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De Coronel Tapiocca a Pronovias, veinte años de ‘amor-odio’ de la moda española con el capital

De buscar proyectos de rápida escalabilidad, como Coronel Tapiocca o Festa, a ir tras empresas más sólidas y estructuradas a las que acelerar su expansión, como Pronovias o Pepe Jeans, los fondos han cambiado el perfil de sus inversiones en el sector.

S. Riera

3 abr 2018 - 04:54

De Coronel Tapiocca a Pronovias, veinte años de ‘amor-odio’ de la moda española con el capital

 

“Francamente, querida, me importa un bledo”. Así termina la tortuosa relación entre Escarlata O’Hara y Rhett Butler en Lo que el viento se llevó. El amor odio entre los protagonistas de la cinta de 1939 es algo parecido al quiero y no puedo del capital riesgo con la moda española. Con una diferencia: si Butler terminó abandonando a la caprichosa Escarlata, el capital riesgo, de momento, sigue enamorado de la moda española.

 

La moda en España acumula ya veinte años de una relación tensa con los fondos de inversión. Tras una primera década de operaciones fallidas, en la que el capital buscó pelotazos en empresas de retail poco estructuradas, se entró en una nueva etapa más sosegada, de operaciones estratégicas en compañías de mayor solidez y solvencia. A lo largo esta etapa cayeron alianzas como las de Gala Capital con Coronel Tapiocca y se desvanecieron proyectos como AB Diseño y Moda o Brand Capital Made in Spain, pero también se afianzaron matrimonios como los de PAI y CVC con Grupo Cortefiel, y se iniciaron noviazgos como los de El Ganso con L Catterton o Pronovias con BC Partners.

 

La moda española tiene una trayectoria corta. Después de arrancar en las décadas de los sesenta y los setenta con voluntad industrial y muy enfocada a un incipiente comercio multimarca, las empresas del sector, en su mayoría pymes de carácter familiar, empezaron a sumergirse en el universo del diseño y el branding en los ochenta y los noventa.

 

Azuzadas por los grupos extranjeros que entraban en el país tras la apertura comercial, las compañías locales empezaron a dar sus primeros pasos en retail y a poner sobre la mesa el concepto de economía de escala. La adquisición en 2005 de Grupo Cortefiel por parte de CVC y el tándem PAI-Permira fue el detonante un boom de operaciones.

 

Hasta entonces, la moda había despertado poco interés en el capital riesgo. Una de las primeras operaciones fue la de Coronel Tapiocca por parte de 3i en 1994, cuando el fondo británico entró en el capital de la empresa con la adquisición del 20% de las acciones. Doce años después, en 2006, Coronel Tapiocca despertó el interés de Gala Capital. En 2010, la empresa sucumbió a la crisis y entró en concurso. La sociedad Studios Middleburg la rescató de los juzgados y, en 2014, la adquirió la toledana Kangaroos.

 

 

 

 

A concurso

El desenlace de Gala Capital y Coronel Tapiocca en los juzgados fue el primero de toda una larga retahíla de fracasos en el idilio del capital riesgo y la moda en España. Valanza, la sociedad de capital riesgo del BBVA, puso en marcha la cadena de complementos Hazel en 2007, dos años después de hacerse con el negocio de zapaterías de Adela Gil. No obstante, los coletazos de la crisis financiera dieron de lleno en sus planes de expansión y llevaron a la empresa también a concurso de acreedores.

 

Ibersuizas (después Portobello Capital), por su parte, se hizo con el 75% de Festa en 2006, cuando la cadena estaba controlada por inversores como la familia Hinojosa, ex propietarios de Cortefiel. La cadena de tiendas, especializada en moda femenina low cost, también presentó concurso de acreedores en 2011. La rescató Ricardo Ferrer, su fundador.

 

AC Desarrollo, el fondo de capital riesgo de Ahorro Corporación, vehículo de inversión de las cajas de ahorro españolas, entró en el capital de Musgo en 2006, y tres años después elevó su participación y tomó el control de la compañía. Musgo presentó concurso de acreedores a principios de 2011. Antes de entrar en los juzgados, AC Desarrollo había inyectado nueve millones de euros en la empresa y había iniciado un plan de expansión a través de franquicias.

 

En el negocio del calzado, la mallorquina Farrutx fue de los primeros en despertar el interés del capital riesgo. El fondo suizo Alpstar Capital se hizo con la empresa en 2011 y, dos años después, entró en concurso. El grupo madrileño Globalmarks, propietario de Furiezza, la rescató de la liquidación y le dio continuidad. También en 2011, Atlas Capital adquirió el 40% de las zapaterías Tino González. La cadena fue también a concurso en 2013 y no ha sido hasta finales de 2017 cuando ha logrado salir de los juzgados por su propio pie y con la misma composición del accionariado.

 

 

 

 

El listado sigue. Inveravante (el brazo inversor de Manuel Jove) y Sodiga (Xesgalicia) tomaron el 45,2% de Caramelo en 2007. Más adelante, Inveravante se hizo con el control de la empresa, que en 2013 entró en concurso. Fun&Basics también tuvo a Capital Alianza en su accionariado entre 2005 y 2009, cuando terminó también en los juzgados.

 

Cadena Q, por su parte, se vendió en 2003 a Catalana d’Iniciatives y EBN Capital Riesgo, y diez años después solicitó también concurso. Tampoco hubo final feliz en las alianzas entre Aïta y Capital Expansió, que llevó la empresa a los juzgados tras tomar su control. La cadena de complementos, que más tarde retomó Kangaroos, también tuvo en su accionariado a Finaves (el fondo de la escuela de negocio Iese).

 

 

A por un LVMH a la española

AB Diseño y Moda fue otra de las víctimas que se cobró la crisis. El fondo liderado por Artesanos Camiseros se creó en 2008 con el objetivo de convertirse en un conglomerado de marcas nacionales. Pero tras el cierre de Elio Berhanyer en 2010, la empresa de inversión decidió tirar la toalla. AB Diseño y Moda llegó a tener en cartera, además de la compañía cordobesa, a Miguel Palacio y a Javier Larraínzar.

 

Además de Artesanos Camiseros, también estaban en AB Diseño y Moda otros dos inversores: Capital Riesgo Madrid (Caja Madrid) e Incap (un fondo de capital riesgo de la Comunidad de Madrid). Con un capital social de ocho millones de euros en el momento de su fundación, el fondo se marcó como objetivo el objetivo de alcanzar una facturación de 18 millones de euros en 2012, además de abrir diez tiendas e iniciar la expansión internacional.

 

Capital Riesgo Madrid, por su parte, también tenía una participación en el Grupo Nupcial Novíssima, junto con Moisés Anselem, el primer ejecutivo de la empresa. Igual que AB Diseño y Moda, el objetivo de esta compañía era crear un conglomerado de marcas, centrado en este caso en los vestidos de fiesta y novia.

 

 

 

 

Otro de los proyectos anunciados a bombo y platillo en plena fiebre por el capital riesgo y la moda española fue el de Brand Capital Made in Spain. El proyecto estaba liderado por la gestora de capital riesgo Iame y dejó de funcionar en 2009, un año después de anunciar su intención de crear un hólding de firmas españolas de moda, a imagen y semejanza  de LVMH.

 

Los planes de Iame pasaban por captar fondos por 500 millones de euros para Brand Capital Made in Spain, que invertiría en un total de 25 empresas. Nombres como Juanjo Oliva y Josep Font figuraron en las quinielas, pero las negociaciones nunca llegaron a fructificar. Iame tanteó en su día inversores mexicanos y de Dubái, pero sin concretarse nunca nada.

 

 

Nuevas alianzas

No obstante, no todo han sido rupturas, concursos y juzgados. La alianza entre moda y capital riesgo también ha dado noviazgos solventes. Es el caso de Grupo Cortefiel, por ejemplo. El año pasado, dos de sus socios, CVC y PAI, adquirieron al tercero su participación después de diez años en el capital. La operación se realizó después de que Cortefiel lograra remontar su evolución y encarara, por fin, los números negros.

 

Pepe Jeans ha sido el caso de mayor éxito del capital riesgo en el sector después de encadenar tres pases. El primero de ellos, el apoyo de 3i en el MBO (management buyo ut) que realizaron los directivos de la empresa, Carlos Ortega y Javier Raventós, a finales de los noventa. Torreal entró en el capital de Pepe Jeans en 2005, adquiriendo el 43% de las acciones por cincuenta millones de euros.

 

Cinco años después, la compañía dio entrada a L Capital, en una operación que valoró el grupo en más de 300 millones de euros. También se sumó entonces al capital de Pepe Jeans la gestora de capital desarrollo Artá Capital, fundada por Corporación Financiera Alba (Grupo March) y Mercapital. En 2015, Pepe Jeans cambió de manos tras adquirirla el fondo libanés M1 y L Capital Asia, en una operación que ascendió a 730 millones de euros.

 

No obstante, la sacudida de la crisis de 2008 conllevó una fuerte criba en el tejido empresarial del sector dejando un mercado con compañías locales más solventes, de estructuras más sólidas, de mayor peso internacional y estrategias definidas. En este sentido, se han sellado alianzas en los últimos años de un carácter diferente: ya no se trata de buscar la escala multiplicando el tamaño, sino de acompañar en el crecimiento y apuntalarlo.

 

En este sentido, el fondo suizo Partners Group adquirió un 25% de la compañía de joyería Tous. La operación tenía como misión acelerar el desarrollo internacional de la empresa. Los resultados han acompañado: en 2016, la compañía creció un 9,4% y, en 2017, un 10,6%. Sólo en el último año, el grupo puso en marcha una filial en China y abrió un total de 101 establecimientos.

 

 

Más tensa es la relación entre el fondo francés Eurazeo y Desigual. El grupo inversor adquirió en 2014 el 10% de la empresa por 285 millones de euros. Dos años después, el fondo valoró su inversión en Desigual en 150,6 millones de euros, un 47,1% menos de lo que pagó. Desde la entrada de Eurazeo, Desigual ha ido encogiendo su tamaño. En 2015, la empresa disminuyó un 3% sus ventas, en la primera caída de la facturación después de veinte años de crecimiento; en 2016, las contrajo un 7,8%, y en 2017, la bajada fue del 11,5%.

 

El Ganso, una de las empresas que ha nacido y despuntado durante los años de crisis, abrió su capital en 2015 a L Catterton (antes L Capital), el brazo inversor de LVMH. Un año después de la operación, la empresa superó la barrera de las 150 tiendas y, el año pasado, se acercó a las 200. La compañía cerró 2017 con venteas de 81 millones de euros y confía en rozar los noventa millones en 2018.

 

Pronovias y Merkal Calzados han protagonizado dos de las mayores operaciones en 2017. El fondo británico BC Partners se hizo con la compañía de moda nupcial en una operación que valoró la empresa en 532 millones de euros. Pronovias es uno de los pesos pesados en su sector en el mundo, con una facturación de 164 millones de euros en 2016, que espera situar en 180 millones en 2018. El propósito de la empresa pasa por continuar ganando cuota de mercado en el exterior y, en concreto, en Estados Unidos.

 

 

 

 

El también británico OpCapital se hizo con Merkal Calzados a finales de 2017. Con una cifra de negocio de 130 millones de euros, la empresa es una de las mayores en la distribución de calzado en el país, después de la caída de Marypaz y Tino Gonzalez. Merkal fue una de las desinversiones del grupo francés Vivarte, que puso a la venta la empresa española en plena estrategia de soltar lastre para reducir su pasivo.

 

Por último, si bien con la crisis, muchas de las empresas apoyadas por el capital riesgo terminaron en los juzgados, ahora, en la salida, los fondos salen en su rescate. Es el caso de Marypaz, que el fondo Black Toro Capital adquirió en 2016. Este mismo grupo inversor, propiedad de la familia Aguaded, compró también Amichi para encarar una nueva etapa de crecimiento.