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El sastre de Camps toma medidas

16 mar 2009 - 00:00

Nunca un sastre había estado tan en el ojo del huracán como José Tomás García. Este hombre, de 52 años de edad y una dilatada experiencia en la profesión, es uno de los testigos de la Operación Gürtel, la presunta trama de corrupción del empresario Francisco Correa que afecta a políticos del PP. Tomás fue despedido el día después de declarar durante nueve horas y media ante el juez Baltasar Garzón sobre sus clientes, entre los que figura el presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps. El político del PP quiso zanjar la semana pasada la polémica sobre los trajes, cuyas facturas habían corrido supuestamente a cargo de empresas de Correa, como Orange Market, Diseño Asimétrico y Servimadrid Integral. “Claro que me pago mis trajes”, aseguró. Ahora, Tomás ha decidido dar su versión de los hechos con todo lujo de detalles.Según explica en una entrevista concedida a El País, Tomás le tomó las medidas a Camps por primera vez en la tienda de Milano en la calle Serrano de Madrid. El sastre pasó después a la empresa Forever Young, una continuación de la primera que dirige Eduardo Hinojosa -miembro de la familia fundadora de Cortefiel-, donde siguió preparando trajes para el presidente valenciano, habitualmente en su habitacional del hotel Ritz. Camps era un cliente amable, pero exigente, y le hizo repetir varios trajes. “Quería los pantalones con un ceñidor detrás y hubo que buscar una trabilla que tuvieron que traer de Italia”, asegura Tomás. El sastre corrobora que los precios de los trajes, de entre 800 y 1.200 euros, no eran desorbitados, y relata incluso que, en una ocasión, el presidente valenciano se hizo con unos zapatos Crockett & Jones de oferta, por 200 euros el par. El problema, claro está, radica en quién pagaba las facturas, que según la documentación en poder de Garzón ascienden a 12.783 euros. Según Tomás, los trajes de Camps los pagó Pablo Crespo, administrador único de la empresa Orange Market y mano derecha de Francisco Correa."Venía cada seis meses aproximadamente con un fajo de billetes de 500 y pagaba 30.000 ó 35.000 euros”, asegura el sastre. Tomás también revela que, poco antes de declarar ante la policía, Camps le llamó “muy nervioso” a preguntar si habría alguna factura de Milano a su nombre. En su carta de despido, la empresa acusa a Tomás de haber ordenador hacer facturas falsas para justificar los pagos de las empresas de Correa, aunque el sastre reconoce que su mala relación con Hinojal ya venía de lejos. “Nunca vi esas facturas ni ordené que se confeccionaran, ni había oído hablar en mi vida de firmas como Diseño Asimétrico o Servimadrid”, asegura. Camps no tardó en responder a las acusaciones de su viejo sastre. “Una mentira nueva”, dijo.