele conllevar un interés que oscila entre el 9% y el 13%, según Bilbao, bastante por encima que el de la financiación bancaria. Esto se debe a que los riesgos asumidos son mayores, dado que no se garantizan con activos. No obstante, la tasa es muy inferior a la que suele demandar un private equity, que suele superar el 25%. 

 

Sánchez de Value-on sostiene que los fondos de inversión que invierten en una fase de crecimiento suelen mantener su participación entre cinco y siete años. Una vez pasado ese periodo, la mayoría salen del capital a través de una ampliación de capital o, en el caso de ser el accionista de referencia, con la venta del negocio por un importe superior al de su adquisición.

 

En cambio, el socio de GBS señala que en el caso de las grandes operaciones como la de Pronovias, el componente geográfico ya cambia, porque “se trata de empresas que operan en un mercado global, de moda que las valoraciones son casi iguales que en el caso de las firmas europeas o americanas”.

 

 

De L Catterton a Permira: los fondos que observan la moda

L Catterton, fundado en 1989 y con más de 14.000 millones de dólares (11.2016,8 millones de euros) en cartera, es uno de los pocos fondos de inversión especializados exclusivamente en el negocio de la moda.

 

L Catterton adoptó su nombre actual a principios de 2016, tras la fusión entre L Capital, brazo inversor de LVMH, y Catterton. Entre sus participadas en moda se encuentra la española El Ganso, donde cuenta con una participación del 49%, así como la italiana Pinarello, la danesa Ganni, en ambos casos accionista mayoritario, y la argentina Rapsodia, donde ostenta una participación minoritaria.

 

Además, existen numerosas gestoras de fondos operan con vehículos especializados en retail o que han realizado varias operaciones en el sector. 

 

 

 

Es el caso de Permira, que opera desde hace más de treinta años y acumula un capital comprometido de 32.000 millones de euros. La gestora estuvo hasta el pasado julio en el accionariado de Cortefiel y, anteriormente, realizó inversiones en la alemana Hugo Boss y la británica New Look. En la actualidad, su única inversión actual en moda es en la compañía de calzado Dr Martens.

 

CVC Capital Partners, por su parte, opera con una decena de fondos en Europa y otros seis en Asia-Pacífico, y gestiona capital privado de más de 300 inversores, el 89% estadounidenses. La gestora cuenta en la actualidad con una única inversión en moda, Grupo Cortefiel, así como en las empresas de cosmética Douglas y PDC Brands.

 

Carlyle, uno de los mayores gestores de fondos del mundo, también ha elevado su apuesta por la moda en la última década. El fondo, que sólo entra en empresas con la mayoría, se hizo con el 48% de la italiana Moncler en octubre de 2008 a través de su fondo Carlyle Europe Partners III y vendió parte de su participación al fondo galo Eurozeo en 2011.

 

Posteriormente, en julio de 2012, Carlyle se hizo con el 70% de la también italiana Twin-Set a través de Europa Partners II. En 2015, elevó su participación en el capital hasta el 90% y, en 2017, tomó el control del 100%. La gestora también tiene en su cartera a la italiana Golden Goose y, a finales de 2017, entró con una participación minoritaria en la neoyorkina Supreme.