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Los gigantes americanos, contra las cuerdas por Trump y Ji Xinping

Levi Strauss, Gap, Nike, VF Corporation, PVH, Michael Kors o Ralph Lauren, con una fuerte dependencia de China en su aprovisionamiento, podrían ver reducidos sus márgenes por la nueva política arancelaria de su país.

S. Riera

24 sep 2018 - 05:00

Los gigantes americanos, contra las cuerdas por Trump y Ji Xinping

 

 

Levi Strauss trabaja con casi 150 factorías en China; Nike suma 118 fábricas, y Gap concentra en el país el 22% de sus compras. Junto con otros gigantes de la distribución de moda de Estados Unidos, todos ellos temen ahora por sus márgenes. La guerra comercial entre Donald Trump y Xi Jinping ha dado ya de lleno en los intercambios comerciales en este sector poniendo en jaque las cadenas de aprovisionamiento de los grupos estadounidenses en China. De encarecerse aún más las importaciones chinas, los titanes de la moda se enfrentan a un nuevo dilema: subir precios (con su consecuente impacto en las ventas) o comerse el margen (poniendo en alerta a los inversores).

 

Tras escapar a los primeros paquetes de tasas arancelarias en la batalla comercial entre Washington y Pekín, la moda ha sucumbido finalmente a la última bomba lanzada por el presidente estadounidense sobre las importaciones chinas: aranceles adicionales sobre 200.000 millones de euros en importaciones. Entre las categorías afectadas por esta nueva partida se encuentran artículos textiles y complementos. El próximo 24 de septiembre se aplicarán las primeras tasas al 10% con la intención de alzarlas al 25% el próximo 1 de enero.

 

Las dos mayores patronales estadounidenses de la industria de la moda, Usfia y Aafa, han atacado con dureza la política comercial del Gobierno de su país. Desde Usfia señalaron que los aranceles no sólo constituyen un impuesto a los consumidores, sino que provocarán una interrupción de la cadena de suministro. También la agrupación de retailers del país, NRF, ha criticado esta decisión porque considera que tendrá una repercusión directa sobre los precios de los artículos de consumo.

 

 

 

 

 

Exposición de los titanes de la moda a China

Si bien las cadenas de suministro se han diseminado en los últimos años para esquivar el alza de los costes productivos en el gigante asiático, China continúa teniendo un peso predominante. Levi Strauss, por ejemplo, ha extendido su red de sourcing a 34 países, pero es en China donde concentra el grueso de su producción. Sólo en este país, el gigante del denim suma cerca de 150 fábricas.

 

Gap, por su parte, ha ido concentrado su red de compras en unos 800 proveedores con operaciones en cincuenta países. En esta reordenación de su estrategia de sourcing, el gigante estadounidense de la distribución de moda ha reducido también su dependencia de China. En la actualidad, el grupo compra en el país el 22% del total de su mercancía. Sin embargo, la compañía concentra ya el 25% de su aprovisionamiento en Vietnam, que se ha convertido ya en su principal polo productivo.

 

 

 

 

PVH, dueño de Calvin Klein y Tommy Hilfiger, advirtió ya en su última memoria anual del riesgo de la imposición de tasas arancelarias por parte del Gobierno y señalaba el impacto que esto tendría en sus márgenes, ya que en 2017 la compañía importó de China artículos por valor de 400 millones de dólares, siendo el principal origen de su red de compras. No obstante, PVH ha sido uno de los pioneros en derivar parte de la producción a Etiopía y, en 2017, alcanzó un acuerdo con el gobierno del país para instalarse en una de las recién inauguradas plataformas productivas.

 

Ralph Lauren, a pesar de no detallar los países de origen de sus artículos, también alertaba de este riesgo en su última memoria anual y su impacto sobre el consumo y sus márgenes. En este sentido, la compañía también apuntaba los acuerdos de libre comercio que Estados Unidos mantiene con otros países, como Perú, Jordania y Corea del Sur.

 

VF Corporation, propietario de Vans, Timberland o The North Face, entre otros, también reúne en China el grueso de su fabricación, aunque representa ya el 17% del total de las prendas confeccionadas, frente al 15% de Vietnam y el 15% de Bangladesh. La compañía ha ido “equilibrando” su red de sourcing, tal como indica la propia empresa. En este sentido, el grupo explica que no quieren depender de una única región o país para ser más competitivos en gestionar costes y en aproximarse a los mercados de consumo. De hecho, su aprovisionamiento en el continente americano representa ya casi un tercio del total.

 

 

 

 

Nike, por su parte, se aprovisiona en una cuarentena de países, pero es en China donde continúa concentrando su actividad. Sólo en el gigante asiático, el grupo suma 118 factorías, frente a las 97 que tiene en Vietnam, su otro principal polo productivo. En Estados Unidos, el grupo cuenta con 44 centros productivos, siendo uno de sus cinco principales focos de origen de su mercancía. Under Armour, en cambio, concentra su aprovisionamiento de prendas y accesorios en 17 países, aunque el grueso se realiza en China, Vietnam, Malasia y Jordania. En calzado, en China, Vietnam e Indonesia.

 

En el ámbito del lujo, Michael Kors produce casi la totalidad de sus artículos en Asia y en Europa. En China, la compañía concentra, al menos, el 20% de sus compras, según su memoria anual. Tapestry (antes Coach), cuenta con oficinas de sourcing en Vietnam, China, Hong Hong, Filipinas, Singapur y España. De su cartera de marcas, Kate Spade es la que cuenta con un aprovisionamiento más expuesto a China.

 

 

Reordenación global del sourcing

Tras unos primeros meses de caos, los expertos prevén un nuevo mapa mundial del sourcing que levante nuevos polos textiles en países con ventajas comerciales con Estados Unidos. “Si Estados Unidos frena las importaciones chinas de artículos textiles se acelerará un proceso que hace una década que está marcha y que consiste en el traslado de gran parte de la actividad del sector de China hacia otros países del Sudeste asiático y África, en concreto, Etiopía”, sostiene Gabriel Farías, experto en sourcing. Según Farías, los grandes grupos de distribución de moda ya hace tiempo que dejaron de tener el 60% de su producción en China.

 

“Los industriales chinos encontrarán la manera de eludir las trabas estadounidenses y buscarán la manera de instalar nuevos hubs textiles en países con tratados comerciales favorables con Washington”, apunta Salvador Maluquer, ex representante del Consejo Intertextil Español en Euratex y experto en relaciones internacionales. Según Maluquer, la industria china aguantará la primera embestida ajustando los márgenes, pero reaccionará de inmediato instalándose en otros territorios.

 

 

 

 

“No es la primera vez que ocurre, ya lo hicieron cuando se instalaron en el Sudeste Asiático”, apunta el experto, quien recuerda que Bangladesh fue el territorio elegido para los industriales chinos del textil y la confección por los beneficios arancelarios que el país mantiene con la Unión Europea y Estados Unidos. “Cuando los costes productivos empezaron a encarecerse en China, los propios industriales del país derivaron su producción a otros países, y ahora volverán a hacer lo mismo”, coincide Farías.

 

“Los artículos se encarecerán”, afirma Farías. Según el experto, las marcas de moda que no tengan capacidad de negociación con sus proveedores o no tengan suficiente escala para repartir costes, terminarán por repercutir este incremento al consumo. Sin embargo, Farías también señala que muchas firmas optarán por repercutirlo en sus márgenes para no perjudicar sus ventas.

 

“El comercio internacional está compuesto por vasos comunicantes y si a China se le dificulta el acceso a un mercado, lo redirecciona”, señala Maluquer. Sin embargo, más allá de resituar la producción, las estrategias de sourcing encaran desde hace unos años otra redefinición “más profunda”, según Farías, y que tiene que ver, en primer lugar, con la transparencia y la sostenibilidad y, en segundo lugar, con la automatización y la robotización.

 

Según Farías, la relocalización es una realidad, también en Estados Unidos. “Pero cuando Donald Trump habla de traer las fábricas al país, no son aquellas fábricas que vieron los abuelos, sino que son factorías totalmente robotizadas, sin operarios”, señala. El experto afirma que “esta es la reordenación realmente estructural del sourcing en la actualidad” y la única que puede mantener los precios bajos ante el consumidor y mantener los márgenes elevados para contentar a los inversores de Wall Street.