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Manuel Lolo (AmsLab): “Si pagamos más por manzanas ecológicas, ¿por qué no por algodón orgánico?”

Lolo y Sandra Pereira pusieron en marcha AmsLab en 2008 en Lugo, donde la empresa continúa teniendo su sede. La compañía está especializada en análisis químicos, microbiológicos y físicos para verificar, por ejemplo, que un algodón es orgánico.

Iria P. Gestal

21 nov 2019 - 04:45

Manuel Lolo (AmsLab): “Si pagamos más por manzanas ecológicas, ¿por qué no por algodón orgánico?”

 

 

Cien por cien vegano. Algodón orgánico. BCI. El avance de la sostenibilidad en la industria de la moda ha hecho que este tipo de etiquetas sean cada vez más habituales en las prendas de todas las cadenas. AmsLab, fundada en Lugo en 2008, se dedica a asegurar que detrás de esas prendas haya realmente lo que las marcas prometen. La empresa, impulsada por Manuel Lolo y Sandra Pereira, trabaja para los gigantes del sector y ha desarrollado un método que permite detectar el ADN del algodón orgánico en prendas confeccionadas. Lolo defiende que todavía queda terreno por recorrer, aunque las marcas están cada vez más concienciadas. ¿El próximo desafío? Medir el impacto del lavado en casa.

 

Pregunta: La moda tiene muy mala fama. Ustedes que trabajan para más sectores, ¿cómo valoran el control del sector a lo largo de su cadena de valor?

Respuesta: Se ha mejorado mucho en los últimos años, porque por lo general era un sector poco profesionalizado. El propio mercado ha ido cambiando, las empresas han ido creciendo y las pequeñas ya no sobreviven. Hoy en día hay muchos menos incumplimientos y hay mayor trazabilidad que hace cinco años. Esto se ha debido en parte al esfuerzo de las empresas grandes, que han sido las tractoras de todo.

 

P.: La cadena de valor de la moda es fragmentada y globalizada. ¿Eso complica la trazabilidad?

R.: Sin lugar a dudas. Esta globalización tiene sus pros y sus contras, y en contra tiene la posible pérdida de trazabilidad. Eso obliga a la empresa que quiere tener controlada su producción a establecer un sistema de control y auditorías. No se trata de tener sólo un análisis de la prenda final, sino también a lo largo del proceso.

 

P.: ¿La presión viene del inicio o del final de la cadena?

R.: Es la marca la que presiona hacia atrás. Ellas son las responsables de la seguridad y la salud del producto y a quienes impacta una crisis en su imagen de marca, que pesa mucho. Ahora no puedes poner en una tienda una prenda que esté etiquetada como 100% algodón orgánico si no es así. Al final, terminarás exigiéndole al proveedor que asegure que es así, y él se lo exigirá al proveedor de hilo.

 

 

 

 

 

 

P.: La moda es un sector de pymes. ¿Es caro controlar la producción?

R.: Implantar un sistema de trazabilidad y exigírselo a tu proveedor incrementa el coste de producción. Al final debería haber una diferencia de precio porque hay un sobrecoste. El consumidor tiene que ser consciente de que realmente es así y si quiere, a pesar de que no existan controles, seguir comprando un producto que es más barato. Si en el supermercado estamos acostumbrados a pagar más por huevos de gallinas que no están estabuladas o manzanas ecológicas, ¿por qué no por algodón orgánico? Tendría que ser lo mismo. No puede tener el mismo precio una marca que emplea algodón orgánico, porque es menos eficiente que el cultivo transgénico.

 

P.: ¿El consumidor está dispuesto a pagar más por una prenda de algodón orgánico?

R.: Hay un cambio de tipo de consumidor. Ahora tenemos más información, y las nuevas generaciones están concienciadas desde el colegio. Esto está impactando, poco a poco, en la manera de seleccionar el producto en la decisión de compra. Esto debería ir a más, si las políticas, la conciencia medioambiental y las empresas van en paralelo.

 

P.: Quién está liderando el cambio: ¿la legislación, el consumidor o las empresas?

R.: La legislación seguro que no. Entiendo que es el consumidor y después las asociaciones, porque la legislación nunca va por delante: primero aparecen los problemas y luego se legisla. Es el consumidor el que obliga a las empresas. Si el consumidor pide algo las empresas tienen que adaptarse.

 

 

 

 

P.: ¿Falta regulación en el sector textil?

R.: No es que falte, es que siempre va por detrás. Un ejemplo es el dopping: se prohíben las sustancias una vez que sabes que se las están metiendo. Muchas veces es por falta de estudios o porque no hay métodos analíticos para poder analizar los efectos de determinados productos. Otras, porque no disponemos de la tecnología: igual hay una sustancia que nos gustaría prohibir, pero tecnológicamente no se puede hacer de otra forma.

 

P.: Parte de la contaminación se produce en casa. ¿Hay forma de medir o regular esa parte?

R.: Ahí se realizarán muchas mejoras. Ahora estamos trabajando en un método para poder cuantificar la generación de microfibras en un lavado, lo que nos permitirá analizar previamente la prenda y predecir si este tejido va a soltar más o menos fibras. Es un asunto muy incipiente en el que estamos avanzando. Lo primero que necesitamos son herramientas para detectar y cuantificar, y una vez tengamos cómo medir podremos comprobar qué método de lavado es mejor y desarrollar filtros o tejidos que eviten que estas microfibras vayan al agua.