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Abel Ortiz, un Señor Lobo en el textil

Entró en la empresa familiar con dieciséis años y nunca más volvió a dejar el sector textil. Hoy, Abel Ortiz continúa hablando de la industria de cabecera con la misma ilusión que aquel día que pisó por primera vez la planta de tintura. “No hay ningún otro sector tan dinámico, cada tres años se reinventa –asegura-; es más cansado que el resto, pero si te gusta, te engancha”.

Iria P. Gestal

30 jul 2020 - 04:57

Abel Ortiz, un Señor Lobo en el textil

 

 

Dice Abel Ortiz (Barcelona, 1973) que no nació en la fábrica familiar por una cuestión de horas. El consejero delegado de Textil Ortiz, un hólding que engloba nueve empresas que cubren desde la hilatura hasta la tejeduría y la tintura, lleva el textil en la sangre. Se incorporó a la compañía que fundaron sus padres en 1989, con dieciséis años, trabajando en la planta de tintura. Tras licenciarse en ingeniería textil, pasó a la dirección de acabados, después de la filial industrial y finalmente a liderar todo el grupo como consejero delegado.

 

Su madre y su hermano mayor, Armando, también están vinculados a la compañía. Su hermana, Laura Ortiz, falleció en 2017, pero su hijo aspira algún día a coger el testigo.

“No es el dinero lo que nos mueve, sino los retos”, dice Ortiz. “Yo estoy contento y volvería a repetir todo lo que he hecho: lo bueno, porque acerté y lo malo, porque me ha enseñado”, asegura.

 

Entre los aprendizajes de Ortiz ha estado delegar. “Mi padre era la empresa, al cien por cien, él lo hacía todo”, dice Ortiz. Cuando él y sus hermanos tomaron el relevo, intentaron la misma fórmula, pero no funcionó. “Cuando la empresa empieza a coger volumen tienes que profesionalizar ciertas partes porque si no tú mismo frenas la estructura”, dice.

 

 

 

Ortiz ejerce hoy como un Señor Lobo, el hombre que todo lo solucionaba en Pulp Fiction. “Yo soy de extraordinarios, a mí me llegan los problemas”, resume. “Así, los directores generales de cada filial pueden centrarse en el día a día y son mucho más eficientes, porque si tienes que hacer lo ordinario y lo extraordinario al final no te da tiempo a nada”, añade.

 

Además de solucionar, Ortiz también es el impulsor de nuevos proyectos. El último fue la producción de equipos de protección personal (EPI) durante los peores días de la pandemia. “Me gusta arrancar los proyectos, pero no seguirlos en el día a día porque me agobio en seguida: una vez ya funciona, delegas”, recomienda.

 

Ahora, la compañía familiar se enfrenta, como todo el tejido empresarial, al golpe del coronavirus. Para Ortiz, otra crisis es business as usual. “El textil es un sector especialmente dinámico, cada tres años se ha tenido que reinventar”, asegura. “Si te gusta, te engancha, si no es muy complicado seguir porque es más estresante”, afirma.

 

 

 

 

El grupo trabaja con un escenario que va desde una paralización total de los ingresos hasta un fuerte crecimiento. “Hay que ser versátil y estar preparados para el peor de los casos y para el mejor, toca ser lo más versátiles posibles, es la ley de Darwin”, ejemplifica Ortiz. En esa selección natural, el empresario tiene claro que sobrevivirán los que apuesten por la sostenibilidad.

 

“La sostenibilidad no tiene por qué ser cara, todo lo contrario”, sostiene Ortiz. “Si lo haces con cabeza, a medio plazo te revertirá en más competitividad, porque otros países no están ni siquiera pensando en ello”, defiende.

 

El empresario reconoce que el volumen es fundamental para rebajar los costes, por eso es un firme defensor de las alianzas. “Somos tan pocos que, o nos ayudamos, o no hay nada que hacer”, asegura. La colaboración también es esencial para avanzar hacia la economía circular: “estamos obligados a ir todos a una: somos la misma cadena y hoy nadie puede ir por libre si queremos ser circulares, porque necesitas la colaboración del resto”, añade.

 

Echando la vista atrás, Ortiz cree que todo en el sector textil ha cambiado para bien. “Cuando empecé había pedidos masivos; luego mandaba el precio y luego el diseño”, rememora. “Hoy el foco está puesto en la sostenibilidad –sostiene-; no deja de ser la evolución natural de la especie”.