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El futuro de la moda

19 jul 2010 - 00:00

Esta es la última vez que voy a hablar de forma pública sobre la pasarela 080 cuál debe el modo en que se gestione la promoción de la moda en este país. Durante una etapa estuve al frente de Pasarela Barcelona para tomar el relevo de Gaudí, pero hoy en día me dedico al cien por cien a la gestión de mi empresa, TCN, y no tengo ningún afán de asumir protagonismo, aunque estoy dispuesto a colaborar. Por ello, quiero dejar constancia de cuál es mi manera de pensar al respecto y, a la vez, realizar un llamamiento al sector Público y privado para que, entre todos, devolvamos a la moda el papel en la sociedad que debería tener.Durante los últimos años hemos visto cómo la política ha tomado las riendas de una de las principales herramientas de márketing de la moda: las pasarelas. A través de decisiones políticas no se puede crear una pasarela y, por tanto, tampoco se puede generar negocio. Las decisiones políticas no van dirigidas a un crecimiento económico del sector ni a su proyección internacional, tan sólo van dirigidas a incrementar amiguismos y popularidades que nada tienen que ver con lo que los profesionales del sector necesitamos, no sólo para sobrevivir en un ambiente económico tan hostil como el actual, sino también a crecer y ayudar a proyectarnos internacionalmente como industria. En mi opinión hay que partir del negocio, cogiendo los puntos fuertes de París, Milán o Nueva York, pero sabiendo en todo momento dónde vivimos y siendo conscientes de qué tipo de país es España. Es intolerable que cada cambio político suponga una reestructuración completa de las políticas introducidas por el anterior, y más aún si hablamos de un sector en que las acciones suelen tener un efecto a largo plazo. No puede ser. En el caso de Barcelona, se debería haber analizado qué es lo mejor para la ciudad y, a la vez, que puede hacer ella por el sector y por su pasarela. Pero siempre con un equipo de profesionales, porque cada euro que se invierta debe convertirse en cinco, en un acto de eficiencia y eficacia. Hay que conseguir crear el máximo humo posible con la inversión más corta, para que el margen, es decir, el impacto en hoteles, en promoción o en minutos de televisión, sea mayor. La moda es un negocio. No debemos olvidarlo y, a veces, parece que algunos lo olvidan. Y más todavía en un momento como el actual. Las marcas españolas ya generan riqueza para este país, en forma de puestos de trabajo directos, transporte, diseño, talleres, escaparatismo, publicidad… Pero deben hacerlo todavía más. En mi opinión, ya que en Barcelona se ha apostado por el modelo 080 Barcelona Fashion, hay que seguir haciéndolo, porque ya son muchos años de trabajo y no nos podemos permitir el lujo de perderlos. Es necesario conservar esa marca, pero no limitarla como está actualmente, sino, ampliarla contando además de con diseñadores independientes, también con diseñadores consagrados y con todos los que vengan. Venga de donde vengan y que ayuden a que el sector crezca, se fortalezca y tenga un futuro. Porque no estamos hablando de política, sino de un sector económico. Es como si ser presidente del Barça fuera un cargo político: no lo es, es un cargo relacionado con el fútbol, un cargo dirigido a generar negocio, a generar ilusión, a generar riqueza a un club que le permita crecer y consolidarse como el mejor del mundo. Los que sabemos más de moda somos la gente que vive de ella durante las 24 horas del día. La moda debe ser profesional. Y la gente que lleve la gestión del sector, sea la que sea, también debe serlo. Por respeto a los millones de personas que trabajamos en este negocio e intentamos vivir de él.La moda española existe porque tenemos unos líderes a nivel mundial: Inditex, Mango y Cortefiel. Me hace gracia cuando oigo decir a la gente que España no tiene referentes en diseño. Y, entonces, ¿qué es Custo Barcelona? ¿Y Desigual? Y, humildemente, ¿TCN? Son empresas que están consiguiendo posicionar a España en el mundo, convirtiendo la moda en un motor económico. ¿Qué es Amberes hoy en la moda? Está claro que es una escuela que ha marcado, y mucho, pero ¿qué es hoy en día? Ser una marca no implica ser comercial, sino apostar por el diseño para generar negocio. Sí, para facturar. Comme des Garçons, por ejemplo, es una marca, porque puede comprar todo tipo de artículos con su nombre. Al fin y al cabo, eso es lo que debemos hacer todas las empresas de moda para poder crecer o en algunos casos sencillamente mantenerse en la industria, consolidar nuestra marca como tal, para poder comercializar otros productos que no son ropa y que permitan obtener recursos necesarios para poder seguir invirtiendo en diseño, en novedad, en definitiva: en moda, que es lo que nos gusta y a lo que nos queremos seguir dedicando. Los creadores que nieguen la existencia de un mercado de la moda no serán nunca un referente para la industria. Nos debemos todos al consumidor final, que es el rey de esta fiesta. No es que nos debamos al mercado, sino que éste es el canal, es nuestra herramienta para llegar a nuestro objetivo final en el momento de crear, el consumidor, aquella persona que se ha identificado con nuestra creación y quiere que formar parte de su vida. Sólo existe un tipo de diseñador. El que gusta y el que no. El que emociona y el que no. Y todos los que consigan este objetivo facturarán, porque el diseñador que genera ilusión también genera negocio, pero siempre y cuando tenga consigo una conciencia del mercado.En mi opinión, los proyectos que se pongan en marcha no deben ser excluyentes, sino que deben tener la voluntad de unir. Tan bueno es el que empieza como el que lleva veinte años. Todo suma y los dos juntos pueden llegar a crear una empresa. Tenemos que ayudar a que los jóvenes (o no tan jóvenes) se conviertan en empresarios y diseñadores. En el mundo existen ejemplos como Giorgio Armani, por ejemplo, es tan buen empresario como diseñador y una cosa no le excluye de la otra, al contrario le complementan y le ayudan que sea un referente mundial de la moda y que la gente tenga acceso a sus creaciones. Pero para conseguirlo, primero es necesario que todos estemos de acuerdo en que este un objetivo claro. Es necesario crear un plan de la moda (con una pasarela en el centro) a diez años vista. Resulta imprescindible que sea un proyecto de sector, apoyado por todos y cada uno de los partidos políticos. Y hace falta constancia, una palabra que no puede faltar en nuestro decálogo. Si lo logramos, volveremos a posicionar a Barcelona donde la dejó el señor Paco Flaqué o, incluso, más arriba.