Back Stage

Alejandro Laquidain (CIE): “El Made in es un argumento de venta más”

S. Riera

13 ene 2014 - 04:44

Alejandro Laquidain es presidente del Consejo Intertextil Español y propietario de la empresa Encajes Laquidain, que mantiene su producción en España. El empresario sostiene que el Made in es un buen argumento de venta y que quien utiliza el Made in Spain lo hace con orgullo. El máximo representante de la patronal española del textil denuncia que todavía hay fraude en el etiquetado y pide más responsabilidad al consumidor.

 

La patronal del sector defiende el Made in, pero no la obligatoriedad de introducirlo en las etiquetas, a la par que su homóloga europea, Euratex. La deslocalización de la producción textil y de la confección ha provocado que dentro de la agrupación empresarial del sector coincidan modelos de negocio diferentes y, en ocasiones, con intereses dispares. En muchos casos, tanto en el ámbito de los tejidos como en el del producto acabado, las empresas han pasado de ser fabricantes a ser distribuidoras. Estas compañías conviven todavía con grupos que mantienen su producción en España.

 

Dentro del CIE, también diverge la postura del textil de cabecera y de la confección y el género de punto, respecto al Made in. Mientras que en el textil de cabecera, la procedencia es poco relevante, en la confección puede llegar a ser determinante siempre que lo sea para el consumidor.

 

En la séptima entrega de la serie especial Made in Spain, patrocinada por Marcelo Vilá, el presidente del CIE profundiza en el valor de lo hecho en España, en la imagen internacional de la marca y en las connotaciones negativas que tienen las etiquetas de origen de otros países.

 

Pregunta: ¿Debería ser obligatorio incluir el Made in en las etiquetas?

Respuesta: Una cosa es la normativa y otra son las posiciones de Euratex. En esta última, por ejemplo, ahora hay cierto debate sobre esta cuestión. El Made in visto como orgullo de lo que uno hace, porque hay Made ins, como el de China, que hay quien lo esconde. Y esto también es significativo. En según qué países, como Estados Unidos, es obligatorio mostrarlo y nadie esconde el Made in. La postura del Consejo Intertextil es de la no obligatoriedad.

 

P.: ¿Por qué una empresa decide incluir o no el Made in?

R.: Todo aquello que no viene etiquetado, acostumbra a ser de fuera. El Made in de aquí se utiliza como argumento de venta. Quien produce aquí o en proximidad lo pone porque es un buen argumento de venta. En otros países, ponerlo o no dependerá de la obligatoriedad. Al textil de cabecera, por ejemplo, el Made in no le afecta. Es un debate más orientado al consumidor final. Es un argumento de venta más.

 

P.: ¿Hay fraude?

R.: Lo que en ningún caso debe hacerse es dar una información fraudulenta. Como no es obligatorio etiquetar, puede obviarse. Nadie puede denunciarte por ello.

 

P.: ¿Se dan casos de fraude? ¿Pueden denunciarse?

R.: Montones. Si se sabe, se denuncia. Pero es difícil. Hace unos años, era una práctica más habitual. Ahora la gente está más acostumbrada al Made in China y de otros países asiáticos. Antes había talleres que se dedicaban a cambiar etiquetas. Siempre ha habido gente que hace fraude.

 

P.: ¿Tiene prestigio el Made in Spain en el textil?

R.: El Made in Spain en el textil tiene valor, como lo tiene cualquier producto hecho en la Unión Europea. España tiene valor, tiene diseño, calidad y precio razonable. No hace daño. Diferente es la marca país. Hemos pasado unos años malos. Cuando viajas al extranjero, te preguntan sobre la corrupción, Bárcenas o los aeropuertos vacíos. La imagen del país no es buena. Incluso hay quien dice que es negativa. En cambio, el textil español está apreciado a nivel internacional. Está considerado fuera y representa un buen argumento comercial.

 

P.: ¿Esto afecta a los productos hechos en España?

R.: Si nos hablan de Grecia, decimos ‘uffff’. En cambio, es diferente si nos hablan de un producto griego en concreto. Hay productos griegos que son fantásticos. Aunque la marca país tenga connotaciones negativas, no tiene por qué afectar a los productos.

 

P.: Los tejedores españoles se promocionaban en el extranjero bajo el lema Let Spain Dress You Up y las marcas de moda, bajo Moda España. Está claro que el Made in ayuda a vender.

R.: Quien apoya a la promoción es el Icex y, por tanto, España tiene que aparecer. El lema identifica a un grupo de empresas que son productoras en España, no distribuidoras.

 

P.: En una industria, como la del textil y la confección, totalmente globalizada, ¿es fácil saber dónde se realizan los productos realmente?

R.: La trazabilidad no es nada sencilla. En un mercado globalizado, es muy difícil decir poner en una etiqueta All Made in Spain. Es imposible. La gente mira la etiqueta… yo miro la etiqueta, quizá por deformación profesional, y si no pone nada, no me gusta, porque defiendo lo hecho en España.

 

P.: ¿Hasta qué punto el Made in Spain no es una herramienta proteccionista?

R.: Digo con orgullo que soy industrial y que produzco todos mis productos aquí. No es proteccionismo, esto no es decir ‘No te dejo entrar’. Todo lo contrario. Es quien lo esconde, quien se protege.

 

P.: ¿Qué le sugiere hoy el Made in Bangladesh?

R.: Hay una falta de responsabilidad en muchísimos niveles, empezando por el consumidor. Es muy fácil querer una camiseta barata. Pero detrás hay una realidad y hay quien comercia cometiendo fraude. Cuando las grandes empresas no pagan un precio justo para quien trabaja simplemente para obtener un mayor beneficio. Las autoridades no deberían permitir que el comercio que beneficia las arcas de un país no garantice condiciones sociales y salariales dignas. También es importante ser exigente en la preservación del medio ambiente. No podemos ser hipócritas, cuidar el río Llobregat y despreocuparnos de los de China. Pido que las reglas del juego sean parecidas, porque luego la prenda entra en nuestro país sin problemas.

 

P.: ¿El culpable es el consumidor?

R.: Cada consumidor tiene que estar dispuesto a pagar lo que pueda pagar por un producto. La gente no atiende a los problemas del vecino, mientras sólo sean del vecino. Quizás ahora se empieza a entender que si se consumen cosas de aquí se creará trabajo aquí. Los problemas de Bangladesh, el de las pieles de angora o la contaminación… la gente tiene que darse cuenta que las cosas tienen un precio justo. Es solidaridad y es concienciación. No todo vale por el precio.