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Cyndi Rhoades (Worn Again): “La circularidad motivará la transformación total de la ‘supply chain’, pero llevará tiempo”

La fundadora de la compañía británica cree que cerrar el círculo de la moda traerá consigo un cambio a escala global, pero estima que este proceso llevará al menos una década.

Iria P. Gestal

2 jun 2021 - 04:54

Cyndi Rhoades (Worn Again): “La circularidad motivará la transformación total de la ‘supply chain’, pero llevará tiempo”

 

 

Era 2015 y la palabra circularidad todavía no le decía mucho a los consumidores de moda. Ese año, Worn Again, una compañía británica especializada en tecnología para el reciclado de materias primas, firmaba su primer gran acuerdo con Puma y H&M. Hoy, su fundadora, Cyndi Rhoades, continúa siendo optimista, aunque reconoce que queda todavía un largo camino por recorrer. En el futuro, dentro al menos de una década, se imagina una nueva cadena de valor marcada por modelos regionales de producción y distribución. También en un futuro “no muy lejano” habrá -asegura- “sistemas a escala para separar y reciclar” los materiales textiles. “Hoy ya tenemos suficiente poliéster para asumir la demanda de todo el planeta”, recuerda.

 

 

Pregunta: Después de la pandemia, muchas empresas están recortando sus inversiones. ¿Es esto una amenaza para los esfuerzos en sostenibilidad?


Respuesta: El último año ha sido muy complicado para todas las compañías, pero creo que esto no será una amenaza para la sostenibilidad, porque con el Covid-19 se han abierto muchos ojos en temas como la consolidación de la cadena de valor, sus riesgos, cuestiones en materia de residuos y recursos… Así que, en todo caso, la pandemia ha acelerado los deseos de las marcas por invertir en sostenibilidad y las oportunidades que ofrece. Un ejemplo de ello es Vinted, que acaba de recibir una inyección de 250 millones de euros para expandirse en Europa. Otro ejemplo es el del consejero delegado de Poshmark, que recientemente ha anunciado que estará presente en un evento organizado por Morgan Stanley, lo que es un síntoma de todo esto.

 

 

P.: Recoger desechos de Tailandia, reciclarlos y fabricar nuevos productos en China y venderlos en Europa, ¿es sostenible?


R.: Depende, porque hay muchos factores a tener en cuenta. Si nos centramos en conseguir una cadena de suministro más circular, y utilizamos tecnologías que pueden capturar desechos posindustriales para producir nuevos materiales, esto supone una transformación total de la cadena de valor, y es algo que no va a pasar de un día para otro. Esto motivará la creación de modelos regionales de producción y consumo, y esta transición nos va a llevar más de una década de conseguir, probablemente dos, hasta que podamos ver realmente el cambio.

 

 

P.: ¿La moda va a ser menos global?


R.: Vamos hacia un modelo glocal, aunque no hay una fórmula que sirva para todos. El entorno macroeconómico va a impulsar esto, porque las métricas medioambientales son cada vez más importantes. Un ejemplo de ello es el Global Fashion Agenda, impulsado por Naciones Unidas. La industria se ha marcado unos objetivos, y si estos implican que se tenga, por ejemplo, que producir de forma diferente, motivarán el cambio.

 

 

 

 

 

 

P.: ¿Qué papel pueden hacer los consumidores para que la industria avance hacia una economía más circular?


R.: Es fascinante ver cómo confluyen el comportamiento del cliente, el papel de los Gobiernos y las acciones de las marcas. Los consumidores tienen un papel muy importante, exigiendo a las empresas ciertos compromisos, poniendo sobre la mesa sus expectativas y cómo quieren que se produzcan sus prendas. Pero, de igual forma, mucha gente no tiene tiempo o tiene otros intereses Más allá de la moda, lo que puede hacer es informarse sobre los procesos de la industria, entender lo que pasa con una prenda cuando su vida llega al fin y aprender sobre la innovación y nuevas tecnologías que se están desarrollando en el sector y que están cambiando la forma en la que se hacen y reciclan los textiles. Se trata de ser conscientes de que nos corresponde saber y asegurarnos de que cuando adquirimos una prenda, sea nueva o de segunda mano, cuando su ciclo llega a su fin no se tiene que tirar a la basura, sino volver a introducirla en el sistema. Hay muchas formas de hacerlo, incluso si el artículo en sí no puede volver a utilizarse para su fin inicial. En un futuro no tan lejano, vamos a tener una industria de escala que permitirá separar los materiales textiles para luego crear nuevos productos.

 

 

P.: ¿Terminaremos teniendo en casa cubos de basura independientes para separar, por ejemplo, el algodón?


R.: Me gusta mucho esa idea, pero no creo que lleguemos a ese nivel de integración en las casas, porque no producimos una cantidad tan grande de residuos textiles. Es sólo cuando se escala (por barrios o ciudades, por ejemplo) cuando se necesitaría este tipo de separación. Estamos evolucionando mucho en términos de clasificación, pero veremos más cambios en dos o cinco años.

 

 

 

 

P.: El textil reciclado ha sido vinculado tradicionalmente a una menor calidad. ¿Cómo se puede cambiar esta percepción?


R.: Estoy de acuerdo. No me gusta la palabra reciclado porque, en la industria de la moda, a veces es guay, pero la mayor parte del tiempo tiene un estigma. Desde el punto de vista del consumidor, hay una necesidad de hacer un rebranding de este concepto, y esto es algo en lo que las marcas son muy buenas. Creo que el concepto de circular es algo que la gente interioriza mejor e incluso se ve atraída hacia ello. Por otro lado, desde el punto de vista industrial, también hay un estigma en cuanto al reciclaje, porque a veces las prendas tienen problemas de calidad. Esto pasa, por ejemplo, con el algodón reciclado: debe ser mezclado con algodón tradicional para que la pieza tenga la calidad adecuada. Eso siempre será un desafío para el sector, pero creo que a medida que avanzamos hacia una economía más circular y procesos de reciclaje, la industria llevará a cabo un cambio.

 

 

P.: Volviendo al inicio de la cadena de suministro. ¿Cómo debe cambiar el diseño?

R.: La respuesta a esta pregunta ha evolucionado en los últimos años. Se debe empezar por el diseño de las prendas, pero pensando en el fin de la vida de las mismas. Este es uno de los ángulos más importantes para concebir el cambio, porque hay muchos tipos de soluciones para reutilizar prendas que están floreciendo. No sólo nuevas empresas, sino también las mayores del mundo están innovando y pensando en la forma de mantener un producto en el mercado el mayor tiempo posible. Si hablamos de diseñar para reciclar, es más complejo, porque las empresas deben plantearse si están diseñando para lo que se lleva ahora o para lo que se llevará en el futuro. Si diseñamos para el reciclaje mecánico, hoy en día es posible, aunque tiene sus desafíos, especialmente si se crean prendas con un solo material. Pese a esto, si se diseña con un propósito regenerativo, con procesos similares a los nuestros, o a los de Re:newcell, las empresas pueden ser más abiertas en sus diseños.

 

 

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P.: ¿Qué deben hacer los Gobiernos para mejorar e impulsar la sostenibilidad en la industria de la moda?


R.: El mayor desafío para los Gobiernos será identificar qué regulaciones cambiar en el momento idóneo. La prohibición de la Unión Europea de enviar los desechos textiles a vertederos en 2025, por ejemplo, llega en un momento ideal, porque da tiempo de lanzar soluciones industriales en el mercado, y a los operadores pertinentes a planificar y organizar nuevas formas de actuar. Hay muchos ejemplos de cómo esto está sucediendo: en Países Bajos, por ejemplo, se está legislando en términos de cómo deben actuar las marcas a corto plazo y qué pasa con la recogida de textiles. En Reino Unido, se acaba de lanzar la iniciativa Textiles 2023, que pretende hacer avanzar al país hacia el futuro textil en dos años. Es ambicioso, pero está motivando un cambio en las regulaciones, las infraestructuras y la inversión necesaria, entre otros. En definitiva, está uniendo los diferentes componentes del sistema bajo un mismo paraguas para trabajar de forma simétrica.

 

 

P.: Si se alcanza el objetivo de que la industria sea completamente circular, ¿llegará un momento en el que nos quedaremos sin más materiales que reciclar?


R.: Aquí es donde la circularidad entra en juego. Nosotros imaginamos que el futuro circular se configurará entorno a tres tendencias: materiales, productos y servicios y personas. Creemos que requerirá mucho tiempo cambiar el conjunto del sistema, y por ello miramos hacia 2050. Desde el punto de vista de los productos, sí, continuaremos usándolos y reciclándolos hasta que no puedan utilizarse más. Entonces, el objetivo es que se reciclen las materias primas. Actualmente, tenemos suficiente poliéster para satisfacer la demanda anual de los consumidores, pero se está tirando a la basura o se está incinerando; así que todo lo que tenemos que hacer es volver a recogerlo y reprocesarlo. De esta forma, podríamos avanzar más fácilmente hacia un mundo donde no se use más poliéster virgen para textiles. Por lo que respecta al algodón, no es un material circular, porque es una fibra natural: pierde calidad con el paso del tiempo y el uso. El poliéster es el material circular ideal, porque se puede reconstruir la cadena de polímeros. Puedo ver un futuro donde los consumidores vestiremos poliéster 100% circular, a la vez que reduciremos nuestra dependencia del algodón y evolucionaremos hacia maneras de producir menos volumen de algodón, a la vez que reutilizaremos y reciclaremos las celulosas ya existentes. Creo que la circularidad de las materias primas es totalmente realizable y alcanzable, pero tenemos un largo camino por recorrer. Hoy en día, menos del 1% de los textiles existentes se convierten en nuevos textiles. Si los cogemos y los reprocesamos, podemos llegar a una cifra del 80%, del 90% o del 100%. Se trata de una cuestión de diseño, no sólo de las prendas, sino de todo el sistema de la industria de la moda.