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2016, el año en que la moda en EEUU tuvo un ‘déjà vu’ con la crisis

¿Qué tienen en común Abercrombie&Fitch, J. Crew, Urban Outfitters, Guess o Macy’s? Todas son estadounidenses y todas han visto en el ejercicio 2016 cómo sus cuentas de resultado se resentían. El consumo, los nuevos operadores y el agotamiento de los canales tradicionales han llevado a los principales operadores del negocio de la moda en Estados Unidos a vivir una nueva crisis.

Custodio Pareja

29 dic 2016 - 04:54

2016, el año en que la moda en EEUU tuvo un ‘déjà vu’ con la crisis

 

Nuevos operadores que irrumpen en el sector de la moda como Amazon, un entorno económico complicado, una situación política que siembra la incertidumbre mundial con Donald Trump al frente del país y un agotamiento global del fenómeno estadounidense. Estos son los ingredientes de la crisis que atraviesa la moda en Estados Unidos. American Apparel, Gap, Abercrombie&Fitch, J. Crew y un largo etcétera están viendo cómo sus cuentas de resultados encogen, incluso en algunos casos cómo sus negocios se desmontan, viéndose abocados a reestructuraciones, concursos de acreedores y el cierre de un gran número de tiendas.

 

En paralelo, modelos que siempre habían conseguido conquistar al mercado estadounidense, como los grandes almacenes, también adelgazan su estructura, cambian de estrategia y apuestan por el cierre de tiendas para poder plantar cara a otros formatos y cadenas europeas, como Primark o H&M, que han comenzado a asomar las orejas en el país y a conquistar al consumidor más exigente.

 

La mala evolución de las ventas y la reducción del resultado neto han sido los primeros síntomas de las principales empresas estadounidenses de que algo va mal en el país. Si bien es común ver en los últimos años que empresas como Abercrombie&Fitch contraen su cifra de negocio, e incluso entran en pérdidas, no es tan común ver cómo algunos de los últimos fenómenos de la moda en el país, como J.Crew, reducen sus ventas. En el último semestre, la compañía americana redujo su cifra de negocio un 3,2% y continuó engordando sus pérdidas, hasta 16,6 millones de dólares (14,8 millones de euros).

 

Las crisis que viven las marcas de moda en el país también han impactado en grupos que, hasta hace un par de ejercicios, elevaban sus ventas como la espuma. Es el caso del lujo accesible de Michael Kors, que en 2015 vio cómo su beneficio se encogía un 4,9%. En el primer semestre del año su evolución no mejoró, recortando un 16% su resultado bruto y estancando sus ventas.

 

 

 

Las reestructuraciones y los recortes son otros de los síntomas que desvelan que el sector de la moda en Estados Unidos no está evolucionando como debería. El gigante de la moda masculina y femenina Ralph Lauren, icono del American way of life y casi impermeable a las subidas y bajadas del sector, se ha visto obligado a revisar su estructura.

 

La compañía cerró en 2016 algunas de sus tiendas menos rentables y tomó la decisión de recortar su plantilla un 10%. Esta decisión se tomó tras conocer los últimos resultados de la compañía, que finalizó su ejercicio 2016 (cerrado el 2 de abril) con un beneficio de 396 millones de dólares (347 millones de euros), lo que supuso un descenso del 44% respecto al ejercicio fiscal anterior, cuando había alcanzado un beneficio de 702 millones de dólares (615 millones de euros).

 

Pero no sólo las empresas han sido las víctimas en esta nueva crisis que azota a la moda en Estados Unidos, sino que su real estate también se ha visto penalizado. Nueva York, tradicionalmente uno de los puntos calientes del sector en todo el mundo, está sufriendo los efectos de unos años de crecimiento galopante de las rentas, que ahora se suman a una actitud más prudente de los operadores, que prefieren pensárselo dos veces antes de desembolsar los más de 3.000 dólares por pie cuadrado que cuesta alquilar un local en uno de los ejes comerciales de la ciudad, explica el último informe del Real Estate Board of New York (REBNY).

 

Los grandes almacenes libran su propia batalla

 La coyuntura del mercado estadounidense trae nuevos desafíos: las compañías se enfrentan a la política de precios de operadores como Walmart, TJX Europe o Ross Dress for Less y a la eclosión del comercio online, en un entorno en el que el cliente está sumergido en una vorágine de ofertas y descuentos. Ante este escenario, los principales operadores de grandes almacenes han tenido que apretarse el cinturón y llevar a cabo reestructuraciones en el seno de sus empresas.

 

Macy’s, por ejemplo, decidió cerrar un centenar de establecimientos. Sólo el año pasado, la compañía bajó la persiana de 41 establecimientos, dejando su parque comercial reducido a 728 tiendas. Además, la compañía anunció más de 1.500 despidos y la reubicación de otros 1.500 trabajadores. Sears y Neiman Marcus también han llevado a cabo planes para reducir costes y adelgazar sus estructuras. Mientras que el primer grupo realizó en 2016 el cierre de una veintena de tiendas, Neiman Marcus anunció casi un centenar de despidos, la mayoría en su sede central, que se sumaron al medio millar de personas que se vieron obligadas a abandonar el grupo en 2015.

 

Primark, Uniqlo y H&M

Si la caída de las ventas y las reestructuraciones estaban entorpeciendo la evolución de los operadores estadounidenses, en los últimos años se han sumado nuevos actores que, poco a poco, están ganando cuota de mercado en el país y amenazando a los operadores locales con una política de precios mucho más agresiva. Es el caso de la cadena irlandesa Primark, que comenzó a operar en el país en septiembre de 2015 y en la actualidad proyecta superar una red de distribución de diez establecimientos en los próximos meses.

 

El gigante asiático Fast Retailing, propietario de marcas como Uniqlo, Princesse Tam Tam o J Brand, disputa el tercer puesto del ránking mundial de gran distribución de moda a Gap, que un día ocupó la primera posición.

 

En el ejercicio 2015, cerrado el pasado 30 de enero, Gap facturó 15.797 millones de dólares. Fast Retailing, que concluyó el ejercicio el 31 de agosto de este año, registró unas ventas de 1.783.473 millones de yenes (14.491 millones de euros), rozando el puesto de tercer distribuidor de moda del mundo por cifra de negocio.

 

 

 

 

H&M, que aún conserva la plata, también ha llevado a cabo una expansión agresiva en el mercado estadounidense. El gigante sueco ya puede considerarse uno de los principales operadores del negocio de la moda en Estados Unidos.  Con una red de distribución formada por 415 establecimientos, este país ya supone un 11,9% de la facturación total del grupo. H&M ya ha anunciado que Estados Unidos continuará siendo uno de sus ejes de desarrollo para 2016. 

 

American Apparel,  de su entrada en los juzgados a su futura venta

American Apparel dice adiós a 2016 con mal sabor de boca. Tras despedir a su fundador, Dov Charney, en 2014, el grupo ha ido de mal en peor. La caída de sus ventas, la salida de nuevos directivos y su entrada en los juzgados han dejado a la compañía en una delicada situación, que ha encaminado al grupo a una futura venta para poder seguir operando.

 

La compañía estrenó el año del mismo modo que había despedido 2015: con problemas. El ex directivo y fundador del grupo, Dov Charney, decidió unir fuerzas con un inversor estadounidense para ofrecer 200 millones de dólares (184,6 millones de euros) por la totalidad de American Apparel, que entonces estaba en los juzgados y se encontrada poniendo en marcha un plan de viabilidad. Finalmente, la compañía consiguió abandonar el concurso de acreedores y la luz verde del juez para llevar a cabo un plan de choque.

 

Una de las primeras acciones que el grupo llevó a cabo fue desprenderse de su marca Oak y cerrar todas sus tiendas. Además, American Apparel también recortó el salario de su plantilla, algo que desembocó en una huelga en la que los trabajadores de la empresa decidieron paralizar la producción de sus dos fábricas ubicadas en Los Ángeles.

 

Otro de los motivos del parón fue la falta de claridad y de comunicación sobre los planes de futuro de la compañía. American Apparel, además, también ha sufrido este año la huida de sus principales directivos. En febrero, la compañía vio como Martin Bailey, director de producto del grupo desde 2007, abandonó American Apparel para emprender nuevos proyectos.

 

 

Otro de los golpes que sufrió la empresa fue el de la salida de Paula Schneider, su consejera delegada. La ejecutiva, que fue fichada por la compañía para relevar a Dov Charney en la gestión diaria del grupo, fichó el pasado octubre por Delta Galil para pilotar su división de moda.

 

Finalmente, y ante este escenario, American Apparel despedía el año con cambios en su negocio en el mundo. La compañía fichó a KPMG como asesor para la venta de todas sus tiendas en Reino Unido al finalizar la campaña de Navidad y para replegar su negocio en Europa. El grupo alegó que era probable que el comprador potencial de la compañía no quisiera continuar con las operaciones de fabricación ni la internacionalización de la cadena, así como tampoco apoyar las operaciones corporativas llevadas a cabo por el grupo que dan apoyo a fabricantes externos.

 

Aéropostale, de la bancarrota a la salvación de la mano de Authentic Brands

Aéropostale ha tocado fondo en 2016. El grupo estadounidense se ha convertido en uno de los operadores que ha mandado a los infiernos la nueva crisis del consumo de moda en Estados Unidos. A pesar de ello, no hay nada que guste más en el país de las oportunidades que el resurgir del ave Fénix, convirtiendo a la compañía en una empresa rescatada justo antes de tener que echar el cierre. 

 

Aéropostale inició el año con mal pie. La compañía, especializada en moda juvenil, anunció en enero de 2016 un plan de reducción de cortes que incluía el despido de un centenar de trabajadores de su sede central, lo que supuso reducir su plantilla un 13%. Con este plan, Aéropostale esperaba ahorrar entre 35 millones de dólares (32,23 millones de euros) y 40 millones de dólares (36,8 millones de euros) antes de impuestos a cierre de 2016.

 

La situación sobrepasó a Aéropostale, que pendía de un hilo después de que su principal acreedor, el fondo Sycamore Partners, se opusieron al plan de reestructuración que estaba llevando a cabo la empresa y forzara su liquidación. Los abogados del grupo de moda aseguraron que estaban barajando varias ofertas de compra, logrando ganar algo de tiempo y consiguiendo trasladar la fecha de la subasta hasta principios de septiembre. En el último minuto, Aéropostale consiguió ser salvada in extremis.

 

 

Finalmente, el juzgado que instruía la causa concursal del grupo falló a favor de la oferta presentada por un consorcio liderado por Authentic Brands Group en la subasta.

La operación se compuso de la adquisición del negocio de ecommerce de Aéropostale, así como el de sus licencias internacionales. No se incluyó, por tanto, los acuerdos de franquicia con socios extranjeros. La oferta del consorcio se valoró en cerca de 250 millones de dólares. Junto a Authentic Brands Group, forman parte de este consorcio de inversores dos grupos inmobiliarios, Simon Property Group y General Growth Properties, y dos empresas especializadas en liquidaciones, Gordon Brothers Retail Partners y Hilco Merchant Resources.

 

Según las últimas informaciones de Aéropostale, la marca mantendrá abiertas alrededor de 700 tiendas en todo el mundo, de las cuales más de 400 están ubicadas en Estados Unidos y Canadá, y otras 300 en Latinoamérica, Europa, Oriente Medio y el Sudeste Asiático. El presidente y consejero delegado de Simon Property Group, David Simon, afirmó que su propósito es el de mantener el máximo de puestos de trabajo y preservar una de las marcas legendarias del país. Su homólogo al frente de Authentic Brands, Jamie Salter, añadió en un comunicado que emitió la compañía que van a dar un nuevo enfoque al desarrollo de la marca, que aporta una nueva faceta al grupo.