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Nasty Gal, el primer ‘hijo de Internet’ que quiebra

Diez años después de su fundación, cae el gigante online de 300 millones de dólares que nació en Ebay. 

A. Pijuán

11 nov 2016 - 04:43

Nasty Gal, el primer ‘hijo de Internet’ que quiebra

 

 

Jaque a Nasty Gal. La compañía de venta de moda online, una de las primeras plataformas de ecommerce que rompió los esquemas del negocio de la moda llevando la moda vintage a la Red, ha entrado en concurso de acreedores y continuará con sus operaciones bajo la supervisión de la corte de Estados Unidos.

 

El que fuera uno de los fenómenos del ecommerce de moda del panorama estadounidense empezó a tambalearse tras la salida de su fundadora, Sophia Amoruso y el consiguiente fichaje de Sheree Waterson, ex directora de producto de Lululemon, como consejera delegada de la empresa en 2015. La entrada de Waterson no sentó bien a los empleados de Nasty Gal, quienes la acusaron de llevar a cabo una profunda reestructuración de la compañía, tanto a nivel de personal como de producto. Desde la entrada de la directiva, los precios se han disparado y las ventas se han desplomado un 50%, según Jezebel.

 

En 2015 también se produjo el despido de una veintena de empleados, incluyendo a todo el personal del equipo de diseño, como parte de la reestructuración estratégica de la compañía, según anunció la consejera delegada de Nasty Gal. Además, en los últimos meses también se habló de la posible venta de la empresa, un rumor que Amoruso desmintió en su momento.

 

 

El anuncio de su entrada en los juzgados supone la caída de una empresa que reunía los requisitos básicos de un funky business: la transgresión y la ruptura de los moldes de un negocio que tradicionalmente se concentraba en la calle, una conversación muy íntima con el cliente y una fundadora que lo único que sabía del negocio online lo había aprendido en un libro llamado Ebay para principiantes.

 

La compañía, fundada hace tan solo una década, nació en una pequeña habitación de San Francisco donde las chaquetas de Chanel se entremezclaban con medias y tops vintage. Con su juventud y un ordenador en mano, Sophia Amoruso lanzó en Ebay a una tienda online de venta de moda de segunda mano en 2006.

 

La joven llevaba varios años rotando de trabajo en trabajo sin encontrar nada que le estimulara lo suficiente para quedarse, según apunta la propia Amorusa en su obra autobiográfica Girlboss. Independizada desde los 16 años, la empresaria nunca había sido capaz de mantener durante mucho tiempo un puesto de trabajo, hasta que el postoperatorio de una hernia la obligó a permanecer en reposo durante unos meses.

 

Sin trabajo ni estudios universitarios, la joven se zambulló en las redes sociales y descubrió en MySpace varias tiendas online de moda vintage que buscaban a clientes como ella. Ante tal situación, Amoruso pensó que ella podía hacerlo mejor, se compró el manual Ebay para dummies y puso en marcha un pequeño ecommerce en la plataforma de compraventa Ebay. Lo llamó Nasty Gal, en honor a la cantante de funk Betty Davis.

 

 

En ese momento, la fundadora no podía imaginarse que diez años más tarde habría asentado los cimientos de un gigante online valorado en 300 millones de dólares (273,8 millones de euros), según Forbes, o que Nasty Gal lideraría el ránking Internet Retailer 2016 Top 500 Guide, superando a compañías como Urban Outfitters, Apple y The Home Depot.

 

“Cada fracaso esconde una oportunidad secreta” reza el libro #GirlBoss, la obra autobiográfica de Amoruso. Y fue precisamente su fracaso en el ámbito educativo y laboral lo que llevó a la joven a concentrarse por completo en Nasty Gal.

 

Durante los primeros años de vida de Nasty Gal, Amoruso se convirtió en la mujer orquestra. La fundadora lo abarcaba todo, desde la detallada descripción del producto en Ebay hasta el envío del producto, pasando por la compra de la mercancía, la elección de las modelos y la fotografía. El servicio de atención al cliente se convirtió en su prioridad. La emprendedora hablaba a diario con todos sus clientes, atendiendo a todas las peticiones a través del canal online y las redes sociales, lo que le llevó a conocer a la perfección la demanda de los consumidores de Nasty Gal y adaptarse a ellos.

 

 

Tras dos años de compraventa en Ebay, la creciente demanda de sus clientes llevó a Amoruso a contratar a su primer empleado en 2008. La joven emprendedora sumó a su equipo a Christina Ferrucci y se despidió del gigante de ecommerce para abrir su propia plataforma en Internet. Tres años más tarde, Amoruso y Ferruci se mudaron, junto a un equipo de once personas, de San Francisco a Los Ángeles. Tan solo un año después, la plantilla de la compañía había aumentado hasta los cien trabajadores. 

 

De la Red a la tienda

En 2014, Amoruso decidió trasladar la conversación con sus clientes, que durante los últimos ocho años se había producido detrás de una pantalla, a la calle. En noviembre, la fundadora subió la persiana del primer punto de venta de Nasty Gal, un establecimiento de 325 metros cuadrados ubicado en West Hollywood que despertó tal expectación que centenares de clientes hicieron cola para poder acceder a él. Seis meses más tarde, la compañía de ecommerce prosiguió el impulso de su red de retail con un segundo establecimiento en Santa Mónica, un local que duplicaba el tamaño del primero.

 

Esta voluntad de impulsar el multicanal de Nasty Gal fue de la mano del cierre de una ronda de financiación en 2015 con la que captó 16 millones de dólares (14,6 millones de euros), lo que se suma a los 49 millones (44,7 millones de euros) captados en una primera ronda con Index Ventures celebrada en 2012. La operación fue liderara por el empresario Ron Johnson, actual consejero delegado del grupo de grandes almacenes JC Penney y ex vicepresidente de la división de retail de Apple.

 

En 2012, la compañía estadounidense alcanzó los cien millones de dólares (91,2 millones de euros) de facturación, y las estimaciones de Forbes apuntan que la empresa triplicó esta cifra en 2015, superando los 300 millones de dólares (273,8 millones de euros). Ayer, sin embargo, los cimientos de Nasty Gal se resquebrajaron.

 

El grupo de ecommerce se acogió al Chapter 11 de la Ley de Quiebras de Estados Unidos (el equivalente estadounidense al concurso de acreedores), una medida mediante la cual evita entrar en liquidación y con la que mantendrá el control sobre sus operaciones bajo la supervisión de la corte hasta que pueda “hacer frente a los problemas de liquidez inmediata y reestructurar el balance general”, según informó Waterson.