Back Stage

Diego Della Valle, un Casanova con ‘tutto sotto controllo’

Es el consejero delegado de Tod’s desde los años setenta. Ahora, a los 65 años, ha cedido el control de la compañía a su hermano menor, Andrea Della Valle.

Iria P. Gestal

11 jul 2018 - 04:09

Diego Della Valle, un Casanova con ‘tutto sotto controllo’

 

 

Por su traje perfectamente cortado, sus anécdotas de juventud y su boyante patrimonio, Diego Della Valle podría parecer el clásico Casanova. Dicen que dejó la carrera de Derecho porque “perseguía más a las chicas que a los libros” y que cada vez que vuela a Londres o París lleva en su jet privado la cosecha de sus fincas italianas, Villa Materita o Villa Palombarone. Pero poco dolce far niente hay en los orígenes de este italiano que, aseguran, continúa teniendo todo bajo control.


Nacido en la pequeña localidad de Sant’Elpidio a Mare (Italia) en 1953, Della Valle se crió en el seno de una familia humilde. Su abuelo, Filippo, era zapatero y se dedicaba a vender el calzado en bicicleta en las estaciones de tren de la región.

 

No fue hasta la década de los sesenta cuando el negocio de la familia prosperó, ya con la siguiente generación a bordo, y comenzó a fabricar calzado para grandes almacenes como Saks Fifth Avenue o Bergdorf Goodman.

 

 

 

 

Fue entonces cuando Dorino Della Valle, su padre, obligó a Diego a comenzar la carrera de Derecho en la Universidad de Bolonia, aunque el empresario tardó poco en volver y pedir a su padre que le hiciera un hueco en el negocio familiar. Viajó a Nueva York, donde intuyó la posibilidad de convertir una idea en un negocio multimillonario.

 

Su primera billion dollar idea llegó, de hecho, de unir el confort estadounidense con la artesanía italiana en los Gommino, un modelo de mocasín de piel con suela de goma que pronto se popularizó en los pies de estrellas y empresarios como Gianni Agnelli, el entonces primer ejecutivo de Fiat.

 

Con los Gommino como punta de lanza, Della Valle dio un giro de 180 grados al negocio familiar: cambió su nombre a J. P. Tod’s para americanizarlo, lanzó Hogan y Fay y se hizo con el control de Roger Vivier.

 

 

 

 

Con el negocio viento en popa (“podríamos cerrar la fábrica diez años y seguir funcionando”, llegó a asegurar), Della Valle se centró en su otra pasión: Italia. El empresario ha rescatado la Cinecitá y el equipo de fútbol Fiorentina, su otra gran pasión, antes de embarcarse en 2016 en su mayor proyecto: la restauración del Coliseo de Roma por 34 millones de euros. “Tutto sotto controllo”, aseguró en una de sus visitas al mítico anfiteatro romano.

 

A Della Valle, que se ha casado tres veces (su primera esposa, Simona Pistilli, es la hermana de la actual, Barbara Pistilli), también le ha quedado tiempo para entrar en política, y fue uno de los pocos empresarios italianos en criticar explícitamente al Gobierno de Silvio Berlusconi.

 

De hecho, Della Valle llegó a comprar una página de publicidad en los principales diarios del país en 2011 para criticar a la clase política italiana y poner luz sobre lo que tildó de “espectáculo indecente e irresponsable”. Sin embargo, aunque ha tanteado varias veces su salto a la primera línea política, nunca ha terminado de dar el paso.


Quizás sea esa su próxima aventura ahora que, a los 65 años, Della Valle ha decidido dar un paso al lado y ceder las riendas de Tod’s a su hermano menor, Andrea Della Valle, quien pilotará la compañía de la mano de Umberto Macchi di Cellere, consejero delegado del grupo.