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Joan Gabarró (Fagepi): “Las nuevas generaciones del textil se encontrarán con terreno para hacer negocio”

El empresario es presidente de la agrupación textil de Igualada, uno de los organizadores de la feria de aprovisionamiento textil Bstim, que se celebra estos días en la localidad barcelonesa.

S. Riera

23 feb 2017 - 04:36

 

Joan Gabarró es presidente de la agrupación textil de Igualada (Fagepi). El empresario es propietario de Gavipunt, una de las tres compañías que conforman Stitch Way. Al frente de Fagepi, Gabarró es una de las personas que está detrás de la organización de la feria de aprovisionamiento textil Bstim, que se celebra en la localidad barcelonesa desde hace tres años y que tiene como misión dinamizar la relocalización textil en la comarca. Tras vivir la reestructuración y el adelgazamiento del sector, el empresario asegura que la relocalización es real y que, por primera vez, los grandes grupos de distribución les tienen en cuenta en su estrategia de aprovisionamiento.

 

Pregunta: Se habla mucho de relocalización, pero ¿es real?

Respuesta: Sí. Soy optimista por naturaleza, pero es que, en esta ocasión, los hechos lo constatan y nos indican que sí, que hay relocalización y que se consolida. Hemos pasado muchos años de pérdidas y, ahora, no sólo hemos dejado de perder, sino que hemos empezado a ganar. Sin duda, no está todo hecho, todavía quedan por hacer muchos Bstim y muchas otras acciones.

 

P.: ¿Qué es lo que se consolida?

R.: Nosotros no tenemos capacidad para hacer lo que se hace en Asia, ni en toda Europa hay capacidad para asumirlo. Pero sí hay un trozo de pastel en este mercado muy bueno. Las cadenas medianas sí pueden traer aquí sus pedidos porque tienen problemas fuera. Uno de ellos es la paridad euro dólar. En el último año y medio, este tipo de cambio ha encarecido las compras en Asia un 40%. Y esto nos ha beneficiado.

 

 

P.: Pero no deja de ser un hecho coyuntural…

R.: Pero nos ha dado cierto empuje y pienso que, aunque la paridad deje de estar a nuestro favor, los grupos de distribución y las marcas ya conocen las ventajas de producir en proximidad. Las empresas de moda del norte de Europa, por ejemplo, dan cada vez mayor importancia a lo social y lo medioambiental, y no podemos dejar escapar este tren.

 

P.: ¿De ahí el hincapié por la sostenibilidad de la feria?

R.: Hay en esta edición expositores de hilo reciclado, algo que hasta ahora era considerado un subproducto textil, destinado a la forrería, la automoción o los calcetines. Pero ahora han empezado a aplicarlo a la moda. Y los grandes grupos lo buscan.

 

P.: ¿Por qué hasta ahora no se había dado con ello?

R.: Porque hasta ahora no se habían unido las partes de la cadena: el distribuidor, el tejedor y el hilador. Ya se había intentado introducir el hilo reciclado en la moda, pero el resultado no había sido bueno. Ahora hay investigación e interés conjunto por parte de todas las partes de la cadena.

 

 

P.: ¿Hasta qué punto es determinante la colaboración entre empresas?

R.: Sin ella no sobreviviríamos. Ante la profesionalidad y especialización de cada una de las empresas del sector en el clúster de Igualada hemos aprendido a unirnos y convertirnos en una sola fábrica. Como tejedor, tengo al alcance en Igualada a acabadores muy especializados y puedo elegir entre uno u otro según aquello que necesite. Los industriales de aquí tenemos la suerte de tener este ecosistema.

 

P.: Sin embargo, esta fortaleza siempre ha sido vista como una debilidad…

R.: La peculiaridad de la industria en Igualada es que, en el pasado, el punto de partida eran las marcas, como Torradas, Escorpión o Fabril Malla, entre muchas otras. Eran estas empresas las que mantenían vivos los talleres de alrededor. Tras el cierre o la reestructuración de muchas de ellas, la industria quedó dispersa por la comarca y ahora el trabajo ha consistido en hacer de esta red una fábrica. Colaboramos por fuerza.

 

P.: Esto implica un cambio radical de mentalidad empresarial…

R.: Creo que hemos hecho cosas que nunca antes hubiésemos hecho. Por primera vez, hemos tenido que salir a vender, por ejemplo. Antes, no lo habíamos hecho nunca, no sabíamos.

 

 

P.: Supongo que la necesidad aprieta…

R.: Imagínese que usted hace tornillos para Seat en Martorell y, de repente, Seat cierra y se plantea hacer los coches. Hacerlo solo, por supuesto, es imposible, pero ¿y si se unen todos aquellos talleres de la zona, los fabricantes de las ruedas, los de las llantas…? El escenario es claro: o se cierra o la estructura industrial que queda se une y se dedica a hacer coches.

 

P.: Sus principales clientes son las cadenas medianas, pero también los grandes grupos españoles de la distribución de moda. ¿Hasta qué punto el precio es determinante en esta recuperación del sector?

R.: No podemos correr la carrera del precio. Apostamos por las cadenas medianas que valoran el producto elaborado aquí en los tiempos adecuados, con producciones muy personalizadas, que les ayudan a ahorran en procesos de almacenaje y de logística. Y, al final, los grandes grupos también han aprendido a tenernos en cuenta, algo que era impensable hace cinco años.

 

P.: ¿Se ha vuelto a invertir en el sector?

R.: Por supuesto. Las empresas compran maquinaria y renuevan sus instalaciones. A veces creo que los que nos dedicamos al textil somos una especie diferente: somos la segunda o la tercera generación al frente de empresas que acaban de pasar por muchas dificultades y que ahora nos vemos en la tesitura de volver a invertir para cambiarlo todo, a reestructurarnos de arriba abajo, de hacer cosas que nunca antes hubiésemos hecho.

 

 

P.: ¿Se ha empezado a crear empleo?

R.: Hemos pasado de destruir empleo a crearlo. Y a todos los niveles, incluso hemos creado nuestro propio ciclo formativo. Hasta ahora vamos sobreviviendo con el personal de aquellas grandes empresas que todavía no se ha jubilado, pero debemos rejuvenecer las plantillas.

 

P.: ¿Hay relevo generacional o nuevos emprendedores?

R.: Antes, nunca le hubiera planteado a mi hijo que se dedicara a ello porque no hubiera llegado a nada. Pero ahora es diferente. Las nuevas generaciones que se pongan al frente de las empresas textiles de la región se encontrarán con terreno suficiente para hacer negocio, no sólo para sobrevivir. Pero esto no implica que no quede mucho camino por recorrer aún.

 

P.: ¿Están las administraciones por la labor?

R.: No queremos subvenciones. Hemos tenido experiencias, como las de Galicia o Andalucía, que sólo sirven para alargar la agonía. Queremos que nos ayuden a allanar el camino, a crear un entorno que nos sea favorable, pero no ayudas para comprar maquinaria, por ejemplo. De momento, tenemos políticos que nos escuchan.