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Colas kilométricas y noches sin dormir por un Versace by H&M

17 nov 2011 - 00:00

Álex Montera/Custodio Pareja. Madrid/ Barcelona.-  Tras meses de espera, la cadena sueca ha abierto esta mañana las puertas de 16 establecimientos en España para mostrar al mundo la ansiada colección de Versace para H&M. Personas de todo tipo, de edades comprendidas entre los 16 y 30 años, hacían cola desde ayer por la noche para llevarse a casa alguna prenda de la colección.

Barcelona. 09.00 h. Paseo de Gracia.

 

El flaghsip que posee H&M en el Paseo de Gracia se ha convertido en un campamento improvisado de fashionistas y adictos a la moda.

 

Una cola de doscientas personas, café y algún paraguas era el paisaje que se divisaba en la entrada del punto de venta de la cadena sueca. “Nosotros llevamos desde ayer a las once de la noche haciendo cola”, explica un chico que lleva apuntado en una lista qué vestidos quiere comprar.

 

“Conforme han pasado los años, la presencia de público masculino ha aumentado –explican fuentes de H&M-; en 2004, cuando se presento la colección de Karl Lagerfeld, el 90% de la personas que hacían cola eran mujeres”.

 

Cada una de las personas que esperaban llevaban colgando de su muñeca una pulsera. Cada color representa un turno, que va desde las diez de la mañana (hora en la que se han abierto las puertas de la tienda) hasta aproximadamente la una del mediodía.

 

H&M este año ha decidido seguir otra estrategia. Si para la colección pasada protagonizada por Lanvin se realizó la apertura de puertas a las ocho de la mañana, este año han optado por hacerlo a las diez de la mañana, en el horario habitual de un local comercial. “Mucha gente se quejó el año pasado de que no se habían enterado de ese cambio y llegaron a las diez de la mañana, cuando ya no quedaba nada”, aseguran desde H&M.

 

Barcelona. 10.00 h. Paseo de Gracia.

 

Los dependientes de H&M salen a aplaudir a los clientes que llevan haciendo cola desde altas horas de la madrugada. Los más veteranos ya saben que este gesto quiere decir que las puertas se abrirán en breve. “Siempre salen a saludar, y la verdad es que se agradece”, explica un hombre que está en la cola para comprarle un vestido a su mujer, que está trabajando.

 

Una vez dentro, la zona acotada está impoluta. Los vestidos brillan, los colores son reales y las prendas cuelgan perfectamente de las perchas. “Ahora que las veo en directo me gustan incluso más”, asegura una de las primeras afortunadas en entrar a comprar la colección.

 

“Que suban el volumen de la música”, exclama uno de los encargados del establecimiento de H&M mientras comprueba las pulseras de los primeros compradores y se asegura de que todo esté en orden.

 

Veinte personas por turno, quince minutos de compra y una campana que les avisa de que se les acaba el tiempo. “Espero que no me quiten el vestido que quiero”, exclama una de las chicas del segundo turno. “¿El tallaje es de Versace o de H&M?” pregunta otro de los primeros compradores a un guardia de seguridad. “La colección está siendo un éxito, a ver con qué nos sorprenden la próxima vez”, confiesa una de las trabajadoras de H&M.

Madrid. 09.00 h. Gran Vía

 

“Con muchos nervios y ansiedad”. Así se sentía la mujer de 36 años, que prefería mantener el anonimato, que encabezaba esta mañana la extensa cola, de unos 100 metros y compuesta por cerca de 200 personas, para entrar a la tienda de H&M en el número 37 de la Gran Vía madrileña y ser la primera afortunada en poder comprar los diseños de Versace. Llevaba desde las 20.30 horas de ayer haciendo cola y estaba orgullosa de su proeza, que no dudaría en repetir. Pese al intenso frío, decía haber dormido “bastante bien”, junto a su hermana, en el primer puesto de la cola, delimitada por unas vallas y la fachada del edificio. Minutos antes de la apertura del establecimiento, a las diez de la mañana, se mostraba muy segura de lo que quería: “una chupa de cuero y algún vestido”.

 

Detrás suyo, aguardaban un poco más tranquilos Elvira y Jon, dos estudiantes de 23 y 24 años respectivamente. Llevaban allí desde las 23 horas de ayer y sus rostros fatigados y de sueño les delataban rápidamente. “Hemos venido porque nos gusta la ropa glamorosa y pija de Versace. Nos es inalcanzable pero aquí podemos comprar diseños de alta costura a precios asequibles”, aseguraban con humildad.

 

La actitud de Kristina, una esteticista de 26 años que hacía cola desde las seis de la mañana, era totalmente distinta. Situada unos metros más atrás y ataviada con las últimas tendencias, se congratulaba de “estar dónde hay que estar” y vivir el “ambiente Versace”. “Hay mucha gente aquí que no tiene gusto y se compra cualquier cosa. Yo vengo por mí y porque tengo estilo al escoger”, comentaba con poco entusiasmo.

 

Madrid. 10.00 h. Gran Vía

 

Y de golpe llegó el momento clave. Cuando faltaban unos minutos para las diez, las primeras veinte personas fueron entrando a la tienda, circulando por un pasillo con vallas y repleto de guardias de seguridad. Nada de gritos ni empujones como en las rebajas de los grandes almacenes españoles. El orden sueco lo impedía. Cada afortunado tenía una pulsera que determinaba el orden en el que entrarían al establecimiento. Los interesados en ropa masculina se dirigían a la planta inferior y los de femenina caminaban hasta al final de un largo pasillo de seguridad hasta llegar a la zona donde estaban los diseños de Versace.

 

Una portavoz de H&M estimaba que las prendas de Versace se agotarían “en una o dos horas”, como pasó con otras colecciones similares. El precio de los diseños oscila entre los 14,95 euros de unos calzoncillos hasta los 349 euros de una gabardina. Los vestidos van de los 70 euros a los 249 euros, mientras que hay tops por 39 euros. Todos ellos con el sello Versace. Mucho color y éxito asegurado.