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Florentino Cacheda: “En los ochenta fue la necesidad lo que nos hizo tirar para adelante”

Iria P. Gestal

29 jun 2015 - 04:53

Florentino Cacheda es una rara avis del sector: dijo no a los grandes almacenes neoyorkinos Barney’s y sigue apostando por la producción in-house desde su fábrica de Lalín (Pontevedra), el pueblo donde vive y en el que fundó su marca homónima hace ya medio siglo. En los ochenta, formó parte de una generación legendaria que situó Galicia en el mapa de la moda –en esa época, dice, “fue la necesidad lo que nos hizo tirar para adelante”- y hoy, aunque la segunda generación ya está incorporada en la empresa, todavía no piensa en colgar las botas.

 

Pregunta: ¿Cómo ha cambiado el sector desde que fundó Florentino?

Respuesta: Ha cambiado mucho, porque el cambio de la sociedad ha sido muy grande, los gustos han cambiado y la moda ha tenido que adaptarse a eso. En hombre, la exigencia es mucho más alta. Antes eran las mujeres o las madres las que compraban la mayor parte de la ropa de sus hijos o maridos. Hoy el hombre compra para sí mismo, y eso nos viene estupendamente, porque también siente la necesidad de vestirse mejor, sale más fuera y la imagen es más importante.

 

P.: ¿Qué ocurrió en Galicia en aquella década para que nacieran tantas empresas con éxito en el sector?

R.: En aquella época, cinco empresas creamos Galicia Moda, contratamos a un publicista, pudimos ir a París y darnos a conocer. Aquello creó un ambiente de que en Galicia había esa sensibilidad, algo que estaba lejos de la ida que se tenía de la región en el resto de España. A partir de esa época empezamos a exportar y a posicionarnos fuera. Nosotros, por ejemplo, llegamos a exportar un 70% a Estados Unidos. También la Xunta tuvo un muy buen comportamiento en ese sentido, ayudando a difundir esa imagen de Galicia. Este ambiente dio lugar a que más gente en la comunidad decidiera dedicarse a la moda.

 

P.: ¿Cómo llegaron a tener esa presencia en Estados Unidos?

R.: En un desfile en París, se nos acercaron unos compradores de Barney’s porque estaban interesados en el producto. Estuvimos en conversaciones y terminaron viniendo a Lalín. Yo en aquel momento tenía 70 personas trabajando. En navidades fui yo a Nueva York: ellos tenían 350 personas sólo para arreglos. Comenzamos a trabajar con ellos y luego tuvimos más clientes también en la costa oeste del país. Llegamos a exportar 400 modelos por talla.

 

P.: ¿Y cuándo cambió eso?

R.: Al entrar en el mercado común, y después en la moneda única, nos orientamos más a Europa porque creímos que era nuestra meca, y salimos de Estados Unidos.

 

P.: ¿Qué papel ha tenido Inditex en el desarrollo de la moda gallega?

R.: Al principio no fue positivo, porque sus objetivos en cuanto a la calidad eran diferentes a los nuestros. Más tarde sí, cuando empezaron a abrir tiendas en otros países y se internacionalizaron favoreció a nuestra zona y también a España, le dio valor.

 

P.: El multimarca ha perdido peso en los últimos años, ¿cree que recuperará protagonismo en España?

R.: Nosotros nacimos, como muchas otras empresas, con multimarca. El problema es que ahora el multimarca tiene una crisis de identidad: antes se veía un negocio muy fácil y con la crisis muchos se dieron cuenta de que no lo es tanto. Pero sigue existiendo y funciona, porque mientras los clientes continúen queriendo ese trato personalizado y asesoramiento, seguirá habiendo multimarca.

 

P.: Las gamas medias son las que más han sufrido por la crisis, ¿está de acuerdo?

R.: Sí, pero hay segmentos, como el infantil, en el que las gamas medias han crecido en los últimos años. Antes sólo un par de empresas vendían ropa de niño, y a precios muy baratos. Ahora, las madres ya no quieren que sus hijos vistan como el vecino del cuarto. Marcas como Pili Carrera, Nanos, han apostado por aportar algo diferente y les está yendo muy bien.

 

P.: ¿Cómo definiría el estado de salud de la moda española?

R.: Bueno, aunque tenemos que comunicar más las cosas positivas: tenemos una historia sensacional, y hay buena moda en España, pero a veces no creemos en lo que hacemos. Quizás también por nuestra historia, que hemos estado cerrados muchos años y tampoco nuestros diplomáticos son muy comerciantes. Somos un país de curas y militares (ríe), y tenemos que aprender a vender.

 

P.: Teniendo en cuenta que la mayoría de las empresas están optando por la externalización, ¿cómo se consigue la viabilidad con todo el proceso de producción internalizado?

R.: Lo primero, invirtiendo en la empresa. También me influye que trabajo en el pueblo donde vivo, y quiero que la gente me siga saludando por la calle, y que para mí la empresa se integra también dentro de un contexto social, no sólo económico. Después, nosotros podemos vender a precios ajustados si fabricamos a precios ajustados, y fabricar en Lalín nos permite también ser mucho más flexibles según la demanda del consumidor.

 

P.: ¿Se ha planteado fabricar fuera en alguna ocasión?

R.: Nos han hecho muchas ofertas, pero nunca lo hemos hecho. La calidad es la única manera de diferenciarse. 

 

P.: En alguna ocasión ha comentado que le hubiera gustado hacer mujer, ¿se lo plantea ahora?

R.: Nos lo planteamos siempre, hemos tenido un par de intentos pero nunca lo hemos hecho. Yo cuando hice mis estudios en Barcelona me centré sobre todo en mujer. Espero que con la segunda generación, que ya está incorporada en la empresa, se haga por fin.

 

P.: ¿Cómo está siendo el cambio generacional, qué papel tiene ahora su hijo en la empresa?

R.: Ahora acaba de volver en Estados Unidos y está centrado en el departamento comercial y de diseño, los números vendrán más tarde. No es fácil, pero estoy contento porque le pone toda la voluntad. Cuando se hacen cosas se cometen errores, es inevitable. La juventud no tiene experiencia, pero lo compensa con carácter y ganas.

 

P.: ¿Cree que habrá una nueva hornada de visionarios en el sector?

R.: Ya la hay, hay personas con mucho talento. Pero el mercado cambió tanto que hoy, o tienes un cierto volumen, o no haces nada. Hay que internacionalizar, y para eso primero hay que tener un buen producto. El talento creativo en España es esperanzador; el gran déficit es el lado empresarial, no sólo en moda, sino en todos los sectores. Ahora los jóvenes están más preparados, a muchos de la generación de los ochenta fue la necesidad lo que nos hizo tirar para adelante, fue la escuela del mundo.

 

P.: ¿Hay algún error que haya cometido en estos años del que se arrepienta?

R.: Tuve la oportunidad de  montar una fábrica en Laredo, en el Norte de México, a medias con los de Barney’s. Me querían hacer ciudadano americano, con todo lo que eso suponía. Era una posibilidad enorme de proyección internacional. Desde el punto de vista del crecimiento de la empresa puede que fuera un error, pero desde el punto de vista personal no me arrepiento, yo tenía toda mi vida aquí.