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Marc Vidal (Conector): “En España no está bien visto fracasar”

Marc Vidal es fundador del fondo de inversión Idodi Venture Capital, con base en Irlanda y España. Vidal es, a su vez, cofundador de la aceleradora de start ups Conector, un proyecto que puso en marcha cuatro años atrás junto a otros empresarios como Carlos Blanco o el publicista Risto Mejide. 

Amelia Pijuán

5 ene 2017 - 04:49

Marc Vidal (Conector): “En España no está bien visto fracasar”

 

Marc Vidal es fundador del fondo de inversión Idodi Venture Capital, con base en Irlanda y España. Vidal es, a su vez, cofundador de la aceleradora de start ups Conector, un proyecto que puso en marcha cuatro años atrás junto a otros empresarios como Carlos Blanco o el publicista Risto Mejide. Con un amplio bagaje en el sector tecnológico y emprendedor, Vidal ha vivido las dos caras del mundo empresarial al pasar de emprendedor a inversor. El directivo, que se define como experto en la nueva economía, sostiene que los grandes del sector de la moda se enfrentan a un gran reto: cómo hacer frente a los nativos digitales.

 

Pregunta: Usted se define como especialista de la nueva economía, si bien este es un término que se acuñó ya más de veinte años. ¿Cómo ha evolucionado el sector en este tiempo?

Respuesta: Nueva economía se refiere a aquellos negocios que aportan cosas nuevas cosas. Si bien es cierto que en los últimos años se ha relacionado la nueva economía a la transformación digital, que incluye la automatización y a los nuevos procesos que ponen al cliente en el centro. Anteriormente, los procesos empresariales se relacionaban con el mundo analógico, pero ahora el 80% de las cosas que hacemos están automatizadas o deberían estarlo. Hoy en día, al hablar de nueva economía, hablamos de la economía digital.

 

P.: ¿Ha evolucionado al mismo ritmo en los últimos veinte años que en los últimos cinco?

R.: No, la evolución digital tiene que ver con un crecimiento exponencial. Al analizar la innovación, lo miramos siempre desde un punto de vista lineal, solemos creer que si un ordenador ha progresado en diez años, evolucionará a la misma velocidad en los años siguientes. Sin embargo, el mundo evoluciona a una velocidad exponencial. Hoy nuestros ordenadores tienen la capacidad del cerebro de una rana, pero dentro de cinco o seis serán como un cerebro humano. Esto es así desde hace muchos años. Cada año doblamos la capacidad de crecimiento, aunque no estamos preparados para entenderlo. Muchas veces la innovación nos pilla desprevenidos, tanto en el ámbito formativo como en el informativo. Nos asusta porque no llegamos a entender cómo será nuestro mundo dentro de diez años. Lo mismo ocurrió con la aparición de la imprenta y de los ordenadores, cuando nació Internet se dijo que se acababa el mundo.

 

P.: Quizás lo que asusta más a la gente es el empleo…

R.: Durante la primera revolución industrial ocurrió lo mismo, entraba una máquina de vapor y expulsaba de esa fábrica a 390 personas porque no eran necesarias. En ese momento, a las revoluciones industriales se les llamaban crisis porque generaban paro. No obstante, las máquinas sirven para buscar nuevos trabajos para estas personas, que pueden ejercer nuevas funciones y trabajar menos horas.

 

 

 

 

P.: ¿Y cuáles han sido los modelos de negocio que han liderado este cambio?  

R.: El comercio electrónico lo ha revolucionado todo. De las primeras tiendas online se decía que nunca podrían sustituir el valor de una tienda física, pero ahora mismo existen tiendas online cuyo complemento es el establecimiento físico. Aquel operador que no tenga una tienda online está acabado, es la vía para crecer. Otro de los modelos de crecimiento punteros han sido las aplicaciones móviles, aunque actualmente tienen problemas de adaptación. Hoy en día hay una sobreoferta, pero en su momento fueron muy revolucionarias.

 

P.: ¿Ha cambiado el perfil del emprendedor en España en estos últimos tiempos?

R.: Tengo la impresión de que no. Antes se diferenciaba poco entre empresario y emprendedor, su objetivo era montar una empresa. Con el tiempo se fue identificado con el término anglosajón, refiriéndose a alguien que montaba una empresa, lo dejaba y montaba otra. En España, el emprendedor nació de forma masiva a raíz de la crisis económica, en base al hecho de que no había otra cosa que hacer. Sí que es cierto que ahora mismo existe una nueva cultura que envuelve al emprendedor, pero no sé si se percibe de forma natural como en Estados Unidos o Irlanda. El modelo es distinto, en España un emprendedor debería saber que, si su empresa no funciona, no es el fin. Sin embargo, todo en España te recuerda que fracasar es un drama. En otros países existe otra cultura, donde este fracaso forma parte del aprendizaje.

 

P.: ¿El Gobierno español valora a los emprendedores del país?

R.: Sí que se les valora, existen políticas activas con el fin de ayudarlos, pero no han sido suficientes. Al principio, hubo una voluntad de poner al emprendedor como protagonista de la recuperación económica, pero se puso demasiada responsabilidad sobre él. Faltan garantías, desde el punto de vista de la Administración, que apoyen al emprendedor si su proyecto no funciona.

 

P.: Pese a este apoyo, se avecinan más impuestos…

R.: El país ni está tan bien ni está tan mal como se dice. Iremos navegando en un estado plano. La cuestión clave es cómo el Gobierno, las empresas y los trabajadores administran todo lo que se avecina. ¿Qué viene con la masificación de las automatizaciones y la robotización en el trabajo? ¿Qué se le dará a esta gente que quedará fuera del sistema laboral?

 

 

 

 

 

P.: Y en cuanto a la figura del inversor, ¿sigue igual o ha evolucionado en estos últimos años?

R.: El inversor sí que ha cambiado. Es una figura que ha ido ganando conocimiento y lentamente ha ido trasladando sus inversiones de sectores más tradicionales al sector tecnológico. Ahora en España existen muchos fondos que no existían antes, con un amplio abanico de paquetes de inversión que aglutinan diferentes start ups, lo que facilita la inversión, porque centrarse en una sola empresa es más complicado.

 

P.: ¿Qué nuevas fórmulas de financiación han surgido?

R.: Básicamente este modelo de invertir en una cartera, pero ahora los paquetes están compuestos por empresas mejor revisadas y que se analizan a fondo debido porque existe una mayor competencia entre fondos. Ahora también se estila que los fondos inversores lleven a sus invertidas al extranjero, cosa que antes no se hacía.

 

P.: En el sector de la moda, empresas tradicionales como L’Oréal, Shiseido, Asics o Galeries Lafayette han apostado por crear fondos o incubadoras para ayudar al talento emprendedor a desarrollar soluciones tecnológicas para su propio negocio. En España, en cambio, no se ve esta tendencia...

R.: En moda quizás no, pero en otros sectores sí. Algunos ejemplos son la automovilística Seat o Bankia, que desarrolla productos de financieros y busca talento emprendedor para que les ayuden.

 

P.: Entonces, ¿la moda no es un buen sector en el que invertir?

R.: Yo creo que sí, sólo hay que ver el seguimiento que tienen en algunas redes sociales o la democratización de la moda. La gente muestra su interés por la moda. Lo que está por ver cómo este interés se traslada a las grandes empresas.

 

P.: ¿Qué busca un inversor que invierte en moda?

R.: Lo que buscan en todas, que sea rentable. Lo que sí es cierto es que antes el inversor tenía más paciencia, pero hoy busca un business plan que refleje que habrá beneficios a corto plazo. Esto tiene sus dificultades porque se ha llegado a una rueda en la que, para facturar, hay que gastar mucho en comunicación y es difícil encontrar el punto de equilibrio. Otro de los factores más importantes para un inversor es que haya alguien con experiencia en el mundo de la moda en el propio equipo, que provenga del sector y que conozca bien dónde se mueve.

 

 

 

 

P.: La moda es ya el tercer producto más vendido a través de la Red en España, aunque aún se encuentra lejos de los niveles de Alemania, por ejemplo. ¿En qué fase se encuentra el comercio electrónico de moda en el país?

R.: En una buena. El comercio electrónico en España crece exponencialmente año tras año. Si bien es cierto que todavía le queda mucho camino para recorrer, hace muy poco se decía que era imposible comprar por Internet, que la gente quería tocar la ropa. Es cuestión de tiempo que nos situemos en el mismo nivel que otros países.

 

P.: En estos últimos años hemos asistido a la eclosión de operadores logísticos para luchar contra la última milla, pure players que abren tiendas físicas, tiendas que apuestan por la omnicanalidad… ¿Cuáles serán los desafíos digitales para las empresas de moda en los próximos años?

R.: El reto de las empresas del sector de la moda que venden a través de Internet será equilibrar el gasto que tienen en comunicación respecto a su facturación total. Internet tiene un retorno sobre la inversión determinado y necesitan mejorarlo, porque estas empresas basan su negocio en esa publicidad. Otro de los desafíos a los que se enfrentan estos grupos es su capacidad de incorporar las innovaciones tecnológicas que van surgiendo, desde la introducción de la realidad aumentada y la realidad virtual, hasta la gestión de los datos de todos sus clientes que recolectan con beacons. Por último, uno de las grandes incógnitas a las que se enfrentan las empresas del sector es cómo ser realmente global; cómo puede ser que una pequeña empresa de Elche acabe siendo un referente mundial que pone en juego a grandes compañías como Luxottica. El verdadero reto de los grandes del sector es enfrentarse a start ups que nacen como nativos digitales y que saben hacer las cosas de una forma distinta.