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El futuro del ‘fast fashion’ o cómo hacer sostenible un negocio de 100.000 millones de prendas anuales

El consumo de moda en las economías emergentes crece ocho veces más rápido que en Occidente.

Amelia Pijuán

27 oct 2016 - 12:58

El futuro del ‘fast fashion’ o cómo hacer sostenible un negocio de 100.000 millones de prendas anuales

 

 

El fast fashion amplía sus horizones. En los últimos años, el fast fashion ha registrado un crecimiento vertiginoso. Entre los 2000 y 2014, la producción de prendas se ha duplicado y su consumo medio por consumidor ha aumentado hasta un 60%. Sin embargo, la magnitud del negocio ha sido proporcionalmente directa al impacto medioambiental generado, tal y como indica el informe Style that’s sustainable: A new fast-fashion formula, elaborado por la consultora McKinsey.  

 

En 2014, el número de prendas producidas superó los 100.000 millones, con una media de catorce artículos por persona. En las economías emergentes de Brasil, China, India, México y Rusia, este consumo de ropa ha ido creciendo a medida que su clase media ha ido ganando tamaño. La consultora estima que el desarrollo de las ventas en estos países crece ocho veces más rápido que en Canadá, Alemania, Reino Unido y Estados Unidos.

 

Pese a la dimensión del negocio del fast fashion, el informe de McKinsey apunta que sus bases se asientan en una producción fragmentada, un proceso relativamente bajo en tecnología y un proceso de producción que genera una inmensa cantidad de residuos tóxicos.

 

 

En este contexto, la consulta prevé que si el 80% de la población de las economías emergentes alcanzan los mismos niveles de consumo de moda que el mundo occidental en 2025 y la industria no se vuelve más eficiente, el impacto medioambiental será muy potente.

 

La confección de ropa requiere el uso de una gran cantidad de agua y productos químicos, además de emitir una alta proporción de gases de efecto invernadero. Por otro lado, las condiciones en los que trabajan los empleados de las fábricas son pésimas: sueldos bajos y situación de riesgo al estar expuestos a procesos químicos en la manipulación, especialmente, del algodón y el cuero.

 

Pero el problema no finaliza aquí. La compañía indica que el lavado y el secado de un kilo de ropa genera once kilos de gases de efecto invernadero, lo que se podría evitar si las empresas optaran por producir sus prendas con otros tejidos.

 

 

Aunque el reciclado de ropa se alza como una opción para paliar esta situación, las estimaciones apuntan que los mercados no son lo suficientemente grandes para absorber el volumen de material que resultaría de este proceso.

 

Actualmente, casi tres quintas partes de las prendas que se generan terminan en vertederos o incineradores antes de llegar a ser recicladas. Alemania es el país más eficiente en este sentido, con la reutilización de la mitad de ropa que recopila, mientras que Estados Unidos sólo recauda un 15%, Japón un 12% y China un 10%.

 

En los próximos años, McKinsey estima que la demanda mundial de ropa aumentará de forma significativa durante la próxima década debido al incremento de la clase media mundial. No obstante, la oportunidad puede convertirse en un riesgo para las empresas del negocio de la moda al depender de las expectativas de una nueva generación más alineada con la sostenibilidad y el medio ambiente.