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De la fibra a la prenda, el negocio de la sostenibilidad refuerza la industria española del textil

La apuesta de los grupos de distribución por la moda eco se traslada a los primeros eslabones de la cadena de valor.

S. Riera

24 ago 2016 - 04:57

 

La industria cede a la presión de las marcas y empieza a subirse a la ola eco. Gigantes de la distribución como H&M, Adidas o Nike ha puesto rumbo a la sostenibilidad y está dirigiendo al resto del negocio hacia este camino. Los diferentes actores de la cadena de valor han empezado a tomar cartas en el asunto porque, por primera vez, todos los eslabones se sientan en la misma mesa para el desarrollo de productos respetuosos con el medio ambiente. Textil Santanderina, Antex, LatitudeArchroma, Jeanologia u Organic Cotton Colours son algunas de las compañías españolas del sector que están apostando por esta vía.

 

Ecoalf, uno de los abanderados españoles en la moda eco, cuyas prendas se comercializan en Saks Fifth Avenue o La Rinascente, ha creado junto al hilador Antex y al tejedor Textil Santanderina una joint venture para el desarrollo de nuevos materiales en base a los residuos de plástico del mar. Se trata del último paso de El Proyecto del Mar, una iniciativa que la compañía de moda está llevando a cabo a través de su fundación con la financiación de la estadounidense HAPFoundation.

 

El propósito de este proyecto es limpiar el océano mediante el reciclaje y la transformación de los deshechos en fibras y tejidos. Otro de los pilares en esta iniciativa es la compañía vasca de reciclaje Ekorec, con la que Ecoalf trabaja para ejecutar la primera fase de la cadena, que es transformar las redes de pesca abandonadas en poliamida, la materia prima para la elaboración de hilo sintético. La poliamida es una de las fibras sintéticas más utilizadas en la industria de la moda. Derivada del petróleo, está en el mismo grupo que el poliéster, el acrílico o el polipropileno.

 

 

Además del desarrollo de una nueva materia prima más sostenible, el proyecto que impulsa Ecoalf implica también reforzar el vínculo con los diferentes eslabones de la cadena de suministro del textil, estableciendo relaciones mucho más sólidas. Este cambio también se percibe en el fabricante de sustancias químicas para la industria textil Archroma, que por primera vez ha empezado a conversar con el otro extremo de la cadena: las marcas y los grupos de distribución.

 

La compañía suiza, que cuenta con una filial en España (con fábricas en las localidades barcelonesas de Castellbisbal y El Prat de Llobregat), ha volcado su estrategia de I+D en los últimos años en el desarrollo de productos sostenibles. Archroma, un gigante de la industria química, que suma 25 fábricas y más de 3.000 trabajadores, obtiene cerca del 60% de su cifra de negocio (que en 2014 ascendió a 1.432 millones de dólares) de los colorantes y tintes para la industria textil. Su filial española ha creado por primera vez un equipo de interlocutores con las grandes compañías de moda.

 

El fabricante valenciano de maquinaria Jeanologia cuenta también como clientes con los principales grupos de moda, a pesar de que ninguno de ellos tenga fábricas propias. Sin embargo, el interés de los gigantes de la moda por mejorar la eficiencia de la cadena de suministro y reducir costes medioambientales les obliga a presionar a sus proveedores en este camino.

 

 

Jeanologia, que cerró 2015 con una cifra de negocio de 32 millones de euros, abrió su capital a principios de año al fondo español MCH Private Equity, que tomó el 35% de la empresa. La compañía, que puso en marcha la familia Silla a principios de la década de los noventa, aprovechará esta inyección de capital para financiar su expansión y doblar su tamaño en tres años.

 

Con sede en Valencia, Jeanologia cuenta con una plantilla de cien personas y dos fábricas, una en la localidad catalana de Sant Quirze del Vallès y otra en la ciudad turca de Izmar. En los últimos cinco años, la empresa ha impulsado su expansión internacional con la apertura de filiales en el extranjero para dar apoyo a sus clientes en sus polos productivos, en India, Hong Kong, Bangladesh, México y Brasil.

 

En la confección, la sostenibilidad se reivindica como uno de los pilares de la relocalización. Hace dos años echó a andar Latitude, impulsada por María Almazán y Fernando Gago con el apoyo de los fondos Xesgalicia y Vigo Activo entre sus accionistas. La empresa se puso en marcha como compañía de confección bajo criterios de sostenibilidad y, en la actualidad, trabaja ya con una red de siete talleres, tres de los cuales tienen plantillas superiores a cincuenta trabajadores.

 

 

La empresa ultima ahora una segunda ronda de financiación que tiene como objetivo el lanzamiento de su propia marca. Latitude tanteó este proyecto a principios de año con la puesta en marcha en Internet de una campaña de crowdfunding. Con oficinas en Madrid y Vigo, la empresa cuenta entre sus clientes con empresas como Hoss Intropia. Los planes del grupo pasan por llegar a trabajar con una red de veinte centros de producción locales en 2020.

 

Organic Cotton Colors, por su parte, es una empresa de larga trayectoria que hace seis años viró el rumbo tras tomar el mando su nuevo propietario, Santi Mallorquí. Con sede en Santa Cristina de Aro (Girona), la compañía ha pasado de proveer tejidos y prendas para personas con problemas de piel a suministrar materia prima sostenible para todo el mundo. La empresa, que concluyó 2015 con ventas de 300.000 euros, espera elevar su facturación hasta el millón de euros en los próximos tres años.

 

El grupo cuenta con sus propias plantaciones en Brasil para la producción de algodón de color, una técnica ancestral, y también natural y ecológica, que permite hilar, tejer y confeccionar sin necesidad de tintados. Organic Cotton Colours acaba de abrir su primera filial en Brasil para controlar mejor su producción en el país, donde tiene acuerdos con 450 familias de agricultores. Para la elaboración de hilo, tejido y prendas, la empresa trabaja con fabricantes de España y Portugal.