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Propiedad intelectual en moda: ¿Cómo se protegen los diseños?

Sarah García

16 abr 2012 - 04:50

La industria de la moda es un negocio. Y como en todo negocio, tiene sus problemácticas. Una de las que más da que hablar es el del plagio o la copia. Son muchos los diseñadores o firmas que se han visto envueltos en juicios y escándalos por culpa de una creación demasiado inspirada en otra o en un artículo que se parece mucho a otro.

 

Aunque Coco Chanel estuviera de acuerdo, e incluso le gustara que la copiaran, parece que actualmente las casas de moda no piensan lo mismo. Gucci y Guess, último caso conocido, y el largo juicio entre Christian Louboutin e Yves Saint Laurent son sólo dos ejemplos del tormentoso idilio entre propiedad intelectual y moda.

 

Ana Soto, socia del bufete Cuatrecasas, Gonçalves Pereira y experta en propiedad intelectual, explica que a nivel europeo existe una protección solida contra las copias y las falsificaciones, aunque cada una tenga una vía judicial distinta. “No hablamos de lo mismo en el caso de las copias y las falsificaciones”, aclara.

 

“Las falsificaciones o utilizaciones de marca están tipificadas como delito y se ejecutan por la vía penal; en el caso de las copias, o los conocidos como clones, hablamos de una falta que se ejecuta por la vía civil”, explica Soto. En los casos como el de Gucci contra Guess y Louboutin contra Saint Laurent se siguen procedimientos civiles administrativos.

 

En el caso de la industria de la moda existen cuatro leyes destacadas que protegen las creaciones de los diseñadores y las firmas. La primera de ellas es la que tiene un mayor rango de protección  a nivel mundial y la que, a su vez, exige unos requisitos más estrictos: la ley de propiedad intelectual.

 

En segundo lugar, y a nivel español, está la ley del diseño que no es tan estricta. En este caso, la ley protege más a la estética que a la idea del producto. Para ello, los diseños deben estar registrados. “El registro de una colección de, aproximadamente, 300 prendas puede costar entre 25.000 y 40.000 euros”, explica Soto. Por ello, según la abogada, muchas veces los diseños no se registran.

 

A nivel europeo, también existe la ley de diseño, que protege las prendas aunque no estén inscritas, aunque en mucha menor medida. La ley sólo protege frente a las copias y la definición de copia, en muchos casos, es muy subjetiva. Por ello, la mayoría de firmas optan por registrar sus colecciones insignia, que son las más reconocibles y las más susceptibles a ser copiadas.

 

Por último, está la ley de competencia desleal. Esta es la que menos protección ofrece ya que parte de la premisa de que toda imitación es libre.

 

Precedentes: España vs. Francia

Para Ana Soto el problema que existe en la industria de la moda, por lo menos a nivel español, es “la falta de actividad por parte de las empresas”. La regulación es la misma, pero la poca tradición de demandar, hace que la jurisprudencia española no cuente con tantos precedentes como otras como la francesa. En Francia, existe una mayor concienciación frente a la propiedad intelectual y, por ello, los precedentes son mayores.

 

Un caso claro es el de los conocidos como clones. Las copias que se realizan, en la mayoría de casos por compañías de gran distribución, son un problema para las firmas de moda pero las demandas sobre este tipo de actuaciones no abundan.

 

Según Soto, “el procedimiento es largo y cuando sale la resolución del caso, los productos ya no están en stock”. Además, “la indemnización no suele cubrir ni las costas del procedimiento”, explica Soto.

 

No sólo se copia a las grandes firmas de moda como Balenciaga, Isabel Marant o Chanel. Los pequeños diseñadores también son protagonistas de este tipo de situaciones pero, en su caso, las resoluciones son distintas.

 

“Con los pequeños diseñadores se transacciona mucho: les pagan lo que haya costado el diseño y el tema se cierra”, destaca Soto. Y es que “a las grandes casas de moda una mala publicidad no les va bien”.

 

“Las grandes firmas están consideradas marcas selectivas y construir su imagen cuesta mucho dinero”, explica Soto. “Desvirtuar una firma es muy fácil y por eso lo deben evitar por todos los medios porque, al fin y al cabo, la publicidad es mucho mayor para el que clona que para el copiado”, añade la abogada.