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Afterwork: Ricardo Fraguas Álvaro sobre la gestión al detalle

Tras más de sesenta años al pie del cañón, el fundador y presidente de Mirto reflexiona en este Afterwork sobre la importancia de cuidar al personal, la incorporación de sus hijos a la gestión y “dejar en la puerta los problemas al llegar a casa”.

P. Riaño

10 jul 2018 - 04:44

 

QUIÉN

Ricardo Fraguas Álvaro.

 

CARGO Y ESTABILIDAD

Fundador y presidente de Mirto.

 

DÓNDE

Sede de Mirto, en la calle Emilia Muñoz de Madrid.

 

QUÉ

Un café con leche, “cortito”.

 

CUÁNDO

18.00 h.

 

FIN DE SU JORNADA LABORAL HABITUAL

“No tiene fin. Mi hobbie es la empresa, pero los problemas los dejo en la puerta”.

 

 

 

 

“Desde niño he sido muy detallista. Eso lo dimensionas y lo llevas a la relación con el empleado, el banco, los proveedores…”. Ricardo Fraguas Álvaro fundó la empresa de camisería Mirto hace más de sesenta años y sigue al pie del cañón, gestionando y supervisando al detalle todas las áreas de la compañía. “No entiendo otra manera de hacer las cosas, hacerte grande no es excusa para dejar de gestionar cuidando hasta el más mínimo detalle”, dice convencido.

 

Mirto inició su andadura en 1956, cuando Fraguas contaba con apenas dieciocho años, después de seis trabajando como dependiente en una tienda. Hoy en día, el empresario sigue entrando a las ocho de la mañana y sale a las nueve de la noche. Encontrar fecha y hora para un encuentro afterwork con él resulta imposible: las seis de la tarde en sus oficinas y, después, todavía tiene alguna reunión.

 

Con dos de sus hijos (Ricardo y Elena) ocupando los puestos de máxima responsabilidad en la empresa, él reconoce, tímidamente, que sigue mandando. De hecho, todo el mundo en la empresa, incluso sus vástagos, le llaman Jefe. “El sector es más complicado hoy que en el 56 -afirma-; son situaciones diferentes: antes había escasez de todo y esto hizo crecer a muchas empresas, hoy es todo lo contrario”.

 

 

 

 

Un empresario, según él, debe estar “pegado” a su empresa. De hecho, dos figuras que ha admirado son los ya desaparecidos Emilio Botín e Isidoro Álvarez. “No juego al golf y no tengo hobbies, así que mi vida es la empresa y la familia: cuando voy a Marbella de vacaciones, veo tiendas”, dice.

 

“Paso todo el día en Mirto y visito todos los departamentos, pero al que más tiempo dedico es a fábrica, porque me gusta estar cerca del personal, que es lo que más me preocupa”, confiesa. Fraguas dice que los oficios se pierden, por eso busca constantemente “estímulos” para que sus trabajadores no se jubilen. “Loli, la encargada de plancha, lleva 55 años en la compañía, entró con trece, y siempre dice que se jubilará cuando lo haga yo”, explica risueño.

 

“Es necesario dar ejemplo a los empleados de trabajo y esfuerzo, pero también mostrar que todo lo que tengo está aquí dentro para que el negocio crezca”, señala. Después de forjarse una trayectoria en otros sectores, sus hijos entraron en la empresa familiar con sueldos bajos y haciendo lo que los demás. “El financiero me llamó la atención por lo poco que cobraba mi hijo Ricardo”, afirma orgulloso.

 

 

 

 

A lo largo de su trayectoria, Fraguas se ha puesto dos normas. La primera, después de vivir un conflicto accionarial con un antiguo socio, es que “al llegar a casa, los problemas se dejan en la puerta”, aunque reconoce que “en las reuniones familiares a Elena, Ricardo y a mí nos sientan separados para que no hablemos de trabajo”. La segunda norma es aprender de todo el mundo: “el vigilante o el mozo de almacén pueden darte una lección”.  

 


En todo

El fundador de Mirto sostiene que el sector de la moda atraviesa un momento complejo: “la moda no está de moda”, dice. Mirto cuenta 170 empleados (llegó a tener 400) y mantiene su fábrica en Madrid. “La obsesión por la calidad es fundamental”, reivindica.