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Purificación García: “Hay que escuchar a la calle, no creo en eso de adelantarse al consumidor”

 

Purificación García trabaja desde1998 para la familia Domínguez, tras la adquisición de Sociedad Textil Lonia. La diseñadora no compite en el sector del lujo, pero tampoco lo hace con Zara.

Ana Belén G. Boiza

17 feb 2020 - 04:47

Purificación García: “Hay que escuchar a la calle, no creo en eso de adelantarse al consumidor”

 

 

 

Creatividad, sostenibilidad, big data o Rosalía. El diseño es la piedra angular del sector de la moda. A lo largo de 2020, Modaes.es publicará una serie de entrevistas con los principales diseñadores de moda en el país para debatir sobre las tendencias más relevantes del sector en la actualidad y analizar cómo evoluciona el papel del diseño a medida que el sector se transforma.

 

 

Diseñadora independiente hasta que, en 1998, la adquirió Sociedad Textil Lonia. Purificación García trabaja desde hace más de veinte años para la familia Domínguez. Aunque considera que esta unión ha enriquecido su trayectoria, Purificación García defiende la necesidad de diseñar sin pensar en números. Pese a ello, cree que en el equilibrio de fuerzas entre creativo y gestor siempre gana el empresario. Su fama la catapultó un bolso, un accesorio que en su opinión “hace mucho que va por libre”. Sobre personalización, para Purificación García este concepto se debe distanciar del low cost. Esta diseñadora no compite en el sector del lujo, pero tampoco lo hace con Zara.

 

 

Pregunta.: ¿Qué echa de menos de cuándo empezó a diseñar?

Respuesta.: Cuando empecé todo era más personalizado. Hacía diseños para obras de teatro, para películas, para amigas… Así fue como empecé, no hacía grandes cadenas de producción como ahora. Me he ido adaptando a cada momento, y también a este me adaptaré.

 

P.: ¿Qué tiene el momento actual que no tenga el de antes, cuando empezó en la industria de la moda?

R.: Antes estaba sola y ahora trabajo dentro de un grupo (Sociedad Textil Lonia). Con un grupo de diseño tienes que pasar por varias manos hasta decidir ciertas cosas. Se dialoga mucho con los diseñadores de cada departamento y es una lluvia de ideas continua. Esto es muy enriquecedor, pero también es bastante complicado porque se alarga más el proceso al tener que esperar más tiempo para poder decidir.

 

P.: ¿Qué otras peculiaridades tiene trabajar para un gran grupo?

R.: Es muy enriquecedor porque escuchas a todo el equipo, que piensa y tiene ideas diferentes. Esto, a la larga, es muy bueno para la colección.

 

 

 

 

P.: En el equilibrio de fuerzas entre creativo y gestor, ¿gana siempre el gestor?

R.: Gana el empresario. El diseñador siempre está a la expensa de los números y los números son realmente los que siempre ganan porque son los que te dictan el camino por el que tienes que ir. El diseñador no es libre de hacer lo que quiere, porque tiene que estar estudiado por un departamento concreto. En nuestro caso, el proceso es muy largo: desde que se compra un tejido, se presenta la colección y llega a las tiendas pueden pasar hasta tres meses.

 

P.: ¿El diseñador tiene, entonces, que crear pensando en los números?

R.: No, porque si lo haces es cuando realmente te frenas.

 

P.: Hace años que no hay una macrotendencia. ¿Está todo ya inventado?

R.: Se podría decir que sí porque la moda es cíclica. Pero hay algo que puede darle la vuelta o cambiarle. Por ejemplo, en un patrón puedes poner un botón, hombreras… Mientras lo hagas en el momento adecuado, todo vale.

 

P.: ¿El creativo debe hacer el escandallo de la prenda?

R.: No, el escandallo lo hace la persona de márketing. Hay una ficha técnica donde el diseñador anota todos los problemas técnicos de la prenda, pero después pasa a otro departamento que es el de escandallo.

 

 

 

 

P.: Usted está presente en todo el mundo. ¿Se diseña igual para Asia y para Europa?

R.: Sí, estamos en un momento global. Antes sí se creaban patrones especiales. Por ejemplo, para los alemanes, que son mucho más altos, y para los asiáticos, que son más bajos. Pero ahora la colección es la misma para todos los sitios.

 

P.: Ahora se habla mucho de la personalización. ¿Se imagina un mundo donde todo sea personalizado?

R.: Se está haciendo ya en la mediana y alta costura. Pero entre el low cost y la personalización hay un abismo: no es lo mismo personalizar una prenda, que personalizar el diseño para una persona. Ahora se personaliza una prenda en la noche, si es para un bautizo o si es un encargo especial. Nosotros, por ejemplo, si nos hacen un encargo para ir a una boda tomamos nota del evento al que va a acudir para evitar que varias clientas lleven el mismo vestido.

 

P.: ¿Tiene sentido que el cliente pueda decidir en el diseño del producto y diseñar junto al creativo?

R.: No, el cliente no entiende de producción ni tampoco de crear patrones. Sería muy difícil.

 

P.: ¿Hay que adelantarse al consumidor o escuchar a la calle?

R.: Es un equilibrio entre ambos. Evidentemente hay que escuchar a la calle, yo siempre he escuchado al cliente. No creo en esto de adelantarse.

 

 

 

 

P.: Antes hablaba de que trabajan a ritmos muy rápidos. ¿Se puede escapar del fast fashion, de la moda rápida?

R.: No es nuestro caso. Lo respeto porque todo es válido, pero nosotros trabajamos para otro tipo de clientes. Yo no entiendo de temporadas, para mí una colección es igual a invierno o verano y es igual a la noche o el día. Una colección depende de cómo tú la quieras usar y de cómo la interpretes.

 

P.: ¿Para vender bolsos es imprescindible hacer una colección de ropa, aunque no sea rentable?

R.: No necesariamente. El accesorio hace mucho que va por libre. Mis hijos, por ejemplo, sólo venden bolsos y es un éxito.

 

P.: ¿La marca es más importante que el producto?

R.: No creo. Pero depende del mercado al que vayas dirigido, si es un mercado de lujo te diría que sí.

 

P.: ¿Es mejor invertir un euro en márketing o invertirlo en mejorar la piel del bolso?

R.: En mejorar la piel del bolso. Aunque los más jóvenes invierten en márketing.

 

P.: Pero luego hubo el fenómeno de la ‘logo manía’…

R.: Pero eso ya se ha calmado. Una cosa es personalizar y otra llevar el logo encima.

 

 

 

 

P.: ¿Qué han hecho ustedes en el camino hacia la personalización?

R.: Nada. Me lo he planteado en alguna ocasión, pero es complicado porque ralentiza la cadena de producción.

 

P.: Con la polarización del sector, ¿qué hueco ocupa una gama premium como Purificación García?

R.: Nosotros estamos en una gama media, tampoco somos lujo. Somos una marca que te da ciertas garantías, pero no llega a ser lujo.

 

P.: ¿Es más difícil competir en ese segmento medio?

R.: Yo creo que es más difícil competir en el lujo.

 

P.: ¿Con quién compite más, con Zara o con Louis Vuitton?

R.: Louis Vuitton es el top. Con Zara seguro que no compito.

 

P.: ¿Hay mucha dependencia de tener un It Bag? ¿Es una presión que nota como diseñadora el tener un bolso best seller?

R.: Sí. Lo empezamos a notar con el modelo Origami. Desde entonces se hace una serie de Origami cada temporada y vienen de todo el mundo sólo a por ese producto. Los clientes te obligan a tener un best seller siempre.

 

P.: ¿Le preocupar dejar su firma a otro diseñador?

R.: No, ya se han dado muchos casos. En Carolina Herrera ha tomado el relevo un diseñador externo y es algo habitual. La marca sigue existiendo y seguirá existiendo.

 

P.: Se dice que el cliente es el más exigente. ¿Quién es más exigente para usted: el cliente o la familia Domínguez?

R.: La familia Domínguez. Somos todos muy machacones, hasta que no sale bien el prototipo no seguimos hacia delante. El equipo que formamos es fantástico.