Back Stage

Jean Cassegrain (Longchamp): “No se puede generalizar y decir que el made in China es malo; hay malas fábricas en Francia y buenas en China”

Sarah García

22 may 2014 - 04:55

Jean Cassegrain es miembro de la tercera generación familiar que dirige Longchamp. Su abuelo, con el que comparte nombre, inició en 1948 un negocio de complementos de piel para cigarreras que más tarde diversificó y pasó a producir todo tipo de accesorios. El nieto del fundador es ahora consejero delegado de Longchamp (una de las pocas compañías del negocio mundial del lujo que todavía están gestionadas por la familia fundadora) y es el encargado de liderar una empresa con más de 2.000 empleados y presencia en todo el mundo. Cassegrain, que acaba de poner en marcha en Barcelona la segunda tienda de Longchamp en España, explica que uno de los mayores cambios que ha vivido en sus más de dos décadas en el negocio de la moda es la integración de los accesorios en el conjunto del sector. El directivo, que sostiene que el bolso es, quizás, el producto más importante del negocio de la moda, cree que la firma que vende un producto es mucho más relevante que la procedencia del mismo.

 

Pregunta: Acaba de abrir las puertas su primer punto de venta en Barcelona. ¿Por qué ha escogido esta ciudad entre todas las que hay en el mercado español?

Respuesta: Contamos con una tienda en Madrid desde hace casi una década y Barcelona es un complemento perfecto. Es una ciudad relevante, internacional, dinámica y vibrante, con una importante cifra de población y un índice de turismo muy elevado. Esa combinación entre público local y turista la convierte en un destino más que interesante.

 

Longchamp Jean Cassegrain consejero delegadoP.: Longchamp forma parte de una lista, cada vez más larga, de compañías que están abriendo tiendas en España. ¿Cómo ve el mercado actualmente, tras el impacto de la crisis económica?

R.: España es un mercado muy dinámico para nosotros y nuestras ventas no se han visto afectadas por el impacto de la crisis económica, quizás porque éramos demasiado pequeños para que nos afectara. Desde que se inició esta etapa en España nuestra cifra de negocio ha aumentado, sobre todo en El Corte Inglés, donde tenemos una importante presencia, por lo que no podemos decir que nos haya afectado negativamente.

 

P.: Usted lleva más de dos décadas en el negocio del lujo, mientras que Longchamp tiene una historia de más de medio siglo. ¿Qué cambios ha visto en todos estos años?

R.: El mayor cambio que he visto es que nuestro negocio, el de los accesorios y los productos de piel, se ha convertido en parte del negocio de la moda. Hace veinte o veinticinco años, los accesorios y los productos de piel y el prêt-à-porter operaban de forma independiente. No obstante, ahora todas las marcas de accesorios hacen moda y todas las firmas de moda hacen accesorios. Creo que si caminas por Paseo de Gracia verás que todas las tiendas venden bolsos, menos los bancos y los restaurantes y eso no era así hace veinte años. Los bolsos se han convertido en un producto muy importante para el negocio de la moda, incluso diría que el más importante y eso nos ha beneficiado, porque ha dinamizado mucho el mercado. También ha traído mucha competencia, lo que ha empujado a Longchamp a transformarse y convertirse en una marca de moda global.

 

P.: Dirige un negocio familiar en una industria llena de conglomerados. ¿Qué diferencias ve entre una empresa familiar y un hólding? ¿Qué ventajas y desventajas considera que tiene un negocio familiar?

R.: La mayor ventaja es que somos independientes, libres de crecer a nuestro ritmo y podemos permitirnos pensar en el largo plazo y no en los resultados económicos del próximo trimestre. No tenemos una presión financiera que nos obligue a obtener unos resultados concretos, nosotros marcamos el ritmo. Un ejemplo es la apertura de Barcelona, porque nos hemos tomado nuestro tiempo en encontrar el espacio adecuado y hemos dejado pasar muchas oportunidades. Si hubiéramos formado parte de un grupo, seguramente no nos podríamos haber permitido esa espera.

 

P.: Longchamp apuesta por estar en el segmento conocido como lujo accesible en un momento en el que muchas firmas luchan por elevar su posicionamiento. ¿Qué cree que define a este segmento y cuáles son las ventajas de estar en él?

R.: No me gusta mucho el término lujo accesible. Nosotros definimos nuestro posicionamiento como lujo optimista, porque es un término más alegre, cálido y dinámico. En cuanto a precio, nuestros productos coinciden con los artículos de menor precio de las firmas más premium y creo que es un buen posicionamiento, porque no hay tanta competencia. Muchas marcas compiten ahora por estar en la cima de la pirámide pero nosotros permanecemos en este nivel, que está un poco por debajo, y nos sentimos muy cómodos en él.

 

P.: La compañía es conocida por modelos de bolso como Le Pliage. ¿Es bueno o malo ser reconocido por un número reducido de productos? 

R.: Este bolso en concreto es uno de nuestros productos estrella y creo que debe ser uno de los bolsos más vendidos de la historia, con más de treinta millones de unidades vendidas. No creo que sea negativo ser reconocido por un número reducido de productos y creo que muchas marcas querrían tener un producto tan exitoso entre su oferta. En el caso de Le Pliage, crea una dinámica muy positiva porque es un bolso que atrae al consumidor joven y que genera tráfico en nuestras tiendas.

 

P.: ¿Qué papel ha jugado la marca Francia para Longchamp?

R.: Somos una marca muy francesa y siempre diseñamos con la mujer francesa en mente. Hay muchas marcas francesas que actualmente, aunque fabriquen en el país, diseñan pensando en otro tipo de mujeres, más internacionales, como por ejemplo las chinas. En lo que a fabricación se refiere, tenemos alrededor de 900 empleados trabajando en nuestras instalaciones en Francia pero, desde hace décadas, también producimos fuera de Francia. No pensamos que el made in France sea clave, lo que creemos que sí lo es, es que el producto esté hecho por nosotros y que los criterios de calidad sean los mismos. Un bolso nuestro se puede producir en Francia, en isla Mauricio, en Túnez o en China y ningún miembro de la compañía, incluido yo, notará la diferencia, porque todos se hacen igual y con los mismos estándares de calidad. No se puede generalizar y decir que el made in France es bueno y el made in China es malo, porque hay malas fábricas en Francia y buenas en China. Es muy simplista sólo mirar la etiqueta de dónde se hizo un artículo. Es más importante la marca y los valores de la marca que vende el producto que no el lugar dónde el producto fue fabricado.