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Manuel Pertegaz, el último genio de la alta costura en España

Custodio Pareja

14 oct 2014 - 04:54

De apariencia delicada, pero con mucho carácter, los que lo conocían decían que pasaba de la bronca al chiste en una sola frase. Juez de lo que era bonito y feo, siempre bajo la subjetividad de su propio imaginario, Manuel Pertegaz se despidió de la moda española el pasado agosto. Pese a ser uno de los testigos de la alta costura en España, y estar considerado como un genio, sus familiares sostienen que “no era un divo” y que “vivía por y para la moda”.

 

Manuel PertegazPertegaz nació en un pequeño pueblo de Teruel, en Olba, en 1918. Mientras allí su único contacto con la moda era ver los vestidos de las mujeres que asistían a misa los domingos, un jovencísimo Pertegaz se vio en la obligación de seguir a su familia y mudarse a Barcelona cuando tenía sólo nueve años. Lo que el entonces joven diseñador no sabía es que la capital catalana sería el escenario de su revolución personal y se convertiría en su futuro gracias al avistamiento de un anunció de “se busca aprendiz de sastre” en un periódico local.

 

El creador dio sus primeros pespuntes en una tienda ubicada en la calle del Carmen, pero Pertegaz tuvo su primer contacto con la moda femenina en la sastrería Angulo, donde se convirtió en el encargado de las colecciones para mujer. Casi diez años después, el diseñador se vio preparado para construir los cimientos de su marca y abrir su propio taller en un entresuelo de la Diagonal de Barcelona, donde presentó su primera colección de alta costura.

 

Tenía memoria de elefante, fue comparado con otro de los maestros españoles de la alta costura, Cristobal Balenciaga, y las modelos que trabajaron con él decían que les podía tener horas y horas de pie y sin comer. “Lo primero era el trabajo”, aseguran desde su taller. Cada vez que Pertegaz tenía que presentar una colección, la tensión se podía cortar con un cuchillo. Defendía a las mujeres delgadas y a las “cosas bonitas” de la vida, y omitía todo lo que para él fuera feo. “Podía ir por la calle y decir que el mono de un obrero era una obra maestra, era totalmente impredecible”.

 

Era metódico, trabajador y llegó a emplear a 700 costureras entre Madrid y Barcelona. “Su perspicacia llegaba a extremos inimaginables -explica su familia-; fue a la guerra, con la Quinta del Biberón, y entró en intendencia porque sabía escribir a máquina”. En la guerra estuvo muy poco tiempo y siempre se reía de su paso por el cuartel: “nunca llegué a ver una bala”, decía.

 

Entre sus clientas figuraban personalidades españolas como Carmen Sevilla, Lola Flores o Concha Velasco, pero lo que le dio fama a nivel mundial fue su coqueteo con el star-system internacional: Paulette Godard, Audrey Hepburn, Diana Vreeland o Jackie Kennedy, por ejemplo, vistieron sus creaciones. En sus hitos también se encuentran haber vestido a la actual Reina de España, Letizia Ortiz, y, en su día, a Carmen Polo, mujer de Franco. “Siempre dijo que vistió a la mujer de Franco porque no le quedó más remedio, pero quitaba hierro al asunto diciendo que también le habría encantado vestir a la Pasionaria”, explican amigos cercanos al diseñador.

 

Hace cuatro años que Pertegaz llevó a cabo su última creación. Fue para una de sus mejores clientas, aunque el nombre nunca ha trascendido. Vivió sus últimos años retirado en su piso de la Avenida Sarrià, en la zona alta de Barcelona, aunque estuvo yendo a su taller de la Diagonal casi hasta sus últimos días de vida. De la moda actual decía que “no le interesaba nada”, lo mismo que de la situación económica, espetando que “sólo le importaban sus cuentas”.

 

“Mi vida ha estado por completo dedicada a la moda. Es éste un duro y apasionante trabajo que requiere facultades, fortaleza, resistencia, y la fuerza de un coloso, de un gigante... Pero sin lugar a dudas puedo afirmar que ha valido la pena”. Descanse en paz, Don Manuel.