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Mataró, de los Abanderado al ‘sourcing’ para el ‘fast fashion’

La ciudad, junto al resto de la comarca del Maresme, continúa siendo uno de los pilares del textil en España: pasó de producir prendas íntimas a chándals para derivar en la moda pronta y en aprovisionar a Inditex.

S. Riera

15 abr 2019 - 04:51

Mataró, de los Abanderado al ‘sourcing’ para el ‘fast fashion’

 

 

Sabadell, Terrassa, Mataró, Inca, Arnedo, Zaragoza, Elche, A Coruña o Ubrique. La industria de la moda en España se abraza a nombres propios de la geografía del país. Se hace difícil explicar el desarrollo de la actividad manufacturera del sector sin conocer los lugares en los que se ha originado. Con motivo de las próximas elecciones municipales, previstas para finales de mayo, Modaes.es emprende un viaje por los principales polos del textil, la confección, la piel y el calzado de España para realizar una panorámica sobre el vínculo que han tenido y todavía tienen con las diferentes industrias de la moda.

 


 

Mataró es el epicentro de la comarca del Maresme, el tercer pilar de la industria textil en Cataluña. Así, si Sabadell y Terrassa desarrollaron la lanería, e Igualada, el tricot y la curtiduría, Mataró fue el polo industrial del género de punto circular, el del íntimo y la calcetería. No obstante, es más adecuado hablar de la comarca del Maresme, porque junto a Mataró, el textil se extendió en varios de los pueblos de siguen la línea de la costa, como Arenys de Mar, El Masnou, Pineda de Mar o Canet de Mar. En la actualidad, este territorio continúa siendo un hub del sector, con empresas como Punt Roma, Hallotex, Happy Punt, Daverpunt, Vilaseca, Massana, Bobo Choses, Hi’tex 2008, Aletex 2008 o AGC 2010 Integral Services, entre otras.

 

A diferencia de las grandes factorías de altas chimeneas de los industriales de Sabadell y Terrassa, los del punto circular se bastaban de pequeñas máquinas con varios conos sobre su superficie. Su expansión fue rápida y tomó todas estas poblaciones costeras de la provincia de Barcelona, que se sitúan entre la capital catalana y la Costa Brava, y a las que el paso de la vía del tren a escasos metros del mar les ha frenado su expansión turística. Esta vía es, de hecho, la primera que se construyó en la Península Ibérica en 1848, diez años después de haberse puesto en marcha la primera en Cuba.

 

Cada uno de los municipios desarrolló además su propia especialización. Premià de Mar, por ejemplo, fue el lugar de la estampación. De hecho, la localidad cuenta con el Museo de la Estampación, en el que repasa cómo fue la empresa francesa Lyon Barcelona la que trajo este proceso industrial al municipio, llegando a ser la mayor fábrica de estampación de España durante décadas. De aquella factoría fueron saliendo empleados que montaron sus propios negocios y fueron dinamizando esta actividad en la localidad.

 

 

 

Malgrat de Mar y Pineda de Mar, por su parte, se especializaron en calcetería, a pesar de que la única empresa de esta comarca que continúa fabricando calcetines es Aretex (Cóndor) y está en Arenys de Mar. Mataró, por último, fue el núcleo del género de punto circular para prendas de íntimo, primero, sudaderas y prendas deportivas, después. La ciudad fue sede de Grup Sans (Abanderado y Princesa), que pasó a manos del hólding estadounidense Sara Lee a principios de siglo XX cuando aún tenía cuatro fábricas en Cataluña, la mayor de ellas en Mataró. Tras cambiar varias veces de propietario desde entonces, es Hanesbrands el nuevo dueño de las marcas, aunque de las factorías ya no queda ni rastro, ni siquiera de las oficinas.

 

Sólo Mataró cuenta con una población de cerca de 127.000 habitantes, siendo la localidad con mayor densidad de población del conjunto de la comarca del Maresme. El Producto Interior Bruto (PIB) de la comarca es de 8.873,8 millones de euros, y el PIB per cápita, de 20.300 euros. En el caso concreto de Mataró, el PIB se sitúa en 2.968,5 millones de euros, y el PIB per cápita, en 23.800 euros, según datos del Instituto de Estadística de Cataluña (Idescat).

 

 

Mataró, fuerte socialista

Al frente de la alcaldía de Mataró está David Bote, el cuarto alcalde socialista que ha tenido la ciudad desde el inicio de la democracia en España. Bote es doctor en Física cum laude por la Universidad de Barcelona, diplomado en Física Avanzada y máster en Liderazgo y Comunicación para la Gestión Política. Antes de asumir el cargo, el político fue profesor de secundaria y trabajó en el Sincrotrón Alba en Barcelona y en el Centro de Láseres Pulsados en Salamanca.

 

Militante socialista desde 2002, accedió a la secretaría de organización del PSC en Mataró en 2012 y tres años después encabezó la lista del partido en la ciudad, que volvió a ser la más votada. Dentro del partido, Bote es también secretario de Ciencia e I+D+i. El pasado septiembre, el alcalde fue elegido de nuevo como candidato para las elecciones de 2019 al no haber otras propuestas.

 

 

 

“Mataró viene de un intenso pasado textil”, subraya Bote, quien recuerda que, a principios de los noventa del siglo pasado, el 36% de los trabajadores que había en la ciudad estaban empleados en esta industria. A pesar de que la localidad ha evolucionado hacia el sector servicios, el empleo textil representa aún la mitad de los puestos de trabajo de la actividad manufacturera de la ciudad.

 

Según datos de la Diputación de Barcelona correspondientes a 2018, en términos de cifra de negocio, el textil genera aún el 13% de la facturación empresarial del conjunto de la comarca del Maresme. “Es el primer subsector en términos de facturación de la comarca y, si bien ha perdido un poco de relevancia, la comarca continúa siendo la piedra angular del sector en la demarcación de Barcelona”.

 

El Ayuntamiento de Mataró, en el marco de la estrategia europea RIS3, puso en marcha el programa Reimagine Textile, de especialización inteligente y competitividad territorial para el sector, junto a la Fundación Tecnocampus y el centro tecnológico Eurecat. A través de este proyecto se quiere mejorar el talento, la creación de iniciativas relacionadas con la innovación, el emprendimiento y la incubación de start ups. En la actualidad, el programa se enmarca en el Proyecto de Especialización y Competitividad Territorial (Pect) de Mataró-Maresme para impulsar el sector. Esta acción cuenta con una subvención europea de casi un millón de euros.

 

 

 

 

Por otro lado, el año pasado volvió a convocarse por tercera vez el proyecto Insertext, para formar especialistas en nuevos perfiles profesionales que requiere el sector o dinamizar el mercado laboral. En sus dos ediciones anteriores, este programa movilizó a más de cien empresas de la comarca y a unas 160 personas, de las cuales cerca de cien encontraron empleo. Otra iniciativa que cuenta con el apoyo municipal es Cooperatextil, una plataforma de soluciones a las necesidades de fabricación en la que están involucradas empresas de toda la cadena de valor. Se calcula que cada año se cierran más de un centenar de operaciones a través de este portal.

 

Bota sostiene que la apuesta de la ciudad continúa siendo el textil, ya sea en su vertiente de fabricación, de distribución o de diseño, y asegura que, más allá de la innovación y las start ups, el futuro del sector en la ciudad y en la comarca pasa por la economía circular. En este último aspecto, el alcalde subraya que han empezado a trabajar ya sobre algunas ideas para desplegar en breve una prueba piloto de algunas de ellas.

 

 

Del íntimo al ‘sourcing’ del ‘fast fashion’

“El íntimo es una prenda realmente importante en la indumentaria, es la primera que toca el cuerpo, pero no luce”, explica Paulí Aluart, presidente de la Asociación de Empresarios de Géneros de Punto de Mataró (Asegema). “Es la prenda que mira por nuestra higiene, tiene un gran valor, pero no se ve y no precisa del elemento estético que le daría valor monetario”, asegura Paulí, quien expone que la primera evolución del sector fue pasar del íntimo al exterior, subiéndose por primera vez al carro de la moda.

 

Según Aluart, en la comarca del Maresme todavía se fabrica, pero sólo sobreviven aquellos que han cambiado la cultura de la empresa: “antes no era necesario salir a vender porque venían clientes de toda Europa a comprar, pero con el Acuerdo Multifibras todo aquello terminó y tuvimos que salir por primera vez a demostrar quiénes éramos”. Explica el empresario que han sido dos décadas de enfocarse al comercio, al almacenaje, a la internacionalización o incluso a la venta online. A los industriales, la relocalización les ha dado ahora oxígeno. “Somos capaces de dar respuesta al consumo de manera inmediata, fabricando con una media de veinte o treinta días”, añade. “De crecer, el sector no crece, pero se mantiene”, afirma el empresario.

 

 

 

Así, tras una primera mitad del siglo XX dedicada al íntimo, vino una segunda mitad volcada en la prenda exterior, primero en pijamas, después en prendas deportivas y, finalmente, en moda pronta. La liberalización del comercio textil en 2005 destruyó la gran mayoría de este tejido empresarial, pero impulsó a su vez el desarrollo de otro modelo de negocio, el de los interproveedores de Inditex. De hecho, el gigante gallego también tiene una fuerte presencia en esta comarca, donde cuenta con las oficinas centrales de Bershka en la localidad de Palafolls y las de Massimo Dutti en Tordera.

 

Aquella primera transformación del sector en el territorio a mediados del siglo XX conllevó una transformación del tejido empresarial, pasando de grandes factorías a otras mucho más pequeñas. De aquella era de fábricas gigantescas quedan algunos vestigios, como Can Marfà, declarada Bien Cultural de Interés Local y actualmente sede del Museo de Mataró, o la Nave Gaudí, la primera obra construida por el arquitecto, que todavía permanece cómo el único legado del recinto fabril de la Sociedad Cooperativa Obrera Mataronense dedicada al blanqueo del algodón. Peor suerte tuvo Manufacturas Gassol, que llegó a ser la mayor fábrica de medias de España (fueron las Glory o Mimí), que echó el cierre en el 2000 y de la que sólo queda su imponente chimenea. En su terreno se levanta una promoción de viviendas.

 

 

 

 

De aquella etapa es también la Escuela de Tejidos de Canet de Mar, que abrió sus puertas en 1922 para formar técnicos, industriales y obreros del sector del punto. Uno de sus impulsores fue el industrial Narcís Colomer Filvà, de la familia propietaria de una de las mayores factorías de la época, Manufacturas Colomer Hermanos, situada en Arenys de Munt.

 

La Escuela de Canet de Mar ha dado al universo textil la base del Wholegarment de Shima Seiki. Su inventor fue José María Picaza, un ingeniero textil vasco afincado en esta localidad costera, quien en 1996 vendió las cuatro patentes clave que sustentan la construcción de esta tecnología, que más tarde el grupo japonés desarrolló y comercializó y que, actualmente, se conocen como las shimas. La última crisis del sector paralizó la actividad de la escuela, cuyo personal continuó avanzando en investigación. En 2014, ante los tambores de la relocalización industrial, el centro volvió a abrir sus puertas para retomar la formación con un ciclo de grado medio.

 

Pulligan, en Canet de Mar, o Dogi, en El Masnou, fueron dos de los estandartes de la industria de la segunda mitad del siglo XX. En esta etapa, en el Maresme llegaron a convivir más de un millar de empresas, mientras que en la actualidad se contabilizan unas 400 compañías que continúan vinculadas al sector.

 

 

 

Cultura industrial

Hubo una época en que se decía que Barcelona era la playa de Sabadell. Desde sus gigantescas factorías, el Manchester catalán, en la cumbre de la era industrial, sentía el poder del capital. El Maresme nunca tuvo este orgullo industrial, pero sí adoptó su cultura, la de crear un producto y abrir su propio mercado. Por otro lado, la misma idiosincrasia estructural de una fábrica con telares en comparación a una de género de punto hace que unos industriales se paseen por factorías de inmensas dimensiones con máquinas gigantescas que apoyan a otras máquinas aún más gigantescas, mientras que otros lo hacen entre una tecnología mucho más pequeña, aunque más precisa.

 

Aretex, en Arenys de Mar, es una de las históricas del textil del Maresme que aún permanece. La compañía, fundada en 1898, mantiene aún todos los procesos productivos para la fabricación de calcetines, leotardos y prendas de punto desde la elaboración de sus propios tintes hasta el diseño y el tejido. A pesar de que en su día la fábrica debió construirse en las afueras de la localidad, en la actualidad ha quedado encajada en el centro histórico, en medio de callejuelas enrevesadas.

 

 

 

 

En la actualidad, Aretex es la única fábrica de calcetines que permanece en el Maresme y de las pocas que se mantienen en España. “Nos va bien porque no necesitamos a nadie, la formación es interna, la innovación también, tenemos nuestras propias máquinas y controlamos todo el proceso”, explica su directora general, Roser Ramos. En la actualidad, Aretex emplea a más de 200 trabajadores y produce alrededor de 2.000 docenas de calcetines al día. Haber construido marca también ha contribuido a su supervivencia.

 

Ramos sostiene que, aunque se hable de relocalización, aquello que se fue no regresará: “Cuando pierdes el conocimiento y la maquinaria, ya no vuelve porque vale millones y nadie daría con ello ahora”, afirma. Según la directiva, tener fábrica jugó de su parte en los años de deslocalización industrial y en la posterior crisis económica porque les dio cintura para flexibilizar su producción: “siempre nos pudimos organizar de manera interna para no perder mercado”.

 

En esta empresa trabaja Alexis Comas, el último ingeniero de la Escuela de Canet de Mar. Junto a una Shima Seiki, Comas explica que toda su familia trabajó en el textil del territorio, desde su abuela. Su padre estuvo, por ejemplo, en Abanderado. “El textil da trabajo a un mayor número de personas que otras industrias y se gana bien”, asegura el ingeniero.

 

 

 

 

En Argentona, Encajes Laquidain es de las pocas empresas en Europa que mantiene la fabricación de encajes. Al frente está Alejandro Laquidain, representante de la segunda generación de esta compañía que arrancó dando servicio a los confeccionistas de vestidos de muñecas para abordar ahora la moda, con clientes que van desde Inditex a Stella McCartney. “Las claves de permanecer son continuar creyendo que hay futuro, inercia y subsistencia”, explica el empresario, que cuenta también con una extensa trayectoria en el ámbito patronal del sector. “A veces, es muy difícil encontrar la diferencia entre fábrica, empresa y familia”, subraya.

 

Laquidain señala que una de las ventajas de la crisis fue que mejoró la percepción de este sector porque las empresas que sobrevivieron fueron las de mejor recorrido. El empresario afirma que el futuro del textil en el Maresme continúa pasando por la industria más que como pilar del sourcing de Inditex. La de Laquidain es una opinión generalizada entre los industriales del territorio que temen cada vez más “al grupo”, porque si bien da volumen y apuntala un crecimiento meteórico, también es inestable y cambia de proveedores con rapidez.

 

“En ninguna escuela de negocios avalarían un negocio de sourcing en el que sólo se tiene un cliente y que, además, vive constantemente obsesionado por el precio”, afirma un empresario. A pesar de que el sector más manufacturero los ve débiles, hay empresas que han edificado bajo este modelo referentes en el territorio, como los interproveedores Hallotex, Happy Punt o Hi’Tex.

 

 

Innovación y especialización

Otra de las instituciones estratégicas de la región es TecnoCampus, adscrito a la Universidad Pompeu Fabra (UPF). Uno de sus pilares fue el antiguo centro tecnológico Cetemmsa, que impulsó Asegema en la década de los noventa del siglo XX para dar soporte a las empresas en investigación. Durante los años más duros de la crisis económica, la patronal lo vendió a la Generalitat de Cataluña, que lo integró a Eurecat y al TecnoCampus.

 

“Ya en la década de los noventa, con la entrada en juego de la competencia asiática, se tuvo la sensación de que se cerraba una etapa y se abría otra”, explica el actual director general de TecnoCampus, Josep Lluís Checa, quien también estuvo al frente de Cetemmsa y lideró la expansión de Leitat, el centro tecnológico textil de Terrassa, en Chile. Checa señala que, hasta 2014, se potenció el vínculo entre las empresas y el ámbito de la innovación.

 

 

 

 

No obstante, desde que TecnoCampus entró en la órbita de Eurecat las prioridades fueron otras, y consistieron en buscar otros puntos de valor que pudieran generar riqueza en el territorio más allá del textil. En este sentido, una de las líneas de actuación de este organismo para el sector es una incubadora de start ups específica para proyectos textiles.

 

“El vínculo con el sector no ha dejado de existir, pero la institución tiene una proyección multisectorial”, apunta el directivo. De hecho, este giro conceptual de esta institución desconcierta a los empresarios, que sienten que se ha roto el vínculo con el órgano del que hasta hace poco se nutrían para cuestiones vinculadas a la formación y la innovación.

 

La innovación, de hecho, ha sido también uno de los puntales para una nueva generación de empresas textiles especializadas en nichos de mercado muy concretos con artículos tecnológicamente muy avanzados. Es el caso de Sportwear Argentona o Taymory, especializadas en textiles y ropa deportiva técnica.