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Franklin Holley (Conservation): “Si esperamos a que todo el sector cambie será tarde”

Holley tiene más de quince años de experiencia en agricultura sostenible y desde este año es directora de moda sostenible en la organización estadounidense sin ánimo de lucro.

Modaes

17 jun 2021 - 04:49

Franklin Holley (Conservation): “Si esperamos a que todo el sector cambie será tarde”

 

 

Franklin Holley llevaba casi toda su carrera dedicada a la agricultura cuando, en plena pandemia, tomó las riendas del área de moda sostenible de Conservation International, una organización estadounidense sin ánimo de lucro dedicada a la protección de la naturaleza. Holley defiende que la moda puede sacar grandes aprendizajes del camino que hizo antes la alimentación, sobre todo la necesidad de trabajar en colaboración y ganar escala. Sólo en los últimos meses, Conservation ha impulsado varios proyectos en el sector, como un fondo con Kering para la transición de un millón de hectáreas de tierra hacia prácticas regenerativas, con un presupuesto de cinco millones de euros, o un proyecto de la mano del Fashion Pact para mitigar el impacto del sector en la biodiversidad, con una dotación de dos millones.

 

 

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Pregunta: La industria de la alimentación ha hecho grandes avances en sostenibilidad. ¿Qué puede aprender la moda?


Respuesta: Hay mucho que aprender de ese entorno. En general, lo que estamos viendo ahora en el sector de la alimentación es que hay este movimiento generalizado de enfoques basados en proyectos a colaboración que busca ganar escala. Todavía necesitamos esos proyectos, pero esta necesidad de ganar escala y ambición dada la crisis medioambiental es muy importante. Y la moda tiene una oportunidad de aprovechar esos aprendizajes y llegar más lejos y más rápido. El sector necesita marcarse objetivos conjuntos, como con el Fashion Pact. La alimentación se está apalancando en esa colaboración, porque la biodiversidad o el cambio climático no ocurren en una única granja. Lo que se produce termina en diferentes cadenas de valor de distintas marcas, así que ese enfoque de sector es muy importante.

 

 

P.: La apuesta por la sostenibilidad en moda ha estado muy focalizada en materias primas, especialmente el algodón orgánico. ¿Es lo mismo orgánico que sostenible?


R.: Es una pregunta que nos hacen mucho. Orgánico y sostenible pueden ser sinónimos, pero no siempre. Hay que fijarse en el cambio de uso de la tierra, la gestión de los nutrientes… Hay que entender cuál es el impacto. Hemos de pensar en qué tiene más sentido y la respuesta siempre es que depende. Donde sí puedes cultivar orgánico, puede que sea más intensivo en agua, como ocurre con los plátanos. Hay que pensar más en el resultado y el impacto que en la etiqueta en sí.

 

 

P.: Cultivar algodón es muy intensivo en agua, pero la otra materia prima más usada en la moda es el poliéster, que procede del petróleo. ¿En cuál debería centrar sus esfuerzos el sector?


R.: No creo que tengamos que escoger una. La realidad es que tenemos ambas y tenemos que enfocarnos en ambas. En dónde y cómo se cultiva el algodón, pero también qué estamos haciendo con esos materiales procedentes del petróleo, cómo se lavan, cómo se desechan… Y cuánto duran las prendas que se hacen con cada una.

 

 

 

 

P.: La población mundial sigue creciendo. ¿Hay campo suficiente para cultivar algodón a este ritmo y alimentarnos a todos?


R.: Tenemos que comer y tenemos que vestir. No se trata de qué se está cultivando sino dónde y cómo, de qué manera se emplea el producto, cuánto dura, qué hacemos con él después… También hemos de pensar más allá: en nuevos materiales que puedan surgir y que pueden cambiar cómo y dónde cultivamos las materias primas. No sólo vamos a cultivar algodón, así que hemos de pensar en cuál es el mix correcto. Vamos a tener que adaptarnos tanto en la tierra como en la forma en la que evaluamos, por ejemplo, la capacidad de un campo, al tiempo que protegemos la naturaleza. La cadena de valor también va a tener que cambiar en términos de qué compran, cuánto y dónde, para permitirnos seguir haciendo las cosas que hacemos como humanos.

 

 

P.: Al principio dijo que hacía falta ganar escala. ¿Pero el volumen es compatible con reducir el impacto medioambiental?


R.: Eso creo. Con una vida extendida, reutilizando y reciclando y cuando los materiales están producidos correctamente. Los incentivos están ahí para que los productores hagan las transiciones que tienen que hacer y continuar siendo viables. Si eso se une al conocimiento adecuado, la capacidad y, en particular, las políticas públicas adecuadas, creo que podemos hacerlo, pero no será un trabajo sencillo y hay que hacerlo juntos. Todos los stakeholders tendrán que unirse para hacerlo posible.

 

 

P.: ¿Qué pueden hacer los Gobiernos?


R.: Tienen un papel clave. Hay que analizar qué políticas pueden proteger las Áreas de Alto Valor de Conservación, las que pueden incentivar un buen comportamiento y que los productores transicionen a prácticas que sean más regenerativas. Hay que pensar en niveles de jurisdicción, en enfoques regionales, porque la biodiversidad no conoce de fronteras.

 

 

 

 

P.: En moda hay muchos intermediarios a lo largo de la cadena de valor. ¿Es un hándicap para encarar una transición como la sostenibilidad?


R.: El sector de la moda tiene una cadena de valor particularmente compleja que puede llegar a ser muy larga y difícil de trazar. Los intermediarios son una realidad con la que tenemos que lidiar. Tenemos que buscar modelos alternativos que nos permitan cumplir con los resultados sociales y medioambientales que queremos, pero eso no significa que no tengamos que trabajar con las personas que son clave para que los productos lleguen al mercado. Al mismo tiempo, tampoco podemos esperarles. Si esperamos a que todo el sector cambie será muy tarde. Será un equilibrio entre trazabilidad, transparencia, acción colectiva, recompensar e incentivar a los productores… Tenemos que hacerlo juntos para el beneficio de todos, independientemente de cuántos intermediarios haya.

 

 

P.: ¿Qué pueden hacer los consumidores?


R.: Tienen mucho poder, pero no todo. No podemos salir del problema solo decidiendo qué comprar. Pero los consumidores son motores de cambio, así que es importante que sepan el impacto de la ropa que llevan, del fast fashion… Los consumidores pueden empezar a tomar decisiones como comprar ropa de mayor calidad, usarla más, escoger materiales recomendados por Textile Exchange... El reto es que no todos los consumidores son iguales, así que necesitamos clientes que lideren el cambio y compañías que, independientemente del retorno a corto plazo, inviertan en que existan estas opciones y las pongan en las tiendas. Es una cuestión de viabilidad a largo plazo no sólo para esas empresas sino para el planeta y para las personas, y eso es lo que creo que impulsará el cambio.