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Katiuskas, unas botas con nombre de zarzuela

Del duque de Wellinntong a la cantante de ópera con el mismo nombre pasando por Kate Moss en el festival de música de Glastonbury, las botas de aguas llevan dos siglos y medio saltando charcos.

J. C.

17 ene 2019 - 04:47

Katiuskas, unas botas con nombre de zarzuela

 

 

El día fue el 27 de enero de 1931 y el lugar el Teatro la Victoria, en la avenida del Paral·lel de Barcelona, en aquella época el Broadway catalán. El público ocupaba sus butacas para disfrutar del estreno de la zarzuela Katiuska, la mujer rusa hasta que, después de una larga espera, vio aparecer en el escenario a la cantante principal calzada con unas botas de agua de media caña.

 

Desde ese ese momento, aquellas botas se convirtieron en las katiuskas, nombre con el que perviven en la mente de muchos adultos que las disfrutaron en su infancia, pero no como un calzado de protección, sino como un juguete con el que desafiaban a todo charco que se cruzara en su camino en los días de lluvia.

 

El negro fue la tonalidad de las katiuskas hasta la década de los ochenta, cuando la familia Bilbao, creadora de la desaparecida Hakei y fundadora de la cadena de calzado Fosco, trajo a España las katiuskas en colores y le dio una nueva dimensión a un producto que sólo tenía protagonismo en los días de invierno.

 

 

 

 

La historia de estas botas se remonta a 1817, cuando Arthur Wellesley, duque de Wellington, le pidió a su zapatero que modificara sus botas de piel con las que iba a los campos de batalla. En 1856, la North British Rubber Company, el nombre original de la empresa Hunter, incluyó en su producción una adaptación de esas botas que se emplearon en la agricultura y en actividades industriales y que en el siglo XX incluso las emplearían los soldados en las guerras mundiales.

 

Hunter, que es proveedora de la familia real británica, rediseñó las botas en 1956 y las hizo más estrechas y ajustadas a las piernas. Así se han proyectado al siglo XXI y se han catapultado a la moda, especialmente desde 2005, cuando comenzó a circular una fotografía de Kate Moss abriéndose paso entre el lodo en el festival de música de Glastonbury con unas Hunter cubriendo sus pies. Hoy las katiuskas han abandonado el campo y han subido incluso a la pasarela, con versiones de marcas como Chanel o Burberry.