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El museo Balenciaga, cuatro años después

S. Riera

16 abr 2014 - 04:45

En lo alto de Getaria, un pequeño pueblo de pescadores situado en el enclave costero que comprende las localidades de Orio, Zarautz y Zumaia, se erige el Palacio Aldamar. Junto al majestuoso edificio se impone una gran cortina de metacrilato de una estructura volumétrica, obra del arquitecto cubano Julián Argilagos, que amplía las instalaciones. 

 

El Museo Balenciaga celebrará su cuarto aniversario el próximo septiembre y su continuidad sigue en jaque. Los recortes de las administraciones estatal, autonómica y local han dejado sin fondos al museo, que el pasado septiembre estuvo al borde del cierre.La institución museística abrió sus puertas el 3 de septiembre de 2010, once años después de que empezaran las obras de rehabilitación del Palacio Aldamar, que ahora ocupa. En este periodo, la afluencia de visitantes ha registrado una evolución a la baja. En 2013, el Museo recibió la visita de 45.892 personas, un 64,8% menos que dos años atrás.

 

En junio de 2011, casi un año después de su apertura, la Reina Doña Sofía protagonizó la inauguración oficial del museo, acompañada por un séquito de más de 300 personalidades. A pesar de la numerosa comitiva, que inundó las calles empinadas de la localidad vasca en la que nació Cristóbal Balenciaga, la reina presidió un acto sobrio y escueto, que buscaba el ruido justo para no avivar los escándalos de corrupción que precedieron a la inauguración y que permanecen sobre el ambicioso proyecto, que representa otro de los monumentos en España al boom inmobiliario de la última década.

 

En septiembre del año pasado, mientras se debatía la continuidad del Museo Balenciaga, dos de sus impulsores, el ex alcalde de Getaria, Mariano Camio, y el arquitecto Argilagos eran imputados por irregularidades entre los años 2000 y 2007. Las obras del Museo Balenciaga tuvieron un coste final de treinta millones de euros, cinco veces más de lo presupuestado en 1999, cuando se fraguó la idea. A partir de 2006, los costes se fueron disparando ejercicio tras ejercicio hasta tal punto que llevaron a la Fundación Balenciaga y la sociedad Berroeta Aldamar al juzgado.