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Lorenzo Fluxá, el zapatero publicista

S. Riera

19 ene 2015 - 04:55

Lorenzo Fluxá es un empresario atípico entre sus homólogos del calzado, del mismo modo que Camper también lo es entre el resto de marcas del sector en España. Y es que, en gran medida, Camper toma la manera de ser y de pensar de su fundador.

 

Hoy en día, el calzado urbano, desenfadado e informal es habitual, como también lo son los empresarios sin corbata y jersey. Pero a finales de los setenta, en España, Fluxá y Camper rompían esquemas. Su aspecto delata su vertiente creativa y, de hecho, hay quien insiste en reconocerle esta virtud por encima de las demás, incluso sabiendo que él le corregiría y reiteraría que, ante todo, él es zapatero. Pero Fluxá no creó una empresa industrial, sino una marca.

 

Lorenzo FluxáHijo de un industrial mallorquín del calzado, Lorenzo Fluxá quería ser arquitecto. Sin embargo, su padre le convenció para estudiar Ciencias Empresariales y jamás pisó una facultad de arquitectura. Con tan solo 23 años, entró a trabajar en Lottusse, la empresa familiar. Pocos años después, y con el apoyo de sus hermanos, Fluxá se lanzó al desarrollo de Camper.

 

La empresa, que sitúa su origen en plena Transición, no nació como una fábrica de zapatos, sino como una marca moderna, con un concepto, con contenido, con un mensaje. Fluxá quiso llevar a los zapatos lo que Levi’s llevó a la moda: emociones. Si el mundo decidió en los setenta vestir en vaqueros, el empresario pensó que el mundo necesitaría un calzado acorde. La familia le apoyó, pero su padre miró aquel proyecto con ironía.

 

Fluxá siempre ha reivindicado la vertiente emocional del negocio, pero no la industrial, algo nada habitual entre las personas de su generación. Al contrario que muchos de sus homólogos en el calzado, el empresario ha mantenido cierta distancia con la patronal. Personas cercanas a él explican que valora mucho más las emociones estéticas que las ventas y la industria.

 

Quienes le conocen aseguran que el popular eslogan de Camper Walk, don’t run sirve también para definirle a él y a la empresa. El lema significa ir lento, pero ir seguro, y sin duda bebe de la tradición campesina de la isla de Mallorca, la misma que dio nombre a la marca y forma a sus zapatos. De hecho, con tiempo y sin sobresaltos, el fundador de Camper ya ha sentado las bases para el relevo generacional. En los últimos años, el empresario mallorquín ha ido cediendo la gestión de la empresa a sus hijos varones, Lorenzo y Miguel.

 

Otra de las características que le definen es su carácter reflexivo. A pesar de la valentía de lanzar Camper en la Mallorca de finales de los setenta, Fluxá, como buen mallorquín, es de pensar mucho las cosas antes de dar el paso, de los que prefiere esperar a equivocarse. Es un empresario precavido. A pesar de ser de izquierdas, quienes han trabajado con él aseguran que en los negocios es muy conservador.

 

De hecho, en contraste a la modernidad del concepto de Camper, las oficinas de la empresa no son abiertas. Más bien todo lo contrario. La sede de la compañía está repleta de pequeños despachos, uno de los cuales es el de su fundador, donde acostumbra a permanecer, casi sin ser visto por el resto de la plantilla.

En lo personal, el fundador de Camper es de los que marca las distancias. Es tímido y reservado. No es sencillo acceder a él, pero, como buen balear, una vez entabla confianza, es un gran anfitrión, de los que abre las puertas de su casa.

 

Una de sus máximas es “a little better, never is perfect” y una de sus frases habituales: “lo fácil sería esto, pero no lo voy a hacer”. Fluxá es un perfeccionista que siempre quiere ir más allá, de los que nunca da nada por concluido; es también una persona práctica y natural, de las que busca la perfección en la sencillez. Quizá por su pragmatismo, su sencillez y su discreción, el empresario desprende gran respeto entre quienes le rodean. Personas cercanas a él aseguran que tiene una energía especial cuando habla y se mueve, que evita que pase desapercibido aunque lo pretenda.