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Alexandra Pisco (United Fashion Europe): “Los políticos y los bancos no entienden el negocio de la moda”

Pisco es una de las impulsoras de una nueva asociación europea de diseñadores de moda, que quiere reivindicar el papel del diseño independiente ante consumidores e instituciones del continente.

Iria P. Gestal

10 oct 2019 - 04:49

Alexandra Pisco (United Fashion Europe): “Los políticos y los bancos no entienden el negocio de la moda”

 

 

El diseño de moda une fuerzas en Europa. Un grupo de asociaciones nacionales de diseñadores de moda, entre ellas la española Acme, se han unido para crear una nueva organización europea, United Fashion Europe. ¿El objetivo? Poner en valor el rol del sector en la economía del continente y, en un futuro, ejercer también de lobby en Bruselas. Una de sus impulsoras es Alexandra Pisco, fundadora de la consultora Pisco&Co. y ex directora general de Maisons de Mode. Pisco defiende que “los políticos no entienden el negocio de la moda”, y por eso es necesario una organización que visibilice y defienda el papel de este sector. “Uno de nuestros referentes es la industria de la alimentación orgánica; hoy la gente te explica con detalle de dónde viene el pollo que se van a comer pero luego no saben donde se fabrica su ropa”, apunta.

 

Pregunta: ¿Por qué hace falta ahora una nueva asociación europeo de diseño?

Respuesta: La historia de este proyecto comenzó en 2014, cuando la plataforma MadBrussels decidió organizar el European Fashion Summit para reunir a federaciones, plataformas e incubadoras de toda Europa. La mayoría compartíamos los mismos problemas, y el objetivo era ver qué podíamos hacer para ayudarnos mutuamente. Un día, en una charla vinieron como invitados el lobby de LVMH y el lobby de Kering, y pensamos, aquí están todos los grupos grandes pero ¡no hay nada para las marcas independientes! En Bruselas, a escala europea, no hay nadie que defienda los intereses de las empresas independientes de moda.

 

P.: ¿Cómo comenzó a gestarse el proyecto?

R.: Nos reuníamos de forma anual y en 2017 comenzamos a trabajar en el proyecto de crear una asociación europea para la moda independiente. Para avanzar, nos organizamos en grupos más pequeños, y el sábado 28 de septiembre nos reunimos todos para anunciar que ya hemos creado la entidad legal.

 

P.: ¿Cuál es el perfil de los miembros?

R.: En una primera fase trabajamos con federaciones, asociaciones y plataformas de diferentes tipos, pero la idea es que en una segunda fase se abra a empresas privadas de moda independiente. El objetivo es ayudar a las federaciones de cada país a ayudar a su vez a las marcas que representan. Cuando sale una nueva normativa europea, por ejemplo, ¿cómo llega a una pequeña empresa de Polonia o España?

 

 

 

 

P.: ¿El siguiente paso es convertirse en lobby?

R.: Es nuestra ambición. Primero poder comunicar a escala europea y representar los derechos de los asociados, para después llegar a ser un grupo de lobby. Pero lo principal es ser una voz única para educar al público sobre la importancia de este sector.

 

P.: ¿Quiénes son sus referentes?

R.: Siempre pongo el ejemplo de la comida orgánica. Es increíble como esta industria ha hecho su trabajo, consiguiendo que la gente se lo piense dos veces antes de comprar. Estoy harta de hablar con gente que me explica con mucho detalle de dónde viene el pollo que se va a comer y luego lleva una camiseta de H&M. Además, hay una impresión de que el diseño de autor es súper caro. Sí, a lo mejor es más caro que una prenda de fast fashion, pero en lugar de comprarte cinco chaquetas al año te compras dos o tres. No estamos contra los grandes grupos, pero tiene que haber hueco para todos. Por un principio básico económico: una economía que no tiene empresas pequeñas y medianas no es una economía sana. No podemos terminar sólo con grandes grupos de ropa barata o ropa cara. Tampoco es bueno para la creatividad.

 

P.: ¿Tienen fuerza las patronales nacionales de diseño?

R.: Es algo que depende mucho de la época. En Francia, como hay esa larga tradición de la federación, tienen bastante poder, pero no tanto como podríamos imaginar. Este es un trabajo diario, en todos los países. En general, los políticos y las instituciones financieras no entienden el negocio de la moda, así que no se dan cuenta de la importancia que tiene.

 

P.: ¿Ni siquiera en Francia?

R.: No. Cuando Emmanuel Macron era Ministro de Economía, hubo una mujer en el Ayuntamiento de París que convenció al gobierno para que le financiara un estudio sobre el impacto económico de la moda en Francia, desde la creación a la venta. Entonces, yo dirigía una incubadora en Francia y ella vino como parte del estudio, porque analizó todos los programas de apoyo que se hacían. Todo el mundo quedó impactado con los resultados: hay más empleo directo e indirecto en moda en Francia que en la industria aeronáutica. Y eso sin calcular el efecto del turismo de moda. Pero la aeronáutica tiene un apoyo inmenso del gobierno, político y económico. Esto ocurre en toda Europa.

 

 

 

 

 

P.: ¿Qué tiene de particular este sector para necesitar su propia asociación?

R.: Hay un ejemplo muy claro. En Francia, para poner la etiqueta made in France sólo es necesario que el 30% esté hecho en Francia. A las grandes empresas les va súper bien, pero la mayoría de las pequeñas que usan la etiqueta lo han fabricado todo en Francia. La ley diluye la importancia de la etiqueta y el consumidor lo sabe. Quizá si tuviéramos más representación podría haberse fijado ese porcentaje no en el 60%, pero quizás sí en el 40%.

 

P.: ¿Reino Unido formará parte de esta iniciativa, ahora que se va de la Unión Europea?

R.: Cuando empezamos a hablar de esto se nos acercó una de las mejores incubadoras de Europa, que está en Londres. También estamos hablando con el British Fashion Council. Por mi parte, por qué no. Si quieren formar parte, adelante. También hemos hablado con una plataforma en Zúrich para ayudar a los diseñadores suizos. No son Unión Europea, pero son Europa. La política se la dejamos a otros, a nosotros nos interesa el negocio y la moda.

 

P.: ¿Qué le compre LVMH o Kering es la única forma de crecer para un diseñador independiente?

R.: Ahora mismo es casi imposible crecer sin un grupo grande. Y eso es una pena. Para que un banco financie a una marca de moda, es súper complicado, porque no entienden el modelo de negocio del sector. Es un negocio con riesgo, pero como otros muchos a los que los bancos sí ayudan. Ellos lo perciben como un riesgo enorme. Una de las cosas que nos gustaría hacer es encontrar grupos de inversión y bancos y explicarles el negocio, que comprendan bien lo que hacemos.

 

 

 

 

P.: ¿El problema es que tiene una percepción de frívolo?

R.: Sí. Estuvimos con esa mujer que hizo el estudio en Francia y había dos diseñadoras muy jóvenes que preguntaron por qué creía que no se tomaba en serio la moda. Ella les miró y les dijo: “porque la mayoría de gente que trabaja en moda son mujeres y hombres gays”. Fíjese en la época del puntocom. Nadie lo entendía y no ganaban ni un duro, pero ponían dinero porque alguien les había dicho que esto era serio.

 

P.: ¿Hay prejuicios?

R.: Sin duda. Entre financiar a una aplicación que todavía está en fase de desarrollo y una marca de moda que crece un 30%, eligen la app. Están buscando esas palabras clave.