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La “joya de la corona” de Primark: 12.500 metros y 580 empleados que desatan la locura en España

Custodio Pareja

16 oct 2015 - 04:40

 

 

La “joya de la corona” de Primark. Así definió ayer Breege O'Donoghue, directora de negocio de la cadena de moda low cost, la macrotienda que la compañía ha puesto en marcha en el número 32 de la Gran Vía de Madrid. Unos 12.500 metros cuadrados, cinco plantas y 580 empleados son la maquinaría de Primark para plantar cara a gigantes como Inditex y H&M en la capital española.



Los madrileños que paseaban ayer por la mañana por la Gran Vía de Madrid se preguntaban para qué eran esas largas colas. “¿Regalan alguna cosa?”, exclamaba una mujer de cerca de cuarenta años que pasaba por delante de la puerta de la tienda. Primark consiguió reunir a centenares de personas a las puertas de su tienda, que subió la persiana a las once de la mañana.



Algunos dependientes aseguraban, incluso, que algunos “fans” (que así es como llama Primark a sus clientes) habían pasado la noche haciendo cola. Durante todo el día de la inauguración hubo grandes colas que en algunos momentos del día llegaron a dar la vuelta completa a la manzana.

 

 

 



Primark ha puesto toda la carne en el asador con este punto de venta, el mayor de la cadena en España y el segundo en el mundo. “Sólo nos gana el de Manchester, pero es por apenas unos metros cuadrados”, aseguraba una de las responsables de la tienda en tono de humor.



Además de ser el de mayor superficie de España, el establecimiento también es único en el país gracias a su oferta. La cadena ha categorizado el local con el grado A. Esto quiere decir que cuenta con toda la oferta que comercializa Primark, asemejándose a otros establecimientos emblemáticos como el que la cadena tiene en Oxford Street, en el corazón de Londres.



Nada más entrar en la tienda,  que cuenta con 91 probadores, 131 cajas registradoras y un showroom, un gran número de empleados uniformados con camisetas negras y globos azules daban la bienvenida al visitante. Y no sólo empleados: un DJ, un grupo de bailarines que se movían al ritmo de música urbana y animadores con micrófono enfundados en disfraces de Minions, vacas, cerdos u osos. Primark quería que este día fuera una fiesta, tanto para sus empleados como para sus clientes.

 

 

 


El edificio, que todavía conserva elementos art-déco propios de los años veinte, fue creado por el arquitecto Teodoro Anasagasti, que en 1921 comenzó a construir lo que años más tarde serían los grandes almacenes Madrid-París. La apertura de este espacio comercial también se vivió en su día como se vivió ayer la puesta en marcha de la tienda de Primark, congregando en el recinto a la alta sociedad madrileña de la época (a su apertura acudieron los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia).



El edificio supuso una inversión de diez millones de pesetas y contaba con ocho plantas, seis ascensores y un salón de té con capacidad para 600 personas. Más adelante, tras la quiebra de Madrid-París, el local pasó a estar ocupado por Almacenes Populares SEPU (Sociedad Española de Precios Únicos) y, más adelante, por Grupo Prisa.



Ahora, todo lo que hace tres años eran oficinas hoy es espacio comercial. Una gran escalinata invita al cliente a subir cuatro plantas para encontrarse con la oferta de moda femenina, masculina, infantil y moda de hogar de Primark; no sin antes deleitarse con todos los balcones que se aprecian desde la planta baja de la tienda, cubiertos por pantallas que invitan a los fans de la marca a postear en redes sociales todo lo que ven dentro del establecimiento.



“A diferencia de otras cadenas de moda, nosotros hemos optado por colocar todas las prendas por categoría -explica una de las representantes de la marca-; de este modo, las chaquetas están con las chaquetas y los vaqueros con los vaqueros”. Esto refuerza la idea de que Primark se ha convertido en el supermercado de la moda: mucho producto con una oferta de menor a mayor precio y ordenado de una manera similar al que usan las grandes superficies alimentarias.



En la planta baja del local se daban cita ayer un gran número de directivos de Primark. Las conversaciones en español se unían con otras en inglés. Stephen Mullen, director general de Primark en España, rondaba por la tienda hablando con los otros ejecutivos de la compañía, mientras el fundador de la cadena, el discreto empresario Arthur Ryan, esperaba su turno para ser testigo de la inauguración de una de las tiendas más importantes para la empresa.

 

 



“Primark -recordaba O´Donoghue- genera siempre colas en sus aperturas en todos los países”. La cadena vende anualmente, por ejemplo, 200 millones de camisetas  o 350 millones de pares de calcetines, pero además de básicos analiza continuamente cuáles son las prendas de tendencia que más piden sus clientes. “Tenemos producto nuevo cada día en las tiendas y si uno de los encargados nos comunica que el cliente está demandando una prenda en concreto, la tiene a su disposición en menos de doce horas”, señalaban desde la empresa.



En su speech inaugural, O´Donoghue también recordó el momento en que abrieron la primera tienda en España. “Fue en 2006 en el centro comercial Plenilunio –afirmó-; no hubo colas ni fiestas, pero todos estos años han servido para lograr lo que hemos conseguido hoy”. “Entonces, una camiseta de mujer costaba de media tres euros y hoy, en nuestro esfuerzo por penetrar en el mercado español, hemos conseguido reducir su precio medio a 2,5 euros”, añadió.



La tienda de Primark de Gran Via, que también alberga las oficinas para todo el mercado ibérico, comparte manzana con otros gigantes como Inditex, con su cadena de bajo coste Lefties, H&M o Mango. De todos modos, a la empresa irlandesa no le importa: “Somos Primark”, aseguraba O’Donoghue, dando por supuesto que su éxito en el centro de Madrid está más que asegurado.