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El legado de Virgil Abloh: cómo bajar LVMH a la calle para seguir reinando

Con el creativo de Illinois, fallecido ayer a los 41 años, el grupo pilotado por Bernard Arnault logró el desafío constante del sector: que firmas centenarias continúen siendo relevantes hoy.

Iria P. Gestal

29 nov 2021 - 04:59

El legado de Virgil Abloh: cómo bajar LVMH a la calle para seguir reinando

 

 

Un hombre del renacimiento, el Jeff Koons o el Andy Warhol de la moda, el Karl Lagerfeld de la generación millennial. La lista de personalidades con las que se ha comparado a Virgil Abloh es larga y heterogénea, pero todas tienen algo en común: artistas o creativos disruptivos, que establecieron nuevas normas y marcaron una época. Abloh, que prefería considerarse un creador a un diseñador, hizo eso mismo desde la cima de la mayor empresa de lujo del mundo, LVMH. Con él, el grupo pilotado por Bernard Arnault logró el desafío constante del sector: que firmas centenarias continúen siendo relevantes hoy.

 

El creativo, fallecido ayer a los 41 años, fue el primer afroamericano en llegar a lo más alto del lujo francés, el primero en ocupar el puesto sin tener la trayectoria clásica (ni había pasado por las grandes escuelas de diseño, ni venía de otra firma de lujo, exceptuando seis meses en Fendi) y la perfecta encarnación de una era en la que ya no importan los diseñadores, sino los directores creativos.

 

Su prolífica carrera y su visión, decía el New York Times en 2020, sólo puede compararse a la de Karl Lagerfeld: además de liderar la dirección creativa de hombre de Louis Vuitton y su marca propia, Off-White, colaboró con firmas como Nike, Evian, Champion, Ikea o McDonald’s, expuso en el Louvre y el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago, y pinchó como DJ en Ibiza, Coachella y Bali.

 

 

  

 

En julio, tras tomar el control de su marca Off-White, LVMH le ascendió a un puesto de nueva creación que le permitiría trabajar con todas las marcas del grupo, un cargo inédito para un creativo que entendía la ropa como una representación cultural, el punto de encuentro entre la filosofía, el arte o la música, campos que él conocía de primera mano.

 

No era la primera vez que LVMH recurría a un creativo disruptivo, provocador incluso, para llegar a las nuevas generaciones, pero ninguno había despertado antes tanta confianza por parte de Bernard Arnault (Marc Jacobs salió abruptamente de Louis Vuitton y desde la casa criticaron que había perdido “la visión”, y John Galliano fue despedido de Dior por proferir insultos antisemitas).

 

El impacto de Abloh en LVMH es tan transversal que es difícil ponerle números, pero su influencia cultural y estética en la moda es visible hoy en las tiendas de prácticamente cualquier marca en el mundo.

 

El lujo (y casi toda la moda que bebe de él) era un símbolo del establishment blanco, (cada vez menos) europeo, rico y conservador. Abloh era en sí mismo un personaje que apelaba al lenguaje de las nuevas generaciones: inclusivo, digital, estrella en redes sociales, irónico y que por momentos parecía no tomarse el sector demasiado en serio.

 

Ese enfoque trascendía también a sus diseños (que a menudo no tuvieron muy buena prensa): el chándal y las sneakers tomaron la pasarela, y la moda urbana fue, de golpe, aspiracional. El movimiento permitió a Vuitton mantener su relevancia y, a la postre, seguir vendiendo bolsos y alguna que otra zapatilla.