Entorno

Portugal se alza con la bandera de la proximidad con un ‘lead time’ de quince días

S. Riera

3 mar 2016 - 04:50

 

Quince días. En este periodo, Portugal sirve un pedido a tienda: desde la aprobación del diseño hasta la distribución. “Es el lead time más corto del mundo”, asegura el director general de la Asociación Textil y Confección de Portugal (ATP), Paulo Vaz, a Modaes.es. En los últimos años, la industria lusa del sector ha regresado al mapa del aprovisionamiento jugando la carta de la proximidad, ajustándose a los nuevos tiempos de la moda y adaptándose a sus nuevos operadores.

 

“No estamos para las grandes marcas que piden grandes series, sino para marcas de dimensiones medianas que no quieren trabajar con stocks, que quieren gran rotación de mercancía y que exigen una respuesta muy rápida”, señala Vaz. “Hoy, marcas y retailers deben orientar su negocio al branding, el diseño se ha convertido en una commodity que puede darles su proveedor”, afirma.

 

“Hoy, marcas y retailers deben orientar su negocio al branding, el diseño se ha convertido en una commodity que puede darles su proveedor”, afirma Paulo Vaz

 

La relocalización en Portugal se explica en gran parte por el retorno de marcas que en su día trasladaron la producción a China y ahora regresan por malas experiencias o por el encarecimiento de los precios en el país. El director general de la patronal portuguesa del sector recuerda que también los industriales del país sufren la presión de los precios y hace hincapié que “éste no es el país para buscar precios bajos”, señalando que en este ámbito ganan la partida otras regiones productivas como Etiopía, Rumanía o Túnez.

 

Las exportaciones portuguesas de textil y confección reafirman esta tendencia. En 2015, la industria lusa del sector exportó por valor de 4.800 millones de euros, un 5% más que en el año anterior. El sector se ha marcado como objetivo superar la barrera de 5.000 millones de euros en 2016, que fue el listón alcanzado diez años atrás, justo cuando se eliminaron las barreras comerciales y se aceleró la deslocalización industrial en Europa.

 

España continúa siendo el principal país de destino de las exportaciones textiles portuguesas. El año pasado, el país vendió al mercado español artículos textiles por valor de 1.600 millones de euros, que representan el 33% del total de las ventas. Francia, el segundo mercando para el textil luso, acapara una cuota del 12,7%. Estados Unidos, por su parte, ha intensificado sus compras a Portugal en los últimos años y se ha colado en el top five de los principales países del destino del sector portugués, por delante de otros mercados tradicionales, como Italia o Bélgica.

 

 

 

 

La industria portuguesa del textil tocó fondo en 2009, cuando registró el peor ejercicio de los últimos quince años. También fue un punto de inflexión en la evolución del sector en el país, ya que, desde entonces, las exportaciones han crecido un 38%. Este viraje es consecuencia de una dura transformación de la industria textil del país que, a diferencia de España, ha logrado contener todos los procesos de la cadena de valor en un clúster sólido en el norte del país. El sector el Portugal cuenta en la actualidad con unas 8.000 empresas, el 85% de las cuales se concentran en este territorio.

 

La conservación y concentración de la cadena de valor es la clave de la velocidad de la nueva industria local. “Nos hemos reconvertido en empresas de servicios”, explica Vaz, quien subraya que las compañías que permanecen en el sector han reorientado el negocio al diseño y la tecnología. El director general de ATP asegura que hay inversión en el sector porque “las empresas han comprendido que no pueden continuar sin renovar equipos y sistemas productivos”.

 

A diferencia de España, Portugal ha logrado contener todos los procesos de la cadena de valor en un clúster sólido en el norte del país

 

La mayoría de las empresas que se han mantenido han ajustado su estructura. A. Ferreira & Fillos, por ejemplo, fundada en la localidad de Guimaraes a principios de los ochenta, en pleno boom del textil en Portugal, ha pasado de tener una plantilla de cerca de 200 trabajadores a principios de 2000 a 73 en la actualidad. La empresa, que ahora pilota la segunda generación de la familia fundadora, cuenta entre sus clientes con Gap, Zara Home o Bimba y Lola.

 

Para capear el descenso de la producción para terceros, muchos de los confeccionistas portugueses optaron por desarrollar sus propias marcas. Es el caso de A. Ferreira & Fillos, que lanzó su propia enseña de moda infantil Wedoble, pero también de Mad Dragon Seeker o Goucam. Esta última es también uno de los mayores confeccionistas del país, con clientes como Massimo Dutti, Uterqüe, Purificación García o Carolina Herrera, entre otros. Fundada a finales de los setenta en la localidad de Viseu, la empresa cuenta con cuatro fábricas y 350 trabajadores.

 

En esta misma línea se sitúa también Dielmar. La empresa, especializada en trajes para caballero de gama alta, opera en 25 países con su propia marca, pero además es también proveedor para otras firmas de lujo. Fundada en 1965, la empresa tiene una plantilla de 400 empleados. En el caso de las gamas más altas, desde la empresa aseguran que no han sufrido los efectos de la deslocalización y que han logrado mantener su misma cartera de clientes.