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Afterwork: Carlos Delso, no pain no gain

Carlos Delso, uno de los ejecutivos españoles de más amplia trayectoria en el sector del lujo, sale de su zona de confort. “En 1996 empecé a planear que en este preciso momento dejaría mi zona de confort y abandonaría la gran empresa”, dice.

Pilar Riaño

4 jul 2017 - 04:50

Carlos Delso

 

QUIÉN: Carlos Delso Mion

CARGO Y ESPECIALIDAD: Consultor e inversor

DÓNDE: Club Matador, en Madrid

QUÉ: Berenjena, jurel en escabeche y una copa de vino

CUÁNDO: 14.00 h

FIN DE SU JORNADA LABORAL HABITUAL: “No acaba nunca. Creo que no concilio la vida laboral con la personal, la integro en una sola agenda donde todo se complementa”

 

 

“Quedamos en Club Matador, pero cuidado que no podremos hacer fotos dentro”, escribe Carlos Delso en un correo electrónico para cerrar la cita. “Soy el socio fundador número doce”, añade. Tras pasar el dedo índice por un escáner, la puerta se abre y Delso sube ágilmente por las escaleras del número 5 de Jorge Juan, en Madrid. Recorre las estancias cómodamente, deteniéndose en cada obra de arte que cuelga de la pared, con el gusto refinado de alguien que ha pasado buena parte de su trayectoria trabajando rodeado de lujo, primero con Louis Vuitton y después con Suárez. Metódico y ordenado, “en 1996 empecé a planear que en este preciso momento dejaría mi zona de confort y abandonaría la gran empresa”, dice.

 

Delso es uno de los directivos españoles que más lejos ha llegado en la industria del lujo, habiendo dirigido durante seis años el negocio de Louis Vuitton en España, Portugal y Marruecos. “Soy un financiero reciclado”, asegura.

 

Formado en Administración y Dirección de Empresas (“influido por películas como Wall Street”, dice), inició su trayectoria en Robert Bosch, de donde saltó a Banco Hispano Americano, hasta que se dio cuenta de que su fuerte era el área comercial. En 1991 se incorporó a Unilever y, de ahí, a Pepsico, Johnson&Johnson y Xfera (ahora Yoigo). “Mi aprendizaje en retail fue duro: pasé seis meses construyendo la red de tiendas de Xfera, pero llegó el 11S y el proyecto se echó atrás, así que los seis meses siguientes los pasé cerrando”, recuerda.

 

 

 

 

En 2002 fichó por Guerlain, propiedad de LVMH, donde pasó más de cuatro años y, cuando llegó el momento de promocionar internacionalmente, decidió no hacerlo por motivos familiares. “Gracias a aquella decisión me incorporé a Louis Vuitton”, recuerda.

 

“Trabajar en Louis Vuitton tiene mucha presión, no se concibe que algo pueda salir mal, lo cual te mete en un bucle perfeccionista y afrancesado”, afirma. “Para gestionar equipos -dice- caminas continuamente en la delgada línea de dejar que tomen decisiones sin traspasarles esa presión”. En su opinión, la gestión de equipos con “mano dura” tiene resultados a corto plazo, pero “quemas a la gente”, mientras la gestión flexible es a largo plazo y consigue involucración. “Como directivo, debes decidir si el foco está en la persona o en el resultado, según el momento”, afirma.

 

Aunque reconoce que “las técnicas de team building funcionan”, prefiere “construir equipos desde el individuo”, no en vano en Louis Vuitton le llamaban “lobo solitario”. “Me desenvuelvo mejor en grupos pequeños, el tres es mi número mágico: creo en los triángulos para hacer equipos”, añade Delso, que señala a Yves Carcelle y a Valérie Chapoulaud como dos de los jefes que más le han marcado en su trayectoria profesional.

 

“No pain, no gain”, dice su Whatsapp, un mantra forjado gracias al deporte. Tres maratones y dos ironman figuran en su haber. “En el deporte todo se mide y en la empresa no siempre es así, aunque ayuda a conseguir objetivos”, asegura el directivo, al tiempo que agrega que “el deporte te da autoconocimiento y fortaleza, y eso ayuda a aguantar la soledad del manager”.