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C. Malamud (Elcano): “Latinoamérica debe salir de la ‘trampa’ de la renta media para ser un mayor mercado de consumo”

El investigador principal del Real Instituto Elcano explica la situación política, económica y comercial por la que está atravesando Latinoamérica en los últimos meses.   

María Bertero

16 ene 2019 - 04:54

Carlos Malamud: “Latinoamérica debe salir de la ‘trampa’ de la renta media para ser un mayor mercado de consumo”

 

 

En la sede de Real Instituto Elcano, en Madrid, Carlos Malamud presume de amplia trayectoria analizando una de las regiones más convulsas del mundo: Latinoamérica. Catedrático y politólogo, el argentino se desempeña como investigador principal de la entidad de estudios internacionales y estratégicos realizados desde una perspectiva española, europea y global. Malamud es autor de una amplia variedad de publicaciones sobre Latinoamérica, desde la época colonial hasta la actualidad, investigando cada mercado a fondo para comprender las vicisitudes que atraviesa la región y cómo se posiciona la economía española frente al continente americano.

 

Pregunta: Trump en Estados Unidos, el Brexit en Reino Unido… El mundo parece más inestable

Respuesta: No sé si más inestable, pero sí más complejo y difícil de prever. Y esto no es sólo un producto de la política, sino que también está vinculado a los cambios tecnológicos que están sucediendo, como la revolución digital o la inteligencia artificial, que influyen también en las formas de hacer política. Las elecciones ya no son lo mismo desde que las redes sociales tomaron un rol protagonista y cambiaron las cosas de una manera inquietante. Hoy se está hablando de un nuevo movimiento liberal, es decir, que las democracias neoliberales están puestas en cuestión. Lo que se ha visto en Latinoamérica en los últimos siete años es una tendencia decreciente, pero constante, en cuanto a la desafección con la democracia. La gente está cada vez más molesta con la democracia y este es un fenómeno extensible a otras regiones del mundo, donde podemos ver también la emergencia del voto del enojo, en el cual no hay una satisfacción con los políticos tradicionales o partidos tradicionales, lo que ha potenciado el rol de los outsiders.

 

P.: ¿El populismo o el proteccionismo son riesgos globales?

R.: El cambio tecnológico que trae la revolución digital nos lleva a prever un escenario donde las desigualdades van a ser mucho más agudas que las actuales. Aquellos países que pierdan el tren de la transformación van a tener mayores dificultades para insertarse en un futuro. La paradoja actual es que por un lado vemos la emergencia de riesgo y peligros globales, pero que se encuentran frente a un discurso localista. En el caso del populismo xenófobo europeo, lo último que uno hubiera esperado encontrarse diez o quince años atrás era que todos estos micromovimientos convergieran en uno para presentarse todos juntos a las elecciones en Europa.

 

 

 

 

P.: ¿Nos enfrentaremos a ciclos económicos más cortos?

R.: La volatilidad de los mercados, la aparición de cisnes negros y todo ese tipo de cuestiones están a la orden del día. Entonces, la posibilidad de que un periodo de crecimiento venga seguido de un periodo de recesión o crisis está más latente que hace algunos años o que en la década pasada.

 

P.: ¿Latinoamérica es un mercado atractivo para las empresas internacionales?

R.: La región tiene un potencial de crecimiento muy importante y puede ganar mayor protagonismo en los próximos años. Para que esto ocurra deben darse una serie de circunstancias: si los latinoamericanos, tanto los líderes como el pueblo, no se esfuerzan por sacar sus países adelante, por más que exista un atractivo en la región no se va a desarrollar. Sin embargo, sobre la mesa está el interés de potencias, como por ejemplo China, que está cada vez más presente en Latinoamérica porque piensa que las oportunidades para sus negocios o empresas son rentables en la región.

 

P.: ¿Cuáles son los puntos a favor y en contra de Latinoamérca?

R.: La región cuenta con una de las poblaciones más extensas del mundo, que para sectores como la moda es un dato muy relevante. Además, Latinoamérica continúa siendo un productor de recursos naturales, sobre todo de minerales, combustibles y productos agroalimentarios. En tercer lugar, hay algunos países que están siendo más respetuosos con las leyes del mercado, con una seguridad jurídica más sólida. Por el contrario, el mundo percibe a Latinoamérica como una región convulsa, poco segura, donde la corrupción actúa libremente. Es una realidad que es el mercado más desigual del mundo y también el más peligroso y esto es un hándicap para el crecimiento de la región. Las sociedades latinoamericanas tienen que empezar a dar respuesta a estas problemáticas, ahora se ve que empiezan a exigir respuestas a asuntos de corrupción. Otro punto en contra es el atraso en cuestiones de educación, desarrollo, ciencia y tecnología.

 

 

 

 

P.: ¿Es un mercado más seguro para la actividad económica que hace diez años?

R.: Depende de los países. Venezuela está en un extremo, donde quedan muy pocas empresas extranjeras operando en el país y muchas de las que están mantienen sus operaciones porque les es más costoso irse que quedarse. Del otro lado de la balanza se sitúan economías como la colombiana o la peruana, que están haciendo grandes esfuerzos en materia de seguridad jurídica y con mejores condiciones de mercado. En este sentido, el ejemplo más claro es el de Chile, que ha abierto su mercado al mundo y ofrece, en líneas generales, garantías suficientes para que los inversores extranjeros apuesten por el país. 

 

P.: Teniendo en cuenta la estructura demográfica de Latinoamérica, ¿cómo se puede ver afectada la región por la inmigración?

R.: La población latinoamericana es mayoritariamente urbana y relativamente joven y, aunque en los últimos años se ha visto un envejecimiento en países como Uruguay, Argentina o Cuba, no son signos alarmantes como los de Europa.  Además, todo indica que en los próximos treinta años Brasil y México van a estar entre los países más poblados del mundo. Siempre ha habido migraciones internas entre países fronterizos, vinculadas a la demanda de las fuerzas de trabajo, que hasta ahora no han sido conflictivas. Pero ahora nos enfrentamos a un panorama distinto, tomando el caso del éxodo venezolano, repartiéndose en todo Sudamérica y también en Estados Unidos y España. Ahora, con la crisis de Nicaragua también se está viendo una oleada de migraciones a Costa Rica, principalmente. En Latinoamérica están emergiendo casos de xenofobia que no eran recurrentes y esto ya está teniendo repercusiones políticas significativas.

 

 

 

 

P.: ¿Qué papel juega la política en la economía de la región?

R.: Es igual de importante que en Europa, no hay grandes diferencias en las implicaciones de la política en general para la gobernabilidad de los países, sean latinoamericanos o europeos. Hay un discurso muy recurrente en Latinoamérica de la responsabilidad del pueblo, vinculado con el fracaso de la integración regional, que se resume en la idea de que si Latinoamérica no se ha integrado es porque no la dejan. El imperialismo norteamericano y la Unión Europa son señalados como los que quieren quedarse con las riquezas de la región. Pero en realidad, si los latinoamericanos no se han integrado es porque no han querido o no han podido. Uno de los grandes obstáculos a esta integración es el exceso de nacionalismo que existe en la región, que ha impedido de forma sistemática ceder cuota de soberanía a instancias supranacionales en las cuales es imposible avanzar en un proceso de integración.

 

P.: ¿Latinoamérica puede ser un mercado de consumo tan importante como son Estados Unidos o Europa?

R.: Podría, pero implica realizar grandes transformaciones y uno de los desafíos es salir de la trampa de la renta media. Los países latinoamericanos son todos de renta media, pero la cuestión es pasar de la media a la renta alta. En la medida en que estos países puedan salir de esa trampa que los está encasillando atraerán mayores mercados de consumo.

 

P.: ¿Qué más hace falta para que así sea?

R.: Una clara apuesta por la educación, sobre todo en investigación, desarrollo e innovación. Además de una serie de reformas institucionales que permitan una mayor independencia del poder judicial y lleven a un mayor respeto de los contratos y las instituciones y disminuyan el proteccionismo. Todo esto acompañado de un mayor empoderamiento de la ciudadanía.

 

 

 

 

P.: ¿La deficiencia de acuerdos comerciales es otro de los frenos para el desarrollo de la región?

R.: El fracaso de la integración no tiene que ver con la falta de acuerdos comerciales. De hecho, la mayor parte de los países latinoamericanos tienen tratados de libre comercio entre sí, aunque el volumen de comercio internacional, que está en torno al 16%, es de los más bajos del mundo. Una cosa es la integración y otra la apertura al mundo de las economías latinoamericanas.

 

P.: Desde un punto de vista estratégico, ¿qué papel debe jugar España en Latinoamérica?

R.: Hay una gran cantidad de empresas españolas en la región y no sólo las del Ibex35. En México hay casi 6.000 compañías españolas, al principio había mayor inversión de empresas de servicios, pero ahora se está ampliando a sectores productivos o donde el componente productivo es mucho mayor. Pero así como España es un actor importante desde el punto de vista de la inversión, su papel como socio comercial de estos países es menor. El comercio exterior de España con Portugal es superior al que tiene con todos los países de Latinoamérica. Las economías de la región no necesitan de España para relacionarse con otros países europeos, pero otra cosa es que España sí sea un socio privilegiado, el Gobierno debe potenciar ese papel para rentabilizar mejor su presencia en Latinoamérica.

 

 P.: Para una empresa internacional, ¿es un error pensar en Latinoamérica como un mercado común?

R.: Totalmente. En los años noventa se hablaba de la inversión española en Latinoamérica, pero ahora ya saben que una cosa es estar en México y otra muy distinta en Brasil. Se ha aprendido bastante a atacar la región, con éxitos y fracasos.

 

 

 

 

P.: ¿Cuál sería una buena estrategia para afrontar el mercado latinoamericano?

R.: Saber a dónde se quiere ir y tener claro por qué y cómo. No todos los países son iguales, hay que saber elegir el socio local, valorar los riesgos y el costo que implica hacer negocios en un determinado país. No se puede ir con recetas generales a Latinoamérica. Cada empresa, inclusive dentro del mismo sector, tiene un mercado más ideal que otro.

 

P.: En el sector de la moda se ve una muy baja internacionalización de las empresas latinoamericanas. ¿Por qué?

R.: Porque los incentivos son otros. Esto tiene que ver con qué ofrece el Estado a sus empresas y qué posibilidades hay si se llega a internacionalizar. Las empresas españolas pequeñas dieron el salto a la región después de que la crisis cacheteó al sector y no tuvieron más alternativa que ir fuera. Y esto no sólo ha pasado en el sector de la moda, sino que se ha visto en otras industrias y empresas de servicios, como el turismo, la restauración o la banca.

 

 

 

 

P.: ¿Quiénes van a protagonizar la política en los próximos diez años?

R.: Si todas las previsiones se cumplen, el peso del Pacífico sobre el Atlántico va a ser creciente. Esto implica que el centro de la actividad internacional va a estar en la cuenca del Pacífico, lo que puede tornar a Europa mucho más irrelevante de lo que fue hasta ahora. Pero esto será así a medida que las variables no se modifiquen y el crecimiento del continente asiático, sobre todo China, se vea afectado por algún factor en particular. Los líderes de las élites europeas deberán pensar qué papel quieren jugar en este nuevo orden mundial en el futuro. Figuras como las de Donald Trump no hacen más que acelerar el declive de Europa con un Estados Unidos mucho más aislado de sus tradicionales socios y desvinculado de los valores democráticos.

 

P.: ¿Qué panorama queda después del intenso 2018 en materia electoral?

R.: En 2019 habrá seis elecciones presidenciales más, como las de  Argentina, Bolivia y Uruguay. El panorama también será intenso, con un mapa de equilibrios políticos internos cambiante. Ahora nos enfrentamos a un balance contradictorio, con un giro a la derecha que no se ha terminado de consumar. Evidentemente el triunfo de Bolsonaro implica cambios importantes para todo Latinoamérica y pone en duda que haya un efecto contagio para toda la región. Por otro lado, hubo un triunfo de centroizquierda en Costa Rica, además de la reelección imprudente de Nicolás Maduro. El panorama regional va a continuar siendo complejo y la fragmentación sigue presente.