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Angela Ahrendts, la ‘outsider’ que revolucionó el lujo

Sarah García

16 jul 2014 - 04:53

 

Hija de un emprendedor y una modelo, madre de tres hijos y una de las ejecutivas más importantes del negocio del lujo. Pese a contar con más de tres décadas de trayectoria y atesorar logros como el relanzamiento y consolidación de una firma como Burberry, Angela Ahrendts no es una ejecutiva al uso.

 

De origen humilde, esta directiva nacida en el estado de Indiana (Estados Unidos), pasó su infancia cosiendo su propia ropa. Tras estudiar en la Ball State University, no tardó ni un solo día en coger un billete de ida y empezar su ascenso de más de tres décadas en la industria de la moda, donde comenzó trabajando en los talleres de Warnaco, que entonces gestionaba la licencia de íntimo y denim de Calvin Klein. Tras Warnaco, Ahrendts continuó su carrera hasta que en 1996 se incorporó, procedente de Donna Karan, a Henri Bendel, propiedad de Limited Brands.

 

La directiva fue contratada por Leslie Wexner para que expandiera la marca más allá del mercado estadounidense a medio centenar de países. Ahrendts no tenía experiencia en retail y menos de dos años después el proyecto fue cancelado. Ese fue, quizás, el punto de inflexión en la carrera de la directiva, que tiene como referentes a Linda Wachner, ex consejera delegada de Warnaco, y a Donna Karan. Según sus propias palabras, de la primera aprendió sus “dotes analíticas” y de la segunda sus habilidades más creativas.

 

Tras el proyecto fallido en Henri Bendel, Ahrendts pasó ocho años como vicepresidenta ejecutiva en Liz Claiborne para, finalmente, asumir el cargo de consejera delegada de Burberry, con el que ha llegado a la cima del segmento más elitista y tradicional del negocio de la moda: el del lujo.

 

El cambio de trabajo trajo consigo una mudanza al otro lado del Atlántico junto a su marido, que dejó su trabajo en Nueva York, y sus tres hijos, que cambiaron las tardes con amigos por la pantalla del ordenador a través de la que les veían en llamadas interminables de Skype. Además, Ahrendts tuvo que habituarse a un sector tradicional que no veía con buenos ojos ciertas decisiones que  estaba dispuesta a tomar, entre las que destacó la apuesta por el ecommerce, las redes sociales y la estrategia multicanal.

 

La directiva llegó a Burberry sabiendo que iba a ser la sustituta de Rose Marie Bravo, que dejó en sus manos el completar un proceso de reorganización que trajo el despido de empleados, la reducción de costes y la reestructuración de la oferta de Burberry, y que tendría a su lado a Christopher Bailey, que se convirtió en su sombra. Bailey fue el responsable de que Ahrendts fuera la elegida para el cargo y ambos formaron un tándem que llevó a Burberry a facturar más de 2.000 millones de dólares. La sugerencia de Bailey de fichar a Ahrendts fue recompensada por la directiva, que le dio libertad creativa para construir lo que es hoy Burberry.

 

Cristiana metodista y adicta a la Coca-Cola Light, Angela Ahrendts ha asumido ahora otro gran reto al aceptar formar parte de la empresa que en 2010 ya tomaba como ejemplo: Apple.

 

La directiva cambia ahora la moda por la tecnología, pero no abandona el lujo, aunque a Ahrendts eso le importa bien poco, porque ella recuerda con más emoción el discurso que dio en su universidad ante 21.000 graduados o la fiesta sorpresa que le hicieron su marido y sus hijos por su 50 cumpleaños que las veces que ha coincidido con Isabel II o el último desfile de Burberry.