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Afterwork: Roser Ramos, visión en gran angular

S. Riera

14 oct 2015 - 04:43

QUIÉN

Roser Ramos

CARGO Y ESPECIALIDAD

Directora general de Cóndor

DÓNDE

Café Gallery, en la calle Rosselló de Barcelona; al lado de la tienda Cóndor

QUÉ

Café y agua con gas, con hielo y limón

CUÁNDO

A las 16h.

FIN DE SU JORNADA LABORAL HABITUAL

Cuando se termina

 

 

Roser Ramos explica que tomó la dirección de Cóndor cuando el anterior responsable se jubiló después de más de treinta años en el cargo. “Impuse una manera diferente de trabajar”, recuerda la ejecutiva. “Lo primero que les dije a los trabajadores fue ‘no soy el otro, no quiero que nadie me trate de usted’”, explica. La directiva aterrizó en la gestión a los 47 años y lo hizo en una empresa histórica del textil catalán, industrial y centenaria, “una empresa tranquila, lineal, sin baches”, señala.

 

Ramos explica que en sus primeros días en el cargo se dedicó a recorrer la compañía para conocerla mejor. “No es que quisiera ser una experta en todo, pero cuando estás al frente de una empresa te acostumbras a verla en gran angular”, apunta.  “Es como la fotografía -subraya-; no sólo es vender bien, también es saber cómo producir, qué precio poner, cuándo saber decir que no, y saber dar marcha atrás cuando no se tiene éxito”.

 

“Gestionar ha sido más difícil de lo que me imaginaba”, confiesa Ramos, quien inició su andadura profesional en el ámbito comercial, viajando por España y Europa, visitando las tiendas de lencería y enseñando muestrarios. De hecho, la directiva entró en Cóndor en 2002 como responsable comercial y se puso al frente de un departamento formado por hombres, en su mayoría, de más de sesenta años. “Que una mujer les mandara, de entrada, lo tomaron con cierto recelo, y para ellos era todo un shock cuando les preguntaba cómo se organizaban”, explica.

 

La directiva considera que este tipo de desplantes es necesario aceptarlos bien y asegura que hay que dejar de pensar en hombres y mujeres y empezar a pensar en personas. “Al final, alguien interesa por sus capacidades y sus necesidades, no interviene el género”, señala. Sin embargo, Ramos recuerda que cuando tenía treinta años y empezó a dirigir equipos formados por hombres “tragaba saliva, me pintaba los labios de rojo intenso y me ponía tacones para parecer más ejecutiva”. “Pero todo esto es ya agua pasada -asegura-; ahora puedo tener la dureza de cualquier hombre, pero convertirme también en una mujer femenina y sensible”.

 

A la hora de tomar el timón de una empresa, la directiva considera que hay unas técnicas comunes, pero que, en el caso de una gestión femenina, hay un mayor cuidado por los detalles o, si se es madre, una mayor empatía. No obstante, “nunca hay que dejar de ser una persona fría para la gestión del día a día”, añade.

 

De padre carpintero, Ramos de joven quiso ser artista y, de hecho, empezó la carrera de Bellas Artes. Sin embargo, la directiva viró el rumbo y cursó la licenciatura de Dirección y Administración de Empresas, en parte, para complacer a su padre. Al final, la ejecutiva descubrió que era “malísima” en Bellas Artes y que, en cambio, tenía “una auténtica vocación” para la gestión. Ramos sostiene que pilotar una empresa es un trabajo “totalmente vocacional”. “Debes tenerlo dentro  -apunta-, la técnica sirve para saber qué hacer y decir, pero saber liderar es algo innato”.