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Afterwork: Luis Sans, todo queda en casa

Con distancia pero cordialidad, Luis Sans pilota desde los 22 años uno de los comercios multimarca de lujo más históricos de España.

Iria P. Gestal

18 abr 2017 - 04:37

Afterwork: Luis Sans, todo queda en casa

 

 

A los 22 años, tres días después de morir su padre, Luis Sans se vio sentado en su despacho con el reto de pilotar, antes de terminar la carrera, uno de los templos del comercio del lujo en España. Luis Sans repetía así la historia de su abuelo, que también tuvo que asumir la dirección de la compañía a los 22 años tras el repentino fallecimiento de su padre. “Había venido a trabajar de prácticas, en los almacenes y estaba estudiando tercero de Administración y Dirección de Empresas en Esade”, recuerda Sans, con una imagen siempre impoluta y modales refinados. “Agradecí mucho que entonces mi abuelo se reuniera conmigo y me hiciera la pregunta que no le había hecho a mi padre: ¿quieres hacer esto?”, explica.

 

Desde aquella abrupta incorporación que, asegura, “todos los empleados vivieron con naturalidad”, Sans ha pilotado Santa Eulalia con la presión de mantener lo logrado hasta ahora, pero también con el reto de adaptar el establecimiento a los tiempos modernos, no demasiado favorables ni para el lujo en España ni para el comercio multimarca. “Entré con bastante prudencia, no llegué arrasando”, recuerda. Entre las primeras cosas que cambió fue el sistema, habitual entonces, de priorizar la lealtad a la profesionalidad. “Se mantenían sistemas que quizás no eran tan eficientes simplemente porque los empleados habían estado ahí toda la vida”, asegura Sans.

 

Aunque la tasa de rotación es baja y la mayoría de los empleados pasa décadas en la empresa, Sans trata hoy de mantener cierta distancia. Las dependientas se dirigen a él como Señor Sans y él asegura que “cuando la distancia es muy corta es difícil decir cuándo las cosas no van bien”. Aun así, Sans reconoce que continúa siendo “lento” despidiendo y contratando, una tarea para la que cuenta con el apoyo de su esposa, que trabajó en una empresa de empleo temporal y hoy es responsable del departamento de mujer de Santa Eulalia.

 

Sans también es contrario a trabajar fuera del horario de oficina (que, en su caso, es el horario de la tienda) y tarda, de media, entre uno y dos días en responder a los correos electrónicos. “A veces ni siquiera respondo al teléfono al momento; antes vivíamos sin móvil y no pasaba nada; contadísimas cosas son tan importantes como para responder al momento”, defiende el empresario.

 

En las más de dos décadas que lleva al frente de Santa Eulalia, el momento que Sans recuerda con más cariño tuvo lugar en 2007, cuando Pontegadea, la patrimonial de Amancio Ortega, adquirió el inmueble que alberga la tienda de Santa Eulalia. “Tenían el proyecto de derribarlo todo excepto la fachada, y fue una gran oportunidad porque nos permitió darle un cambio total a la tienda”, dice. “Le estoy muy agradecido al señor Amancio Ortega por aquello”, asegura.

 

 

Siguiente generación

¿Seguirán sus hijos la tradición familiar? Sans, que tiene dos gemelos de trece años, dice que todavía no se lo han planteado, pero que “si quieren venir aquí, primero tienen que trabajar en otro sitio”.