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De Pompeii a Costalamel, cara y cruz del último ‘boom’ de ‘start ups’

La moda ha sido un campo abonado para muchos emprendedores que ha querido sacar provecho al ‘hype’. Hawkers, Muroexe o Pompeii son la cara de un fenómeno, que también ha vivido cierres por falta de financiación.

Silvia Riera

12 jun 2018 - 04:41

Fundadores de la firma de calzado Pompeii

 

 

Por un lado Hawkers, Muroexe o Pompeii, por el otro, Ursulitas, Costalamel o Hiphunters. El último boom de start ups que ha dado el negocio de la moda ha lanzado nuevas marcas al mercado, pero también ha dejado por el camino muchas otras. Pompeii ha cerrado ahora su primera ronda por un millón de euros y ha vuelto a poner sobre la mesa la fragilidad con la que avanzan las nuevas compañías del sector: a todo o nada en cada ronda de financiación.

 

Hawkers se ha erigido como el referente del fenómeno start up de los últimos años en el negocio de la moda. En 2016, la empresa abrió por primera vez su capital y cerró una ronda de financiación de cincuenta millones de euros, dando entrada a su accionariado a O´Hara Capital, el fondo inversor del empresario venezolano Alejandro Betancourt, y a los fundadores de Tuenti. La compañía ilicitana de gafas de sol aprovechó el hype de su arranque para atraer capital y encarar una segunda fase de crecimiento: expansión internacional y salto offline.

 

Hawkers no facilita su cifra de negocio. Según las últimas cuentas disponibles en el Registro Mercantil de España, la sociedad Saldum Ventures (matriz de la empresa) cerró 2015 con una facturación de 794.000 euros, frente a los 5,36 millones de euros de 2014. La sociedad Play Hawkers, en cambio, pasó de una facturación de 6,19 millones de euros en 2014 a 21,57 millones de euros en 2015. Los planes de la empresa pasaban por alcanzar los cien millones de euros en 2017 y superar el listón de los 300 millones de euros en 2018.

 

 

 

 

El efecto Hawkers ha sentado cátedra en las bases de un sector nada habituado hasta ahora a captar financiación, abrir su capital o negociar con fondos. Por otro lado, esta nueva generación de emprendedores en moda ha contribuido a sacudir un mercado con marcas asentadas y de largo recorrido, además de romper sus barreras de entrada, que hasta ahora pasaban por los estudios de diseño, la trayectoria profesional o la saga familiar.

 

Con operaciones de menor magnitud, las start up de calzado Muroexe, Pompeii o Howsty también han atraído al capital y han apuntalado su continuidad y su crecimiento. JME Venture Capital, el brazo inversor de la Fundación José Manuel Entrecanales, entró el año pasado en el capital de Muroexe tomando cerca de 47% de sus acciones. La compañía, que desde sus inicios había contado con inversores como Alfonso Cortina de Alcocer, ex presidente de Repsol, e Inés Andrade, vicepresidenta de Altamar Capital, está inmersa en su expansión internacional.

 

Especializada en sneakers, Muroexe cerró 2016 con una facturación de 1,7 millones de euros y preveía cerrar 2017 con 2,8 millones de euros en ventas. Justo después de cerrar la operación, la empresa abrió su primer establecimiento en la calle Fuencarral y puso en marcha dos plataformas logísticas en el exterior, una en Berlín y otra en Nueva Jersey (Estados Unidos).

 

 

 

 

Howsty, por su parte, también ha sacado punta de su calzado folk que le abrió las puertas de AnthropologieLa compañía reestructuró su capital a principios de este año, dando salida a una de sus cofundadoras, Silvia Gómez de la Mata, y dando entrada a Alberto Dubois, un business angel que hasta ahora había apostado por start ups tecnológicas. También está en su capital Rafael Abitbol, con recorrido en la industria de la moda al frente de Intropia o Sybilla, entre otras. El grupo está ahora inmerso en expandir la oferta de producto de la marca y en avanzar en el canal propio de distribución.

 

En el sector del calzado, Pompeii ha sido el último en apuntalar su negocio con el hallazgo de un socio inversor. La empresa ha cerrado su primera ronda con la que ha captado un millón de euros y ha dado entrada a un pool de inversores capitaneado por José Mújica, ex consejero delegado de Ecoalf. Con la inyección de capital, la empresa contempla acelerar su salto al offline y reforzar el posicionamiento de la marca con la apertura de tiendas físicas. Pompeii cerró 2017 rozando los tres millones de euros en ventas y espera concluir este año en cuatro millones de euros.

 

Sin embargo, en el extremo opuesto se encuentran varios proyectos que quedaron en el camino, la mayoría de los casos por falta de financiación. La plataforma online Hiphunters fue la primera en caer a las puertas de la tercera ronda, el mismo punto en que concluyó la andadura de Ursulitas. En los últimos meses también han cerrado otros proyectos, como las start ups de calzado Madz y Brite Shoes, mientras que la red social Trendy encara un proceso concursal.

 

 

 

 

Hiphunters, un marketplace para marcas de lujo que dio el salto desde el proyecto Lanzadera, echó el cierre hace un año tras sumar 250.000 euros en varias rondas para su arranque, a través de las cuales había dado entrada a su accionariado a pesos pesados del sector, así como a socios de Kuwait y Emiratos Árabes. La compañía se quedó a las puertas de una tercera ronda en la que buscaba captar 600.000 euros para dar el salto offline.

 

La trayectoria de Ursulitas fue similar. Su calzado de tacón medio sedujo desde el principio a Rosa Tous, vicepresidenta de Tous, y a Marc Ros, cofundador y director ejecutivo de agencia de publicidad Aftershare.tv. En una segunda ronda, se sumaron al capital el ex consejero delegado de Desigual, Manuel Jadraque, junto a Blanca Martorell (BeAgency), Mar Pallàs (Hailo), Inés Urés (Treatwell) y Fiorella Coello (Servihabitat). La compañía, que facturó 100.000 euros en su primer año, tenía sobre la mesa la apertura de tiendas físicas y la expansión internacional.

 

También echó el cierre la moda made in Barcelona de Costalamel. La empresa, que captó 300.000 euros en una primera ronda, tiró la toalla en el segundo intento de salir al mercado. La falta de capital obligó a esta start up a echar el cierre antes de llegar a los cinco años de andadura.

 

Otros proyectos que se han quedado por el camino son las zapatillas Madz, que puso en marcha Iván Alejos con una inversión inicial de 36.000 euros y con miras a seguir la estela de Pompeii. Madz tenía previsto cerrar después del verano pasado una ronda de entre 250.000 euros y 300.000 euros para proseguir la actividad. La firma de calzado Brite Shoes, fundada en 2014 por Richard Dighero, ha cerrado la tienda que abrió en el barrio de Salamanca en Madrid y ha dejado el negocio en stand by.

 

Por otro lado, Don’t Kill Animals ha entrado en los juzgados en situación de insolvencia. La compañía, fundada por Javier Lorenzo y Susana Denia, solicitó concurso de acreedores ante la falta de financiación. La empresa continúa inmersa en la búsqueda de inversores para reflotar el proyecto y traza una nueva hoja de ruta para reorientar el negocio.