Back Stage

Ganadores y perdedores de la digitalización: proximidad vs lejanía, atomización vs. concentración

La irrupción de la digitalización en la cadena de valor de la moda también impactará en los actuales circuitos de aprovisionamiento, diseñados para dar soporte a un sistema que mueve grandes volúmenes de un mismo modelo.


S. Riera

21 jun 2019 - 04:44

La industria de la moda, un sector que apenas ha evolucionado en miles de años, encara ahora una profunda transformación. Los nuevos hábitos de consumo, el nuevo escenario socioeconómico y geopolítico, los cambios demográficos y la irrupción de la tecnología en todos los quehaceres diarios también tienen un impacto en la cadena de valor del sector. La digitalización y la sostenibilidad abren una nueva era en todos sus eslabones, que implica la incorporación de nuevos sistemas en las fábricas. Itma, la mayor feria de maquinaria textil, dará las claves de lo que será la industria de la moda del futuro en su próxima edición, que se celebrará del 20 al 26 de junio en Fira de Barcelona. Acudirán 1.600 expositores y se espera superar los 125.000 visitantes.

 

 

Ganadores y perdedores de la digitalización: proximidad vs lejanía, dispersión vs. concentración

 

 

La tecnología deberá ser la clave para poner fin al exceso de stocks, un lastre que perjudica gravemente la rentabilidad de las empresas de moda. El fast fashion viene encarando desde hace veinte años este problema siendo mucho más reactivo a los vaivenes del mercado. Pero, ante el alud de campañas de descuentos, también este sistema empieza a ver sus costuras. 

 

Se espera que, con la llegada de la digitlización al sector, se complete la integración entre la distribución y la industria y este nuevo escenario llegue a redefinir de nuevo el mapa global del aprovisionamiento.

 

En la década de los setenta, los pioneros de la globalización empezaron a trasladar parte de su producción a China. En busca de volúmenes y costes más bajos, sentaron las bases de una incipiente industria textil en el gigante asiático, un país que iniciaba entonces su despegue económico. 

 

 

 

 

Bajo la estabilidad del prêt-à-porter, la gran distribución de moda fue ganando protagonismo en base a un aprovisionamiento low cost en China centrado en artículos básicos y alguna prenda de temporada que cambiaba dos veces al año.

 

Con Inditex, este sistema ganó velocidad acercando parte del aprovisionamiento a los mercados de consumo, levantando otros hubs productivos, como Turquía o el norte de África. De esta manera, se abrieron y consolidaron dos circuitos: el largo, en lejanía, para básicos, y el corto, en proximidad, para las prendas con un mayor componente de tendencia. Los expertos sostienen que este modelo persistirá, pero que la digitalización y la progresiva automatización de las factorías favorecerán la cercanía.

 

Los tiempos se aceleran y las colecciones se acortan para evitar al máximo errores y, en consecuencia, de stocks. La reactividad, por tanto se acentúa. Este nuevo escenario obliga a llegar más rápido al mercado y a trabajar los datos que se extraen de los canales de venta y redes sociales para acertan en el diseño de las colecciones. En la nueva realidad del mercado de la moda, ya no son las marcas las que dictan tendencia, sino que la creatividad de las prendas y los complementos está cada vez más sometida al big data y su analítica.

 

 

 

 

Se estima que conexión entre la galaxia de la distribución y la de la producción gracias al intercambio de datos acelere la cadena y sea más efectiva, dejando de lado las tendencias propias del pasado para empezar a hablar de propuestas mucho más personalizadas. La progresiva automatización de todos los procesos tenderá a disminuir los actuales costes laborales.

 

Para dar respuesta a esta realidad, la cadena de valor no sólo se aproximará a los mercados de consumo sino que también trabajará de manera más coordinada y cercana, sobre todo porque sus actores tenderán a intercambiar cada vez una mayor cantidad de información. Por otro lado, el diálogo entre los diferentes eslabones de la cadena de valor se extiende a los retailers, que por primera vez, buscan alianzas con el textil de cabecera e incluso con los fabricantes de maquinaria.

 

La transformación tecnológica implica además una nueva criba: tener o no tener datos. Las nuevas factorías han sensorizado cada uno de los componentes de sus máquinas para cuantificar capacidades y rendimientos. Son datos que se intercambian con el resto de actores de la cadena, lo que implicará alianzas más estrechas e incluso conllevará a operaciones corporativas orientadas a ganar verticalidad.

 

De este modo, aquellos actores que no suban a la ola de los datos, sólo podrán permanecer en la industria haciendo hincapié en procesos artesanales y de alto valor añadido. Por otro lado, quienes opten por mantener distancia con otros eslabones de la cadena por ser reacios a compartir datos, quedarán también más expuestos a ser expulsados del sistema.

 

La nueva realidad industrial y de mercado exige, por tanto, cadenas más integrada, con menos actores y mucho más concentradas, también en el espacio, siendo más próximas a los mercados de consumo.