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De Mayhoola a Shandong Ruyi: el capital asiático que ‘da gas’ al negocio europeo de la moda

Iria P. Gestal

4 jul 2016 - 04:33

Fosun

 

 

Asia toma posiciones en la moda europea. De firmas de lujo a industriales históricos, pasando por compañías de distribución, cada vez son más las compañías del viejo continente que están dando entrada a capital con apellido asiático. Balmain y Valentino y Mayhoola, SMCP y Shangdong Ruyi, El Corte Inglés y Hamad Bin Jassim Bin Jaber Al Thani. La moda europea ha llamado a las puertas de Asia y las ha encontrado abiertas.

 

En el sector del lujo, uno de los inversores más dinámicos es la familia real qatarí, que gestiona los fondos soberanos de inversión Mayhoola for Investments y Qatar Luxury Group, entre otros.

 

Mayhoola for Investments, el brazo inversor de la familia real de Qatar, tomó el control de Valentino en 2012 y, dos años después, se hizo con el 65% de Forall, propietario de la enseña Pal Zileri. Su última conquista ha sido Balmain, que compró el pasado abril por alrededor de 500 millones de euros.

 

La familia real del país también realiza inversiones en moda a través de Qatar Luxury Group, con la que compró los grandes almacenes Harrods a Mohamed Al-Fayed en 2010 y los franceses Printemps. Además, el fondo es dueño del 86% de la empresa gala Le Tanneur y del 7,8% de la estadounidense Tiffany. En la cartera de este grupo inversor se encuentra también el gigante LVMH, el primer conglomerado de lujo del mundo, del que controla un 1,03%.

 

Qatar Luxury Group, cuya cartera está valorada en cerca de 300.000 millones de dólares, también tiene una participación minoritaria en la plataforma francesa de ecommerce Vente Privee.

 

 

 

 

Por su parte, la Autoridad de Inversiones de Qatar también están en búsqueda de oportunidades en el sector de la moda, especialmente en la distribución. En 2014, el fondo soberano qatarí compró una participación minoritaria en la compañía Lifestyle International, propietaria de los grandes almacenes Sogo, muy implantados en China y Hong Kong.

 

A finales del año pasado, el grupo de inversión puso en marcha una oficina permanente en Nueva York para comenzar la ofensiva en el mercado estadunidense, y anunció un presupuesto de 35.000 millones de dólares para invertir en los próximos cinco años en el territorio.

 

Otro de los principales fondos árabes de inversión con intereses en el sector de la moda es Investcorp, si bien en los últimos años ha llevado a cabo varias desinversiones. El grupo tuvo participaciones en compañías como Gucci o Tiffany y, en 2002, se hizo con el control de la escandinava Georg Jensen.

 

También la moda española ha seducido al capital árabe. El año pasado, el grupo libanés M1, propietario de Façonnable, tomó el control de Pepe Jeans por 900 millones de euros, imponiéndose a otros candidatos como Mayhoola.

 

 

 

 

Otra de las mayores operaciones de los últimos años en el sector ha sido la compra de Blanco por parte del grupo saudí Alhokair. Tras renovar su oferta, su parque comercial y su cúpula, el grupo sorprendió al mercado a principios de junio anunciando que había recibido una oferta por Blanco valorada en más del doble del precio que pagó por ella. Sin embargo, tras esta operación se esconde el objetivo de blindar sus cuentas ante el envite de la mala evolución de la empresa española.

 

La última operación del sector en España protagonizada por inversores árabes ha sido la entrada en el capital El Corte Inglés del inversor qatarí Hamad Bin Jassim Bin JAber Al Thani, ex primer ministro del país, que ahora controla el 10% del grupo de grandes almacenes.

 

 

China, nueva meca de inversores de moda

Junto a Oriente Medio, China se ha colocado como uno de los protagonistas en la última oleada de operaciones corporativas del sector de la moda. Entre los movimientos más recientes se incluye la venta de la tienda Excelsior de Milán, propiedad de Coin, al grupo chino Guangzhou Canudillo.  La compañía del gigante asiático también controla el 51% de Dirk Bikkembergs, que compró el año pasado por 40,68 millones de euros.

 

A diferencia de los fondos árabes, capitaneados por la nobleza local, los vehículos de inversión chinos están a menudo dirigidos por empresarios hechos a sí mismos seducidos por la escalabilidad de las empresas de moda.

 

Un ejemplo de ello es Fosun Group. La compañía, que hoy se ha convertido en uno de los mayores conglomerados de China, nació en 1992 de la mano de cuatro estudiantes universitarios con sólo unos miles de dólares en el bolsillo.

 

Hoy, el fondo controla el 30% de la compañía alemana Tom Tailor y es propietaria de compañías como Follie Follie, St. John y Caruso.  “Con el crecimiento de la economía China, los consumidores demandan más productos de lujo y ocio y nosotros intentamos responder a esa demanda”, señaló Qian Jiannong, vicepresidente del grupo.

 

 

 

 

Su última inversión en el sector se ha producido hace apenas dos semanas, cuando Fosun tomó el control de la marca francesa Iro, hasta entonces en manos de los hermanos Marciano y de los fundadores de la compañía.

 

Otro de los fondos chinos con más inversiones en la moda europea es Shandong Ruyi. La compañía, con sede en la localidad de Shandong, se hizo a principios de año con SMCP, el grupo galo que engloba las marcas Sandro, Maje y Claudie Pierlot y que estaba entonces en manos del fondo de inversión KKR.

 

En los últimos años, Shandong Ruyi también se ha hecho con el control de dos fabricantes de tejido de lujo de Reino Unido. En febrero, el grupo chino compró el 80% de Taylor&Lodge, una empresa fundada en 1883, cuyos tejidos visten la realeza británica. En 2013, la compañía entró en el capital de Carloway Mill, uno de los pocos fabricantes de tweed Harris en Escocia.

En los últimos meses, el capital chino ha ido un paso más allá, rescatando algunos de los fabricantes de encaje más históricos de Francia. En abril, el grupo industrial Hangzhou Youngshen Holding compró Desseilles Laces, uno de los pocos fabricantes del sector que quedaban en la región de Calais. La empresa francesa, que había solicitado concurso de acreedores, hubiera ido a liquidación de no haber encontrado comprador.