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El vestidor del dueño de Mercadona

I. P. Gestal

30 oct 2015 - 04:53

DottenEspinela y Baravento tienen una cosa en común: todos han pasado por Lanzadera. Este programa para emprendedores, impulsado por Juan Roig, fundador de Mercadona, está detrás del despegue de más de 50 empresas de todos los sectores. De ellas, el 25% son start ups relacionadas con la industria de la moda que, tras once meses en Lanzadera, han impulsado su negocio y encontrado su hueco en el sector. ¿Cuál es el secreto del vestidor de Juan Roig?

 

“Lanzadera te permite crecer a pasos agigantados y te evita cometer errores que en otro contexto sería imposible”, explican Esther Segura y Tania Tarrega, fundadoras de la firma de moda sostenible Slow Artist. Su compañía fue una de las 29 seleccionadas para la tercera edición de la incubadora, en la que se presentaron 1.300 proyectos emprendedores.

 

Los requisitos para participar son sencillos: ser emprendedor mayor de 18 años, de cualquier nacionalidad, con una idea de negocio sin limitación de sector, de actividad ni de área geográfica. Pueden presentarse emprendedores que cuenten con un equipo incipiente, siempre que exista un liderazgo claro. Los seleccionados entran a formar parte del programa, en el que permanecen durante once meses.

 

A medida que van cumpliendo “hitos”, las empresas van accediendo a nuevas fases de financiación hasta un máximo de 200.000 euros. Además, el proyecto pone a disposición de las empresas un espacio de coworking, ubicado en la Marina Real Juan Carlos I, en Valencia, donde los emprendedores tienen que instalarse durante la fase de formación, y un soporte a la empresa con asesoría y talleres.

 

Los emprendedores reciben además asistencia legal y soporte administrativo, contable, fiscal y laboral. Tras once meses, las empresas salen, explica el programa en su web “a mar abierto” y el objetivo es que logren sobrevivir por sí mismas en el mercado.

 

Àlex Casals, uno de los impulsores de Dotten, que formó parte de la segunda edición de Lanzadera, destaca tres aspectos del proyecto que lo distinguen de otras incubadoras y vías de financiación: la inversión, el equipo humano que participa en Lanzadera, y el equipo compuesto por todas las empresas de cada edición de la incubadora.

 

“He aprendido muchísimo de las otras empresas que estaban en Lanzadera”, dice Casals. “Estas rodeado de otras personas con espíritu emprendedor, algo que tiene un valor incalculable –añade el directivo–; durante el proceso de creación se cometen mil errores, pero allí puedes hablar con gente que los ha cometido antes que tú y aprender de ellos, o viceversa”.

 

En la misma línea, las fundadoras de Slow Artist destacan la oportunidad de crear sinergias entre empresas y la posibilidad de acceder a vías de financiación externas a la propia Lanzadera. “Además de la financiación directa, desde la incubadora buscan contactos para encontrar inversores y te ayudan a acceder a otras vías de crédito”, apuntan.

 

Entre los beneficios está también la oportunidad de recibir consejo de primera mano del propio Roig. “En el año que estuvimos en Lanzadera hablamos con él cuatro veces –dice Casals–; se presenta con una hoja en blanco y un boli y te da consejos de primera mano que son impagables”.

 

En la primera edición participaron trece compañías, de las cuales tres eran start ups del sector de la moda: una modista online, Anna Lozabai – Única; una cadena de moda íntima masculina, Baravento y una plataforma de ecommerce,Hiphunters.

 

Al entrar en el programa, Baravento, impulsada por Humbert Sasplugas y Lorenzo Casaus, se encontraba desarrollando los prototipos del proyecto y su plantilla se limitaba a sus dos fundadores. Durante el periodo en la Lanzadera, la compañía puso en marcha la tienda online y comenzó a comercializar sus primeros productos.

 

Tres años después, Baravento emplea hoy a 13 personas y cuenta con tres puntos de venta propios. También Anna Lozabai – Única despegó durante su estancia en la incubadora, duplicando su número de empleados y dando el salto a la calle poco tiempo después con su primera tienda en Madrid.

 

En la segunda edición, cuatro empresas del sector se subieron a la Lanzadera: DottenEspinelaTrendzo y School&FashionDotten, especializada en camisería y complementos masculinos, abrió su primera tienda durante su primer mes en Lanzadera. Para este ejercicio, la compañía se ha fijado el objetivo de sumar cinco puntos de venta propios y facturar medio millón de euros.

 

Espinela, que ya llevaba un año en marcha cuando entró en la incubadora, pasó de contar con una pequeña tienda-estudio a estar presente en puntos de venta de París, Alicante y Madrid al finalizar el programa.

 

Este año, Lanzadera ha subido la apuesta con 29 empresas participantes y, entre ellas, siete de moda, entre las que hay pure players, proyectos artesanales y firmas de moda sostenible como Slow Artist que, con el impulso del cohete de Juan Roig, ya ha iniciado su expansión internacional. MencantaRibagsSingularuMadaishClouds y Antía son las otras empresas de moda en la tercera edición del proyecto.