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José Antonio Moreno (Andema): “En España hay una falta de respuesta penal frente a las falsificaciones”

Sarah García

16 ene 2014 - 04:45

José Antonio Moreno es el director general de la Asociación Nacional para la Defensa de la Marca (Andema). Moreno cree que el cambio del Código Penal de 2010 ha conseguido desmotivar a los responsables de perseguir las falsificaciones y sostiene que la legislación francesa es la que más defiende a las marcas en la actualidad. El director general de Andema apuesta por una estrategia global contra las copias, basada en denuncias pero también en campañas de sensibilización que cambien la mentalidad del consumidor, sobre todo los más jóvenes. En este sentido, Moreno destaca que, en muchas ocasiones, el cliente de falsificaciones no quiere conocer lo que hay detrás de esos productos porque le sirve de auto justificación, porque no le interesa conocer los efectos que tiene su compra.

 

José Antonio Moreno AndemaPregunta: Bimba y Lola terminó 2013 con más de 120 denuncias por falsificación y con más de 12.000 artículos falsos incautados. ¿Las marcas están protegidas actualmente en España?

Respuesta: Tenemos una legislación que no es la mejor de las deseables. El Código Penal, fruto de la reforma del 2010, vino a descafeinar la respuesta penal frente a las falsificaciones, por lo que los que tienen que perseguir las falsificaciones se han desmotivado. Al final hay una falta de respuesta penal frente a estos delitos, lo que hace que los falsificadores no dejen de tener incentivos para poner copias en la calle. Por suerte, las marcas no desisten. En el caso de Bimba y Lola, están haciendo lo correcto y no dejan pasar ni una. Esas son las marcas que tienen los mejores resultados.

 

P.: ¿La denuncia es la única vía para luchar contra las falsificaciones y las copias?

R.: No es sólo la denuncia, sino que es cuestión de poner en marcha una estrategia global. No se puede dejar ninguna operación policial sin judicializar, eso es lo más importante, porque si la empresa no denuncia al final no deja respuesta penal, con lo que siguen impunes las conductas. Además, es básico realizar campañas de sensibilización, tanto desde el sector privado como desde el sector público. Detrás de la falsificación hay explotación de creatividad y buen hacer, explotación de personas…es un negocio controlado por mafias criminales que están haciendo su agosto. Hay que actuar para conseguir un cambio de mentalidad en el consumidor, sobre todo el joven, pero eso es algo que hay que hacer a medio-largo plazo. Es la única manera de cambiar la realidad, tal y como se lleva haciendo ya tiempo con los accidentes de tráfico.

 

P.: Según datos de la entidad que usted dirige, en 2012 un 9% de la población española adquirió productos falsificados. ¿Por qué se compran principalmente las falsificaciones?

R.: Aunque los motivos económicos son los principales, la psicología del consumidor es muy variada. Es un producto accesible, que está en la calle (no hay que ir a buscarlo a sitios donde no van los consumidores normalmente), el precio es imbatible y hay un factor aspiracional muy fuerte que también influye. Frente a eso, el consumidor tiene que ser responsable, porque con su dinero está moviendo más de lo que puede pensar.

 

P.: ¿Qué impacto tienen esas copias para la marca?

R.: Depende del sector. En la moda es importante. Un bolso falsificado de una marca desplaza en muchas ocasiones la compra de otro auténtico. El impacto sobre la cuenta de resultados es tremendo, pero el más importante que tiene es a nivel de imagen. La reputación se consolida y los falsificadores la dinamitan. Copian un producto final que ha tenido éxito y eso es lo más fácil. No invierten en diseño, creatividad e innovación, sólo se benefician del trabajo de otros. Tienen menos gastos y sólo beneficios y ponen en riesgo que las empresas puedan dejar de invertir en innovación por ese acoso al que se ven sometidas.

 

P.: ¿Hay conciencia de ese impacto entre los consumidores españoles?

R.: Es uno de los países en los que está más extendido y uno de los menos conscientes de lo que hay detrás. El consumidor está perdido y no conoce o no quiere conocer lo que hay detrás de las falsificaciones porque le viene bien para auto justificarse. Si fuera consciente de las mafias que hay detrás y del riesgo incluso para la salud que comporta, posiblemente no consumiría. El nivel de sensibilización es bastante bajo, porque a veces no interesa conocer los efectos.

 

P.: ¿Qué diferencia hay entre la defensa de una marca de moda y otra de un sector como el de la alimentación o la automoción?

R.: Básicamente la defensa de la marca es parecida, pero quizás en la moda se produce una característica que es la rapidez con la que se mueve. Proteger el producto es mucho más importante porque el ciclo va muy rápido. El consumidor pide novedades cada muy poco tiempo, por lo que los productos quedan obsoletos con mucha más facilidad, por lo que hay que protegerlos para evitar que se falsifiquen y el impacto sea mayor.

 

P.: ¿Cree que la legislación española protege a las marcas?

R.: Recientemente ha entrado en el Parlamento un nuevo proyecto de ley en el que se mejora ese artículo contra los delitos de propiedad intelectual. Esta iniciativa contempla una nueva redacción para que haya tres tipos de conductas y tres tipos de condenas contra los falsificadores. Hasta ahora, la legislación no distingue conductas como vender un bolso en la calle o importar miles de productos falsos. Lo que hemos conseguido es que en el anteproyecto haya tres tipos de respuesta penal para tres perfiles: importador al mayor, distribuidor al por menor y vendedor en la calle. Con esto se localiza cada conducta y se penaliza en consecuencia.

 

P.: Habitualmente se compara el marco legal de protección de marca español con otros como el francés, el británico o el estadounidense. ¿Cuál cree que responde mejor a las necesidades actuales de las marcas de moda?

R.: Sin duda el francés. Es el modelo que tiene una respuesta más ágil y convincente por parte de las autoridades sobre lo que se está protegiendo, que para ellos es un derecho muy importante para la empresa titular de la marca y para el país. El modelo francés tiene claro que proteger a sus marcas es proteger al país, el empleo, la economía y la marca Francia. Un ejemplo es su política contra las falsificaciones en la frontera, por ejemplo. Si encuentran que alguien está intentando entrar en el país con un reloj falso comprado en Hong Kong, se le hace pagar una multa con el valor real de esa pieza en el mercado. De este modo, se desincentiva el consumo por el temor a las multas. Además de eso, Francia es un país en el que el nivel de conciencia del ciudadano es mucho más alto que en cualquiera del resto de Europa.