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Afterwork: Javier de Rivera, hay que tirarse al barro

Pilar Riaño

11 abr 2016 - 04:37

QUIÉN: Javier de Rivera

 

CARGO Y ESPECIALIDAD: Director general de Gocco

 

DÓNDE: Hotel Miguel Ángel, en Madrid

 

QUÉ: Café con leche

 

CUÁNDO: 19.00 h.

 

FIN DE SU JORNADA LABORAL HABITUAL: “Hoy en día no vamos a trabajar, hoy hacemos un trabajo”

 

 

Con un casco de moto bajo el brazo y una mochila cargada de material deportivo colgada al hombro, Javier de Rivera llega puntual a su cita. Pide un café con leche y, casi sin dar tiempo al interlocutor, empieza a repartir lecciones de management. A Javier de Rivera le apasiona la docencia y se nota. Seguramente a eso dedicará gran parte de su tiempo cuando el próximo mayo abandone Gocco, la empresa de moda infantil que ha dirigido durante más de siete años.

 

Su entrada en el sector de la moda fue casi una casualidad. “Estudié el bachillerato nacional e internacional porque mi sueño era terminar en la ONU cambiando el mundo”, recuerda De Rivera con un punto de ingenuidad. En su último año de carrera entró a trabajar en una pequeña auditora, mientras dedicaba gran parte de su tiempo a jugar a squash (una afición que mantiene hoy en día, transformada en paddle) y organizaba monterías “para ganar dinero”. Al poco tiempo desembarcó en Expeditors International, una empresa transitaria a la que se incorporó como director financiero y de la cual terminó siendo director general.

 

 

Javier de Rivera

 

 

Con 27 años, De Rivera se encontró dirigiendo una empresa. “Cuando siendo tan joven te pasa algo así, aprendes a encontrar soluciones a las cosas muy rápido -afirma-; pero si a tu equipo le das todo hecho, no consigues que se impliquen: con los años he aprendido a escuchar”. “Debes acostumbrar al trabajador a que encuentre soluciones o es muy difícil que todo funcione bien -dice-; eso hace que se cometan errores, pero no tiene sentido una vida que no se puede revisar continuamente”. “¿Método socrático?  Totalmente”, añade, mientras afirma que para aprender hay que cometer muchos errores. “Lo aplico, y mucho: soy muy de tirarme al barro”, dice.

 

El tío de su mujer, Enrique Zamácola, comenzó a asesorar a unos jóvenes basados en Marbella que tenían una pequeña empresa de moda infantil: Neck&Neck. Fue así como, en 1998, De Rivera se adentró en el negocio de la moda. Permaneció al frente de Neck&Neck hasta 2006, cuando la empresa contaba ya con 200 tiendas en trece países.

 

El espíritu emprendedor le llamó. “Invertí todo lo que había ganado en Neck&Neck en comprar La Carta de Vinos, pero en septiembre de 2008 tuve que decirle a mi mujer que lo habíamos perdido todo menos la casa”, recuerda. Es en este punto de la conversación en que De Rivera reflexiona sobre los malos momentos de su trayectoria profesional. “Los peores momentos son casi siempre fracasos, porque pasas de la cresta de la ola abajo -afirma-; la ruina de mi padre fue muy difícil y con La Carta de Vinos la reviví, pero gracias al deporte he aprendido que a veces se pierde”.

 

Tras su aventura empresarial, De Rivera dio el salto a Gocco, donde se incorporó en enero de 2009. Hasta ahora. A finales del próximo mayo, el ejecutivo abandonará Gocco y dará comienzo a una nueva etapa. Tiene abiertas todas las opciones, asegura,  pero seguirá en la industria de la moda.